(no subject)

Dec 24, 2007 18:34

Autor:
cleuchi  
Fandom: Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 24. Reloj.
Palabras: 728.

A veces, Axel piensa que no la conoce. Que, a pesar de que llevan compartiendo habitación un tiempo ya, y a pesar de que se niega a sí mismo, día tras día, lo evidente -que está enamorado de ella-, no la conoce. Es toda una extraña para él, con sus omnipresentes botas de cowboy, su maquillaje exagerado y su estrambótica forma de ser.

El otro día, Axel descubrió la única forma de conocerla de verdad. Frieda escribe, noche tras noche, hora tras hora, en una libreta con la mítica foto de John, Ringo, Paul y George cruzando Abbey Road impresa en la portada. Escribe desesperada y frenéticamente, como alguien que agoniza escribe su testamento en los últimos minutos que le quedan, como un suicida con prisa.

Esta tarde, cuando Frieda entra al cuarto de baño tras un escueto ‘Voy a ducharme’, Axel se abalanza sobre su armario y revuelve entre los desordenados calcetines de rayas radiactivas hasta la rodilla hasta encontrar la libreta. No se preocupa por lo que podría pasar si lo pilla hurgando en sus cosas: cuando Frieda anuncia ese ‘Voy a ducharme’, Axel sabe que puede pasarse ahí dentro más de una hora -y más de dos, si está de mala hostia-.

Abre la libreta con reverencia por la primera página, como si él fuera Mahoma y el mismo Alá le estuviera dictando los principios básicos de la religión musulmana. Y comienza a descifrar esa caligrafía enrevesada, dibujada con un bolígrafo Pilot cuya tinta se agota rápidamente.

Él no lo entiende. Ya sólo la primera frase lo desconcierta. ¿Él? ¿Se referirá ese pronombre a él, Axel Stephenson? Traga saliva y continúa leyendo con atención, sus ojos oscuros paseándose por la hoja llena de trazos enérgicos, trazos suaves, trazos sin fuerza. Vuelve a empezar.

Él no lo entiende. No entiende que hay heridas que nunca curan del todo, a pesar de que hayas sacado todo lo que llevan dentro, porque la mayoría se infectan y cuesta tiempo, mucho tiempo, recuperarse de ellas. Y, cuando por fin lo consigues, pensando inocentemente que ya no volverán a atormentarte, te miras al pecho y te encuentras una larga y desigual cicatriz que te cruza el corazón de polo a polo.

Es como el tiempo, que pasa inexorable de un espacio a otro en el reloj de arena. Se suele decir que el tiempo todo lo cura, pero lo que hace el tiempo es atenuarlo todo. Lo que hace un año te parecía de vital importancia, ahora te parece una pijada. Lo que hace un año no te quitaba el sueño, de pronto ahora cobra una importancia tremenda. Y hace lo mismo con las heridas. Las va desinfectando poco a poco, semana tras semana y mes tras mes, haciendo que, como no te duelen tanto como al principio, sólo te acuerdes de ellas de vez en cuando. Luego, cuando ya han pasado muchos, muchos segundos, tantos que crees que la herida estará definitivamente curada, vuelves la mirada hacia ella y ahí te encuentras la larga y desigual cicatriz que te cruza el corazón de polo a polo.

A veces desearía arrancarme el corazón y trasplantarme otro, uno nuevo que no tuviera ni una sola marca en su superficie. Comenzar de nuevo. Borrón y cuenta nueva. Pasar de página. Pero eso es imposible. De modo que miro hacia abajo, me miro el pecho y estoy mucho rato mirándolo. Mascullando insultos por lo bajo para que él no piense que estoy loca. Chutándome a base de lo primero que pillo y dependiendo estúpidamente de unas pastillas de las que en realidad no dependo. Y así me va.

Axel le da la vuelta a la hoja, fascinado por la inconexa lucidez de la escritura de Frieda. Es capaz de plasmar sus más íntimos pensamientos y sentimientos en esos simples símbolos que llamamos letras, diseccionándolos con la precisión de un forense, exponiéndolo todo al espectador, mientras narra paso a paso las operaciones con voz aséptica e impersonal.

- ¡¿QUÉ COJONES HACES LEYENDO ESO?!

Ese tono de voz no es ni aséptico ni impersonal. A Axel se le cae la libreta al suelo y farfulla una excusa, intentando salirse por la tangente. Pero eso nunca funciona con Frieda, que avanza hacia delante con la fuerza de un bulldozer, arrollándolo todo a su paso. Mesas, sillas y corazones. No va a dejar que se escabulla.

Oh, oh.

Autor:
cleuchi
Fandom: Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 10. Marioneta.
Palabras: 426.

Le dolía la cabeza. Ya se había terminado su más que necesaria provisión semanal de pastillas contra la bipolaridad, y aún estaban a jueves. No encontraba su sujetador preferido. Un encargado acababa de dejarle muy claro que, si no se la chupaba ahora mismo en el armario de la limpieza, le pegaría la paliza de su vida. Por si fuera poco, el tinte negro de su pelo empezaba a desaparecer.

Y, para redondear un día perfecto, no encontraba a Axel por ninguna parte.

Frieda se había acostumbrado anormalmente rápido a ese tira y afloja que mantenían. Ese eslogan privado que compartían, el que decía ‘Sé que me quieres y sabes que te quiero, pero vamos a hacernos sufrir, ¿vale?’. Lo habían hecho un par -de pares- de veces, y también se habían ignorado durante días. No habían confirmado ni desmentido nada, dando pie a los más rocambolescos rumores, que corrían rápidos como el viento en un lugar en el que los internos, sintiéndose escoria, no tenían nada mejor que hacer aparte de traficar, pelearse y follar con el que o la que se ofreciera más barato.

Y Frieda, por primera vez en su vida, sentía que tenía el control. Que no era un puto náufrago a la deriva, aguardando inútilmente la aparición de un bote salvavidas. Que no dependía de nadie más, que era completamente libre. Que, si lo deseaba, podía subirse a la azotea del Sankt Fremont, tirarse y saber, mientras se precipitaba a creciente velocidad hacia su final, que no dejaba nada atrás. Que había cortado todos los hilos que la unían con algo tangible y físico en este mundo.

Le gustaba creer que Axel era una mera mosca atrapada en la inmensa telaraña que ella, como buena viuda negra, había tejido cuidadosamente. Una triste marioneta cuyos hilos ella, desde las alturas, controlaba.

Claro que Frieda siempre había tenido una visión algo distorsionada de la realidad. Vivía evitándola, construyendo universos paralelos y ficticios en los que nada podía hacerle daño, en los que volvía a ser esa niña de trenzas castañas adicta a las piruletas en forma de corazón que se columpiaba durante horas bajo la atenta mirada de su madre. Nunca había sido enteramente consciente de la verdad. Sólo veía una parte de ésta, la parte que quería ver, sin llegar nunca a contemplarla en su totalidad.

Por eso no era consciente de que, poquito a poquito, se había ido convirtiendo en esa insignificante mosca enredada en la gigantesca telaraña, en esa patética marioneta que Axel, queriéndolo o no, movía a su antojo.

#tabla simbólica, rpg: freedom: axel/frieda, autor: cleuchi

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