Tesis sobre el uso diferencial del tacto entre Mulder y Scully, Por Fox Mulder

Jul 27, 2009 00:59

Autor: yuvia   
Fandom: Expediente X
Tabla: yuvia.livejournal.com/100139.html
Personaje/Pareja/Trío: Mulder/Scully
Tema: #30-Interesante (opción escritor)
Todos los públicos.

Dos cosas:
-Tabla acabada.
-Perdón por la inmensa longitud de algunos, especialmente los dos últimos

No deja de ser interesante el hecho de que Scully evita tocarme a no ser que tenga un buen motivo para ello, mientras que yo me sirvo de cualquier excusa para tocar a Scully.

A lo largo de los más de cinco años que llevamos trabajando juntos, he desarrollado una tesis sobre el uso diferencial que ambos hacemos del tacto en nuestra relación. Mis conclusiones podrían resumirse del siguiente modo:

Todo ser humano necesita tocar y ser tocado por otros seres humanos. El sentido del tacto, primero en desarrollarse, es un medio de comunicación ancestral, evolutivamente anterior a otros medios. A pesar de que en la cultura actual, particularmente la occidental, las normas sociales marcan límites a la experiencia táctil, inhibiendo este tipo de comunicación en muchos casos, la necesidad de la misma se mantiene constante y está comprobado que mejora el desarrollo psicológico de los individuos, aumenta su autoestima y su percepción de ser aceptados por los demás, es beneficioso para la salud psíquica e incluso física y, en definitiva, nos hace sentir mejor.

Vamos, que hay que tocarse.

En el caso particular tratado aquí, individuo Scully e individuo Mulder, dicha necesidad ha sido en los últimos años satisfecha casi exclusivamente por el contacto mutuo (a no ser que Scully tenga una interesantísima vida sexual que me oculta). La ausencia de otros amigos íntimos, la falta de tiempo a causa del trabajo para mantener relaciones sociales frecuentes y la necesidad de mantener en secreto aspectos importantes de nuestras vidas ante otros por lo complicado que sería explicarlas y el peligro de... no ser creídos, que inhibe la creación de lazos de confianza haciendo difícil la consecución de pareja sexual y su mantenimiento, el vivir en una gran ciudad, los puestos de trabajo en los que se exige un protocolo estricto en el trato con los compañeros, etc, restringen el contacto físico al mutuo. A su vez, los fuertes lazos de confianza y apoyo que se han creado entre nosotros a lo largo del tiempo, potencian dicho contacto que, ya no sólo cubre la necesidad, sino que es usado para mantener esos lazos y comunicar o expresar su existencia.

Aún teniendo presente el importante lazo afectivo de Scully con su madre, podría decirse que sólo confiamos el uno en el otro, lo que conduce a que la vía de consecución lógica de la necesidad de contacto físico se dé entre los dos.

Nuestro diferente comportamiento a la hora de tocarnos (yo lo busco en general, ella lo evita, salvo en ocasiones que lo requieren por motivos que desarrollaré posteriormente) es explicable en base a nuestras distintas experiencias vitales y nuestra educación. Así:

-Si bien no crecí en una familia particularmente cariñosa, exceptuando a mi hermana, la desaparición de ésta provocó en mí un aislamiento comunicativo generalizado. Su ausencia implicó, por un lado la pérdida de la persona con quien mantenía mayor contacto y, por otro, la aparición de una dificultad para comunicarme o expresar mis sentimientos, tanto con mis padres como con compañeros y amigos. Inconscientemente palié estás carencias con la búsqueda de contacto físico: mediante los juegos de equipo, en la adolescencia, y mediante el sexo, posteriormente. El...relativo éxito o la ausencia de grandes fracasos en ambas actividades, provocaron en mí la percepción del contacto físico como algo positivo y liberador. A esto se une que no me sentía del todo aceptado socialmente a causa de algunos comportamientos depresivos, en principio, y por mis poco convencionales ideas posteriormente; y mi fracaso en relaciones sentimentales, probablemente debido a las mismas causas. Todo derivó en potenciar mi percepción positiva del contacto físico como modo de comunicación necesario y útil, con el que me sentía particularmente cómodo.

