Autor:
katu_kaocyan Fandom: xxxHolic
Pareja: Doumeki/Watanuki
Tema: Si vale la pena hacerlo, vale la pena exagerarlo.
(
FAKE CUT TO TEIBOL )
Advertencia?: 18/19 year-old Doumeki & Watanuki for semi-adult purposes. Okay. Not really :D.
Si vale la pena hacerlo, vale la pena exagerarlo.
Al lado de Doumeki estaba Kunogi, con su habitual rostro sonriente y una mirada expectante; saboreando cada una de las palabras que salían como por arte de magia de la boca del arquero.
- ¿Y entonces? -preguntaba ensoñadoramente, cada vez que Doumeki hacia un silencio para enfatizar la emotividad del momento o cada vez que olvidaba lo que había pasado exactamente.
- La verdad, - había dicho; -no me acuerdo bien, Kunogi.
Pero al parecer todo había empezado una noche de abril, en la cual Watanuki le había implorado que fuera a cenar a su casa.
Aunque quizás - no lo recordaba bien - quizás no se lo había implorado… quizás solamente le había mencionado entre suspiros lo agradable que sería tenerlo visitándole una que otra esporádica ocasión.
Es más, probablemente no le había invitado del todo. No lo recordaba con claridad, pero al parecer ese día estaba caminando por el barrio y casualmente fue a dar al apartamento de Watanuki.
- Oh, ya veo - y los ojos de Himawari centellearon con una luz que pudieron haber dejado ciego a cualquiera; pero no a Doumeki, que aún se esforzaba por recordar que había pasado esa noche.
- Tomamos sake - concluyó. - Mucho, mucho sake. Muy buen sake, por cierto.
Aunque Watanuki solamente le hubiera dado dos o tres tragos a la bebida y él se hallara reticente pues al día siguiente la primera hora de clase en la facultad era a las 8:00 am, se podía decir que habían bebido mucho; porque, en primer lugar, no debieron de haber bebido.
- “¿De dónde es?” Le pregunté. “Un obsequio” me contestó. No me agrada en lo absoluto que tome obsequios de gente desconocida con tanta confianza. Después de eso Watanuki tiró la botella.
Pero el mismo Watanuki había derramado el sake aún antes de que Doumeki pudiera exteriorizarle su opinión sobre aceptar regalos dudosos de gente desconocida. El muchacho ya no estaba dentro de sus cinco sentidos; y el líquido esparcido en el suelo era una prueba de que sus movimientos se habían vuelto torpes y azarosos gracias a los influjos del alcohol.
- “Deberías de irte a acostar” - el arquero le había recomendado. Aparte de preocuparle su clase de las 8:00 a.m., porque ya se hacía bastante tarde, Kimihiro se notaba bastante pálido.
- Me pidió ayuda para levantarse y se veía tan patético que no pude negarme.
Watanuki lo había jalado de la camisa, con una expresión incómoda y él ni en un millón de años se hubiera negado a tomarlo entre sus brazos. La clase de las 8:00 a.m. se podía ir al demonio. Watanuki estaba a punto de la inconciencia y a pesar de oler un tanto a alcohol, podía percibir en su ropa lo último que había cocinado para la clase de gastronomía.
El corazón de Doumeki latía desbocado.
- Y entonces… pasó.
- ¿Pa… pasó? - Himawari lo miró con admiración y estupefacción. Quería preguntar ¿¡Cómo, Cuándo?!, ¿DÓNDE?… ¿¡EN SERIO?! Pero no estaba segura si sus preguntas irían a ser tomadas como una falta de educación.
- Nos quedamos a mitad del trayecto de la sala a su habitación. Él me miró. Y yo… no pude… Fue algo rápido, es algo que no puedo describirte con palabras, Kunogi.
Watanuki había vomitado, eso sí lo recordaba bien. Le había vomitado encima y se había vomitado encima. Al principio se había quedado ahí, estático, viéndolo todo como un imbécil sin saber qué hacer. Luego había tomado la inteligente determinación de llevarlo al baño.
- Fuimos al baño y le quité la camisa.
El ojiazul estaba más muerto que vivo y él no podía dejarlo sucio. Le quitó la camisa y se quitó la camisa también.
- La situación era ya de por sí bochornosa, pero a él no parecía importarle.
