Últimos vicios A/F~

Jan 07, 2008 00:36

Dedicados a
utena_89   . Se nos acabaron, sweetie.

Autor:
cleuchi 
Fandom: Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 12. Incertidumbre.
Palabras: 795.

Lea contempla con fijeza el cigarrillo que, poco a poco, va quemando los segundos, humeante entre los dedos de Frieda.

- ¿Por qué fumas?
- ¿Por qué bebes tú? -le responde su amiga, tan rápido que la pregunta suena como un latigazo. Sin despegar la mirada del pitillo.-

Lea se olvida del ‘Es malo’ que pensaba decir, porque sabe que Frieda le replicaría con un ‘Beber también’, y no quiere enzarzarse en una estúpida discusión que no las llevaría a ninguna parte.

Sus ojos recorren el filtro, el papel mecánicamente liado y el circulito de tabaco que asoma por un extremo hasta pasar a las manos de su amiga. Cuarteadas, surcadas por una red de venitas que se hacen más visibles cuando hace frío, con alguna que otra minúscula pero perceptible al tacto cicatriz. Se da cuenta de que sus uñas, de un rojo tan intenso que casi hace daño a los ojos, están mordidas, con la piel de su alrededor prácticamente en carne viva.

- ¿Estás nerviosa? -tantea el terreno con voz insegura. Intuye que Frieda está de mal humor y hay veces en las que, cuando está así, le da miedo.-
- ¿Por qué lo dices?

Traga saliva desde la comodidad de su cama, un revuelto de mantas y almohadas en el que se encuentra tranquilamente recostada. Frieda, junto a su cigarrillo, está encaramada a la cómoda de la habitación de Lea, llena de bragas de estrellitas, calcetines de corazones alados y camisetas de vacas radiactivas.

Es consciente de que su amiga lleva algo dentro que quiere sacar y no sabe cómo. Tampoco Lea lo sabe. Y el hecho de que se haya subido a la cómoda es muy revelador. Le dice a Lea que no quiere arrumacos ni un brazo consolador pasándole alrededor de los hombros, pues en ese caso hubiera escogido un sitio más accesible. La cama, quizás, o el suelo.

Frieda quiere consejo verbal, exponer los problemas con clínica y metódica precisión y buscarles soluciones coherentes.

No tiene ni idea de por qué la ha elegido a ella para esa tarea.

- ¿Vas a decírmelo o no? -la observa dar un suave toque con los dedos y dejar caer la ceniza, regando el suelo con indolencia.-
- ¿Decirte el qué?

Suspira. Su amiga es como una gata con el lomo arqueado, bufando, a punto de abalanzarse sobre ella y arañarle la cara. Sabe que tiene que tener cuidado.

- No hace falta que finjas conmigo.

Frieda expulsa lentamente el humo por la boca y se queda mirándolo, como analizando lo que Lea acaba de decir. Finalmente, aplasta el pitillo sin terminar, sopesando sus opciones, y, por fin, levanta la vista.

- Tengo miedo.

Que haya pronunciado esas dos tenues palabras resulta, en su conjunto, más revelador que lo de la cómoda, el cigarrillo y las uñas mordidas. Lea aguarda en silencio, porque si la presiona se le revolverá, metafóricamente hablando, entre los brazos, y saldrá en tromba del dormitorio.

Frieda se rodea el cuerpo con los brazos y baja la mirada, con algo en su expresión que podría calificarse de vergüenza si es que la alemana conociera el significado de esa palabra. Lea dibuja una media sonrisa, animándola a continuar.

- Tengo miedo de que Axel no me quiera.

Por fin, se atreve a romper su hasta entonces autoimpuesto silencio y preguntarle un simple:

- ¿Por qué?
- Oh, vamos, -se le está saliendo por la tangente y lo peor es que no puede hacer nada para evitarlo- seguro que tú también tuviste esa sensación alguna vez. De que estás tocando algo verdaderamente grande con la punta de los dedos y cuanto más te acercas más lejos estás. De que nadas en la puta incertidumbre y te hundes poco a poco, y lo peor es que arrastras a los demás contigo. -Lea busca sus ojos aterciopelados y no se sorprende al encontrarlos cargados de lágrimas. Emite un gutural sonido de consuelo que sólo consigue que Frieda empiece a llorar en silencio.- No quiero arrastrarlo a esto, Lea. Prefiero escudarme en el miedo a que no me quiera. Así tengo una excusa para salir corriendo.
- Frieda…
- Qué.
- Eres una cobarde.