-Scully, a pesar de ser criada en una familia en la que probablemente el contacto físico era habitual, tiene otros condicionantes que le impulsan a inhibirlo. Es probable que su educación en colegios religiosos influyese en este sentido, percibiendo durante su desarrollo el contacto físico como algo "con lo que había que tener cuidado", un elemento con connotaciones sexuales asociado así, aunque secundariamente, al pecado. Algo no bien visto, que era necesario controlar e inhibir. Es posible que no tuviese esa vía de escape de los deportes, habitual en los chicos. Asimismo, ese "tener cuidado" se potenciaría en los contactos con los chicos, por no estar habituada al trato con ellos en el colegio, apareciendo el miedo a la mala interpretación o a las intenciones sexuales subyacentes asociados a tocar o ser tocada por personas del sexo opuesto. Siempre partiendo de lo que puedo saber y teniendo en cuenta mi casi absoluto desconocimiento respecto a las relaciones sentimentales de Scully, que ignoro si pudieron promover o paliar su tendencia a inhibir el contacto físico, entramos en su edad adulta. El trabajo en el FBI potencia sin duda esa inhibición, más teniendo en cuenta el hecho conocido de que Scully considera que debe dar una imagen de seriedad y frialdad para ser respetada por sus compañeros, especialmente los masculinos, y utiliza esa frialdad para constatar su competencia, su fuerza y resistencia ante los elementos potencialmente emotivos inherentes a este trabajo, para reafirmarse ante ellos. Del mismo modo que evita llorar, evita consolarse en el contacto físico.

Por supuesto, influye en nuestro comportamiento diferencial la coalición de ambas personalidades y visiones distintas del hecho: Si soy yo el que toca, es ella quien debe evitarlo. Si yo provoco el contacto físico, no es necesario que ella lo provoque ya que ambos somos satisfechos sin necesidad de su iniciativa. Si yo invado su territorio, su espacio personal, fuerzo los límites, toco, es ella quien debe mantener su espacio, marcar los límites, evitar en contacto, supuestamente como medida preventiva a fin de que no se nos vaya de las manos y el contacto físico derive en un comportamiento sexual que pueda implicar complicaciones en nuestra relación. Cosa que yo no temo, pero ella sí. Bueno, igual yo también o ella no. Pero ese es otro tema para ser desarrollado en otra tesis.

Acorde con todo lo anterior, el contacto físico entre el individuo Scully y el individuo Mulder se ha mantenido en crecimiento constante a lo largo de años debido a la creciente necesidad del mismo. Siendo provocado de forma diferencial por los dos individuos. Así, yo toco a Scully casi siempre que puedo, manteniendo una estricta inhibición (sencillamente nunca ha ocurrido salvo por accidente) respecto a todas las zonas corporales prohibidas por sus connotaciones sexuales y las potencialmente erógenas típicas. Mi comportamiento es en ocasiones inconsciente (mano al final de la espalda al caminar, rodear los hombros con el brazo para mostrar algo, mano sobre mano para mostrar énfasis en una afirmación, etc) y en ocasiones buscado por un simple mecanismo de deseo-consecución del deseo (abrazos, manos en el hombro en muestra de apoyo, besos en la frente, etc.).

Scully, sin embargo, suele tocarme en base a un motivo y tras la toma de decisión. Los motivos se acoplarían a la clasificación habitual social, por un lado:

-Rituales: A menudo inhibidos pero presentes en ocasiones, apretones de manos, palmadas en el hombro.

-De hostilidad: Lo cierto es que estos no se dan demasiado: Ella es más de tirarme cosas a la cabeza o apuntarme con la pistola y punto.

-Profesionales: De tipo médico, como curarme heridas, comprobar mi estado físico, fiebre, roturas, etc.

-De cuidado físico: Colocarme la corbata, quitar el polvo de la chaqueta y similares.

Y, por otro lado, los emotivos: Abrazos, besos en la frente, manos en el hombro, manos cogidas. Estos últimos siempre mediados por sucesos de gravedad variable. Con la particularidad de que se muestra, como sería de esperar por otra parte, más propensa a iniciarlos cuando el afectado emocionalmente soy yo.

En definitiva, Scully y yo hemos mantenido durante años una vida táctil sana y responsable, un equilibrio basado en acuerdos tácitos: yo tomo la iniciativa en general, ella la toma cuando mi estado emocional lo requiere, las maniobras de control para que no pueda derivar en un contacto sexual se han llevado a cabo de modo que no implique que el otro se sienta rechazado en el contacto físico, y ambos lo hemos aceptado y nos hemos sentido bien así. Vamos, que nos hemos tocado todo lo que hemos querido y sin problemas.

Y aquí es donde viene el "pero" y la discusión a la tesis. Porque eso ha cambiado.