Himawari ensanchó su sonrisa y asintió emocionada, exhortando Shizuka a continuar.
Doumeki sonrió, como sonríe un niño que acaba de hacer una travesura y no le importan las consecuencias. Sobre “esa noche”, pensó, era obvio que a Watanuki no le hubiera molestado en lo más mínimo estar sin camisa, pues ni siquiera estaba totalmente enterado de lo que pasaba.
- Él entró a la regadera y…
Lo dejó unos momentos solo, mientras iba por cambios de ropa y cuando regresó, le sorprendió ver a un Watanuki totalmente desnudo, remojándose bajo la presión del agua de la regadera, adormecido aún; pero ya responsable de sus actos y aparentemente indiferente a la presencia del otro muchacho en el baño.
La clase de las ocho se había ido oficialmente al diablo.
Piel contra piel, cada uno de los vellos del cuerpo se le erizaron cuando su pecho entró en contacto con el agua tibia y el calor de la espalda del otro muchacho. Lo sentía por todos lados: en sus muslos, en sus dedos, en su cuello, en su espalda y escuchaba su voz como siempre imaginó escucharla; mientras que con los ojos cerrados se dedicaba a memorizar cada uno de sus recovecos, cada una de las partes que siempre fantaseó con tocar, pero nunca antes se había atrevido.
- “Watanuki te amo… Te amo” le dije. “Yo también” me respondió.
Aunque sabía que quizás no se lo había respondido, para él cada una de las reacciones de su cuerpo habían sido una obvia declaración de cómo se sentía. No era consecuencia de las repentinas circunstancias. Era consecuencia… de algo. Algo que se venía cocinando desde hacía tiempo: lo amaba.
- No le digas que te dije esto, Kunogi. Se enojaría tanto que me dejaría morir de hambre…
Sabía que Watanuki no era capaz de permanecer ni un día entero enojado con él, pero más valía no arriesgarse. La perspectiva de un día sin la comida de Watanuki se le antojaba una terrible eternidad.
- Entiendo. Me agrada que me hayas confiado esto - y rió pícaramente, mientras cerraba levemente los ojos. - Sabía que algún día…
- ¡HI-MA-WA-RIIIIII-CHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN! Este insensible está molestándote otra vez, ¿no es cierto? - y la ruidosa aparición de Watanuki, hizo que por un momento a Doumeki le diera un vuelco el corazón. El ojiazul le dirigió una mirada de irritación, para devolver una de idolatría a la muchacha. - No sabes que desperdiciar el tiempo de Himawari-chaaan es como desperdiciar… ehhh… algo muy valioso ¿verdaaaad?
Doumeki no sabía que lo hacía por costumbre, pero la verdad era que le molestaba aún después de dos años. La muchacha; sin embargo, miró con curiosidad el arquero, esperando la respuesta que le daría al ojiazul, pero éste no pudo pensar en ninguna. Pensaba y pensaba y finalmente se puso en pie. Watanuki retrocedió unos pasos, sorprendido, pero Doumeki ya lo había tomado de los hombros y ahora lo estaba besando con una irreconocible pasión.
Himawari rió, invadida por una explosión de alegría y se alejó rápidamente, como intentado respetar su inexistente privacidad.
Cuando Doumeki recibió el golpe e intentó cubrirse las orejas para amortiguar los gritos de Watanuki, recordó exactamente lo que había ocurrido esa noche. Esa noche de abril, después de los primeros roces y después del primer beso, su amado lo había golpeado tan fuerte en la cabeza que pudo evocar con plena exactitud la sensación de cada una de las fibras de su cráneo vibrando. Estaban mojados y Watanuki totalmente despierto y despabilado.
Con gritos y en medio de un arranque de ira lo había empujado hasta afuera de su departamento mojado y desnudo y le había arrojado sus cosas a la calle. Acto seguido había gritado:
-¡AHHHHHHHHHH MALDITO, ASQUEROSO PERVERTIDO DE MIERDA!
Y sin oportunidad ni de rechistar le había dejado afuera con un portazo en las narices.
Watanuki se había enojado mucho; pero, - suspiró con una media sonrisa - todo había valido la pena.
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Tuve mucha diversión escribiéndolo, rly :D. No lo chequé antes de postearlo, por eso tiene horrores. Uh. XD. ¿Perdón?