Mientras...

Jul 11, 2009 22:56

Autor: yuvia 
Fandom: Expediente X
Tabla: yuvia.livejournal.com/100139.html
Personaje/Pareja/Trío: Mulder/Scully
Tema: #25-Mientras

Todos los públicos. Pre-XF2. I want to believe. Spoilers ligeros de la película y de toda la novena temporada.

Es uno de esos días en que Maggie coge el teléfono y sonríe al decir "Buenos días Agente Doggett".

El le  llama de vez en cuando, no de forma regular, sin motivo aparente.

Charlan unos minutos sobre el tiempo que hace. Se preguntan como están. Maggie pregunta por la Agente Reyes. Doggett responde "Todos están bien, Maggie. ¿Está usted bien?" Ella, como siempre, responde que sí.

Ambos piensan en ese momento que los fuertes saben mentir.

Y a ambos les reconforta oírlo, porque saben que los fuertes nunca mienten del todo.

Es uno de esos días en que Doggett, después de haber pasado un rato con la mirada perdida en un expediente antiguo, se da cuenta de que no está leyendo, sino mirando la letra de Scully.

Solo en el despacho, se da un momento para pensar en lo que debe sentir Scully cuando piensa en William, para imaginar lo que siente Mulder respecto a la decisión que ella tomó.

Piensa en su responsabilidad personal por no evitarlo

Cierra entonces los ojos, se retira un par de lágrimas y pronuncia un "Está hecho".

Entonces mira por la ventanita para ver qué tiempo hace, coge el teléfono y llama a Maggie.

Es uno de esos días en que Reyes se detiene tras salir del ascensor, en el oscuro pasillo del sótano. Contiene la respiración, cierra los ojos y se concentra. Puede sentir la energía remanente de todo lo ocurrido, de las búsquedas, las discusiones, las esperanzas, el amor, el dolor. Puede sentirles aún entre esas paredes. Su halo, no reclamando el lugar, sino inspirándoles. A Jonh y a ella.

Lo curioso es que, cada vez que le ocurre, al entrar en el despacho y mirar a Jonh, tiene la sensación de que él ha llorado. Rodea el escritorio y pone la mano sobre su hombro.

Es uno de esos días en que Skinner está sentado en su despacho trabajando y de pronto recuerda que ha soñado con Mulder.

En el sueño, Skinner va a visitarles, Mulder le abre la puerta y le abraza, contento de verle. Se sientan en el despacho y hablan hasta que se hace de noche, de filosofía, de arte, de psicología, de Vietnam, de política, de sociología, de comida, de Scully.

Luego, un poco, sobre William. En el sueño, él "sabe" que William está en la casa. A veces intenta visualizar el rostro del niño de seis años al que "sabe" que vio en su última visita, pero no puede. Entonces mira a Mulder, que ha dejado de hablar y parece cansado.

-Quédate a cenar, Walter, -le dice con la mirada de pronto vacía,-porque...porque tenemos que hablar de lo que importa y tenemos que arreglarlo. Tenemos que arreglarlo, ¿entiendes?

Entiende el final del sueño como un recordatorio de la gran responsabilidad que tiene al ser uno de los pocos que saben cuál es el futuro del mundo.

Pero es como si el resto del sueño sólo hablase de que le hubiese gustado conocer a Mulder de otra manera.

Eso le hace echar de menos tantas cosas que no hay en su vida que siente que le falta el aire.

Es uno de esos días en que Mulder se apoya en el quicio de una puerta cualquiera de la casa y se queda mirando el pasillo vacío en penumbra, recordando lo que ha pensado durante la última hora.

Ha estado pensando en que le gustaría hablar con Skinner de las cosas que nunca hablaron, conocerle de verdad.

Ha estado pensando en el despacho, en cómo eran las cosas ahí. Se ha preguntado de que hablarán Doggett y Reyes, pero le ha resultado incómodo, como si fuese algo demasiado íntimo para que esté bien imaginarlo.

En algún momento ha imaginado a Reyes pensando, de pie en el pasillo con los ojos cerrados. Una imagen extraña pero viva que no ha sabido cómo colocar.

Ha cogido una carta de Maggie que ha llegado por la mañana y ha vuelto a preguntarse cómo es posible que no le odie. Cómo se puede ser tan fuerte.

Ha imaginado que hablaba con William, de sus cosas, cosas de niños. Se esfuerza en convencerse de que sólo es imaginación, que es normal y no tiene nada de malo, no significa nada. Ni siquiera esa frase tan extraña con la que William se despide cada vez que hablan: He visto a mamá en la carretera. Ya viene.

Es uno de esos días en que Scully sencillamente no puede esperar que llegue ese momento sin sentido: la sensación en la carretera, de vuelta a casa.

Pero no sólo es eso: Se despierta ya queriendo volver del trabajo, a casa, a Mulder. En días así, cuando le mira, siente que juntos no están rotos. Y quiere volver, para expresárselo.

Durante el trabajo, se pregunta cómo puede estar ahí, como si las cosas fuesen normales, como si el mundo fuese normal, como si su vida fuese normal, como si no tuviese un hijo en algún lugar y un hombre al que quiere, encerrado constantemente en una casa sin apenas contacto con nada que no sea ella, como si no tuviese la responsabilidad de saber lo que va a ocurrir.

Pocos kilómetros antes de llegar a casa está ese lugar: El remanso de un río, bordeado por sauces, con una pequeña explanada que permite ver el agua desde la carretera. En un lateral de la explanada, hay tres piedras alrededor de una más grande y plana, como sillas alrededor de una mesa. No es el paisaje más bonito del trayecto al hospital, sólo uno más. Sin embargo, ocurre que hay días en los que Scully no puede evitar pensar que, si William estuviese, irían ahí a merendar.

Y duele mucho, porque no hay esperanza, no puede permitirse tenerla, y es demasiado importante para poder soñar con ello.

Lo extraño es que esa desazón siempre la siente después o antes. Pero al pasar por delante, los días en que se permite mirar, se siente inmensamente feliz.

En ese instante, es como si olvidase que no hay esperanza.

Es uno de esos días en que William mira por la ventana y empieza a saber cosas.

Algunas no le gustan y le ponen verdaderamente triste. Son cosas como las que ocurren en los tebeos de superhéroes. Sólo le consuela pensar que en esas historias alguien salva al final a los buenos y castiga a los malos.

Otras cosas que ve, las de días como hoy, son mucho mejores. Se ve sentado con un señor y una señora en unas rocas junto a la carretera, comiendo sandwiches de queso mientras le dejan beber todo el refresco que quiera. Le sonríen sin parar y le abrazan, le dicen que le quieren y que todo va a ir bien. A veces es extraño, porque la misma mujer pasa en un coche por la carretera y mira hacía allí.

Después, se imagina en un sitio cercano, hablando con el señor.

No entiende por qué el señor a veces le llama hijo, ni por qué puede hablar con él pero no con la señora, ni por qué parece muy triste cuando hablan aunque en la explanada junto al río es feliz.

Al despedirse, le da pena dejarle sólo y triste.

Por eso siempre le recuerda que ella ya está llegando a casa.

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Versión larga aquí: Mientras...

autor: yuvia, x-files: mulder/scully, #tabla básica

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