Se da cuenta de que su golpe bajo la ha dejado sin aire. Frieda boquea, atónita, todavía sobre la cómoda cual gato callejero.

- Me parece increíble que tengas la cara de dudar si te quiere o no te quiere. Eres una cobarde.

Se lo ha jugado todo a un color y ha ganado, o eso espera. Porque Frieda se recupera lentamente de la bofetada y ahora la escucha con atención. Lea ha dejado de ser un elemento decorativo más en el cuadro de la habitación para pasar a ser una voz en off cuyos consejos merecen la pena.

- Él se dejará arrastrar a donde quiera que lo arrastres tú.

Autor:
cleuchi 
Fandom: Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 25. Tragedia.
Palabras: 501.
Notas de autor: inmediatamente posterior al #12 - Incertidumbre.

Lleva un buen rato buscándolo. No está ni en la habitación que ahora comparte con Ben, ni en los pasillos, ni en el despacho de la psicóloga. Frieda se acerca a una de las ventanas y se asoma al patio, y allí lo hallan sus ojos.

Vestido con una camiseta de tirantes blanca, merodeando por el campo de baloncesto dispuesto a hacerse con un balón que le permita jugar. Un par de tíos -entre los que se cuenta aquél al que Frieda le rompió la nariz y la ceja hace ya tiempo- se lo impiden, pasándose la pelota de uno a otro a tal velocidad que le duelen los ojos sólo de mirarlos. Mareándolo, riéndose en su cara, tirando a canasta y logrando su objetivo.

Frieda desciende las escaleras de dos en dos, volando sobre la punta de sus pies como bailarina de ballet, literalmente a punto de caer rodando y abrirse la cabeza con la arista de un peldaño. Tiene el corazón en la boca y melaza espesa y ardiente en lugar de sangre danzándole en las venas. Podría darle un trombo en el cerebro si no se detiene para respirar hondo un par de veces -cosa que no hace-. Atraviesa los corredores a velocidad de vértigo, y si alguien la cronometrara probablemente estaría batiendo todos los récords mundiales de los cien metros lisos.

Por fin, sin aliento y con una serie de repetitivas punzadas en el costado derecho que identifica como flato y falta de fuelle debida al tabaco, llega al patio, esa inmensa y desolada explanada en la que, de vez en cuando, sobresale una canasta, un poste, una persona. Una valla metálica que los separa a todos de la libertad, esa tierra prometida tan traicionera como un ave de mal agüero.

Se queda parada frente a la cancha de baloncesto, sin saber en realidad a qué ha venido esa carrera contrarreloj. Respira a bocanadas, como si le estuvieran haciendo ahogadillas bajo cinco metros de agua pesada y asfixiante, y se ve reflejada en la mirada oscura y sorprendida de Axel. Y en la de los tíos del balón, que dejan de vacilarle y vacilarse mutuamente para sonreír, lobos que han marcado a su presa.

Las palabras que quiere decir mueren en su boca, antes incluso de poder alcanzar el exterior. Entreabre los labios, por los que se cuela una bocanada que forma vaho al frío contacto del aire. Cruza los brazos y los descruza en rápida sucesión, traga saliva al ver que, de pronto, todas las miradas convergen sobre ella y le dan ganas de dar media vuelta y salir corriendo.

Y eso es lo que hace.

Mientras corre, ahora en dirección contraria, sus pensamientos sólo siguen una dirección. Tal vez Lea tenga razón. Tal vez sea una puta cobarde incapaz de enfrentarse a la realidad ni a sus sentimientos.

O tal vez es que le gusta subsistir sumida en un inmenso y épico drama, bordando su papel como artista principal en la tragedia de su vida.

Autor:
cleuchi 
Fandom: Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 15. Libertad.
Palabras: 315.

A veces, Frieda se queda mirando durante horas el reducido mundo visible a través de su ventana con barrotes. Mueve la almohada de sitio y extiende las piernas en dirección a la ventana. Se acurruca bajo una manta robada de una habitación cualquiera y se aísla de todo lo demás.

Se sabe de memoria ese pequeño cuadrado interrumpido de vez en cuando por las gruesas barras metálicas. Cinco metros de tierra batida, como una pista de tenis descuidada, y luego una valla alta es todo lo que la separa del exterior. De la libertad. De poder hacer lo que quiera cuando quiera, chutarse si le da la gana y apalizar al primero que se le cruce por delante porque, hostia puta ya, es lunes. Pedir parsimoniosamente un frapuccino en el Starbuck’s de Berlín y tirarse media hora para abrir el envase en que va cuidadosamente protegido para que no se enfríe. Y luego quemarse la mano al retirar la tapa violentamente, con la consiguiente salpicadura de café ardiendo.

Tal anhelo de libertad es semejante al que sienten los perros cuando sus amos se marchan de vacaciones, dejándolos en casa o -en un arranque de lo que ellos dicen que es compasión- en un hotel para mascotas. Agazapados en sus respectivas jaulas de barrotes fríos, lamiéndose melancólicamente una pata y autosugestionándose para creer que es su dueño quien le propina esas imaginarias palmaditas en la cabeza.

Sin embargo, todo tiene su lado bueno.

En esta inmensa pajarera que es el reformatorio, la cacatúa Frieda ha encontrado alguien que le alivia el tedio de los monótonos días que se suceden como cuentas en un collar, alguien que logra hacer que le dé pena hacer eso que hace cada mañana nada más despertarse -y antes de ducharse- desde que llegó aquí: tachar con un rotulador rojo la fecha correspondiente del calendario que hay sobre su mesita de noche.

Autor:
cleuchi 
Fandom: Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 16. Acto.
Palabras: 249.

Frieda no cree en Dios. Cree en el Destino, que es un ente todavía más indefinido y más impredecible que Dios. Cree en el Destino porque le hace sentir bien, porque es una idea que la reconforta los días de lluvia cuando se encierra en su cuarto y deja que sus ojos hagan juego con el cielo. Porque le hace pensar que hay una razón para todo esto, que nuestras vidas tienen un sentido aunque a menudo no se lo encontremos, que nuestros caminos ya están trazados y que nada de lo que hagamos cambiará su rumbo.

Que cada pequeño acto realizado, cada fallo cometido, cada meta alcanzada, cada lágrima derramada, cada sueño perseguido, cada sonrisa esbozada, cada momento archivado, cada beso robado y cada corazón roto son parte de algo superior, algo tan grande que no puede ni siquiera imaginar. Es un pensamiento consolador, saber que hay algo allá arriba, aunque sean tres viejas achaparradas, chismosas y arrugadas como pasas, que decide por ti.

Es una idea que la reconforta, un pensamiento que la consuela ahora que sabe que acaba de meter la pata hasta el fondo con Axel. Ahora que por fin se ha dado cuenta de que es la primera persona a la que quiere de verdad -y probablemente la última, porque hay personas que sólo se enamoran una vez en la vida y quiere creer que ella también pertenece a esa categoría-, lo único que sabe hacer es salir corriendo, como siempre.

Puto Destino de los cojones.

Autor:
cleuchi 
Fandom: Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 30. Eternidad.
Palabras: 857.

Querido Axel:

Te escribo esta carta aunque no tenga mucho sentido, aunque te cueste la vida misma descifrar mi letra (es horrible, lo sé) y aunque vivamos a apenas cien metros el uno del otro.

Quiero que sepas que he vivido toda mi vida como expectante, a la espera de algo. Ya sabes, algo. Algo como que te toque la lotería, encuentres la cura del cáncer o conozcas a tu alma gemela en el metro al centro de Berlín y, cuando las puertas están a punto de cerrarse, te levantas del asiento y corres tras ella. Sí, ese tipo de algo.

Durante años he vivido en ascuas, preguntándome qué sería mi algo particular. Desde pequeña he sabido que soy una persona especial (y eso nadie me lo ha negado nunca). También sabía que estoy destinada a hacer algo grande, grande de verdad. Tal vez no algo por lo que estatuas de mi persona llenen las calles del mundo entero, pero grande de todas formas.

Últimamente, aunque al principio no quería aceptarlo, me he ido dando cuenta de qué es ese algo que me estaba reservado para mí, sólo y exclusivamente para mí, desde mi nacimiento.

Y ese algo eres tú.

Sé que suena impactante, chocante o como coño quieras llamarlo. Sé que probablemente te están dando ganas de romper la carta a la mitad, y luego romper cada mitad en dos mitades, y así sucesivamente hasta conseguir un buen montoncito de trozos en los que ni siquiera se distinga una sola letra. O robarle un mechero a Ben (tiene un Zippo precioso con la cara de Bob Marley, pídele que te lo enseñe algún día), acercar la llama al papel y observar cómo se va extendiendo, quemándolo y arrugándolo, mientras escuchas 50 Cent (aunque, si lo haces, hazlo escuchando Angie, por favor. Ya sabes, de los Rolling).

Sabes que no se me dan bien en estas cosas, ni vía carta ni vía oral (suena mal, ¿verdad? Pues puedo hacer que suene peor). Y me está creciendo la necesidad de ir a H, o a Neil, o a quien sea, para pedirle un poco de éxtasis. Pero quiero hacer esto siendo perfectamente consciente de lo que hago, así que me aguantaré las ganas cinco minutos más, que no van a matarme.

Me gustaría condensar aquí todos nuestros momentos, y los que nos quedan. Echo la vista atrás y recuerdo cuando todavía compartíamos la celda. Cuando te sacaba de tus casillas llenando de aceite el bote de champú, cuando mezclaba mis tangas con tus calzoncillos, cuando me encontrabas semidesnuda y tirada en el suelo de la bañera con una concentración de speed en sangre bastante alta. ¿Te acuerdas aquella vez en la que me encontraste comiendo un plátano (fruta) y casi sales corriendo? Y yo te pregunté que si me encontrabas horriblemente obscena, y no contestaste pero yo oí un suave ‘Sí’ que nunca llegaste a pronunciar. También aquella vez, cuando hicimos una guerra de comida en el comedor (creo sinceramente que el manzanazo que me pegaste en la cabeza me dejó tonta de por vida. Quiero decir, más de lo que ya soy). El asunto de la calabaza. La bufanda que te tejí (y que espero que hayas tirado porque era sencillamente horrorosa. No, en realidad espero que la guardes para siempre en un cajón y te la pongas de vez en cuando aunque te dé una vergüenza terrible). Algún que otro secreto. Cuando me encontraste tirada en el suelo al borde de la sobredosis y mágica y extrañamente me retuviste aquí. La redacción que escribí sobre ti, y la tuya, que no me dejaste leer pero acabé leyendo igual (ya sabes cómo soy. Cotilla, antes de que pienses ningún otro adjetivo).

Nuestro primer beso. ¿Te acuerdas? Yo sí.

Y luego nos cambiaron de habitación y yo me hice amiga de Harley y tú… bueno, no puede decirse que te hicieras amigo de Ben, la verdad. Nunca te lo dije, pero solía llorar por las noches porque tú no estabas. El período en el que no nos hablábamos. Yo te esquivaba, ¿te acuerdas? Te veía por los pasillos y daba media vuelta para no cruzarme contigo. Qué tonta era (bueno, vale, lo sigo siendo. Pero he mejorado, que conste).

La primera vez que follamos, lo hicimos, tuvimos relaciones o como te parezca mejor. Le he puesto varios nombres para que no pienses que lo estoy… desmitificando, o como se diga. Eso nunca será desmitificado. Tal vez quería decir infravalorado. No lo sé.

He tomado una decisión. No quiero olvidarte nunca, nunca, nunca. Y, poniéndonos en el peor de los casos, puede que no acabemos casados y con un montón de hijos mulatos a los que habrá que medicar para la bipolaridad que habrán heredado de mí. Así que voy a tatuarme tu firma, justo entre los omóplatos, ¿vale? (No sé por qué he puesto ese ‘¿vale?’, si me la suda tu opinión. Voy a tatuármela y punto)

Esto es sólo una idea subliminal, pero una carta como ésta en respuesta sería bien recibida.

Te quiero, y por fin soy capaz de decirlo.

Frieda

PS-eternidad. Y eso es mucho tiempo.

#tabla simbólica, rpg: freedom: axel/frieda, autor: cleuchi

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