Lo malo de los acuerdos tácitos es que suele costar mucho demostrar que se han roto, pero es como yo lo siento. No sé si el motivo es que estuvimos a punto de besarnos y que encima no nos besamos y que encima no lo hemos hablado, no sé si es que ve en Diana una amenaza y que sencillamente le pone enferma, no sé si es que ya no estamos en el despacho, que hay gente alrededor mientras trabajamos en escritorios separados, si ha habido menos situaciones de peligro que impliquen una necesidad de contacto...o si simplemente es que yo lo necesito más que nunca y ella no.

Nos tocamos menos. Me evita más. Sé que no puedo ser objetivo pero creo que es un hecho.

Aquí las hipótesis, y las hipótesis sólo pueden ser dos. Sólo existen dos motivos lógicos por los que una persona habituada al contacto físico, como digo creciente a lo largo del tiempo, puede llegado un momento evitarlo:

-El descenso de la confianza o el cariño hacia la otra persona. No creo que Scully confíe menos en mí, no hay motivos. No creo que esté enfadada conmigo de forma importante, me habla como siempre, me escucha como siempre, discutimos cuando discutimos, como siempre.

-La aparición o constatación de un deseo sexual que se considera necesario inhibir mediante la evitación del contacto físico.

Me decanto por la segunda.

En primer lugar porque, sin duda, la prefiero. A estas alturas no voy a negar que el deseo existe por mi parte. Dado que sería correspondido, no habría gran problema. Lo del miedo brutal a acostarnos y que eso estropee las cosas, como decía, es para tratarlo en otra tesis... Pero creo que sería la mejor opción. Desde una perspectiva puramente psicológica. Y porque quiero y punto, claro.

En segundo, porque es sin duda la más probable. De hecho incluso creo posible que yo esté también evitando inconscientemente el contacto por ese motivo. La otra hipótesis no tiene base, la inhibición del contacto físico es habitual cuando existe un deseo sexual no expresado y, qué demonios, estuvimos a punto de besarnos y...que todo lo demás, que es mucho tiempo para no ver ciertas cosas que saltan a la vista.

Lo echo de menos. Supongo que puedo con lo del deseo sexual por el miedo y porque no puedo echarlo de menos, o porque es algo que de todos modos pasa por lo otro. Lo echo de menos muchísimo.

Y ése es mi último apunte a mi tesis, mientras estoy sentado en la mesa, en casa de Scully. Tremendamente frustrado porque hemos quedado para analizar un posible caso que no podemos investigar porque no es nuestro y no vemos el modo de investigarlo sin movernos de Washington, sin faltar al trabajo, sin que se note. Tremendamente frustado porque hace una hora le he rozado el pecho sin querer al pasarle un papel y ha provocado una situación tan incómoda que la tensión se podría cortar. Y no es para tanto, y no es lógico, y nosotros no somos así.

-No podemos seguir así, Mulder,-me dice con la cabeza apoyada sobre la mesa, desde el otro lado,-es que no podemos hacerlo. No podemos estar en dos sitios a la vez, no podemos hacerlo desde aquí. Y estoy cansada de esto, estoy cansada de paseos al despacho de Kersh, y de broncas, y de amenazas y de suspensiones de empleo y sueldo. Y tengo mucho sueño. No quiero desanimarte ni dejarte tirado, pero yo no puedo más. Al menos hoy. Estoy muy cansada. No puedo concentrarme.

-Vale.-No soy quién para llevarle la contraria, teniendo en cuenta que tiene toda la razón del mundo, y que yo llevo un buen rato sin concentrarme en otra cosa que no sea ella-yo-tacto.

-Lo siento.

-No importa. Vete a dormir, anda. Ya lo hablaremos mañana.

Me levanto y me pongo la chaqueta, dispuesto a irme, frustrado.

Pero, al pasar por su lado camino de la puerta, se levanta y lo hace. Puro y simple contacto físico innecesario: un par de palmadas en el antebrazo y lo aprieta con la mano.

Y antes de que me dé cuenta la he abrazado. Demasiado bruscamente, tanto que se queda estática sin abrazarme.

-Mulder...¿ocurre algo?

-Que quiero un abrazo.

A pesar de todo lo anterior, en mi vida he pedido un abrazo que recuerde. Pero sin duda en mi vida he pedido un abrazo en ese tono de desesperación pueril. Tan desesperado que se ha reído. Pero me abraza, con fuerza.

-Vale. Quieres un abrazo, tienes un abrazo, hombre. Sólo faltaría.

Que sea la respuesta lógica previsible en base a su modo de comportarse ante una petición así, no resta que implique un alivio inmenso. No deja de ser curioso como, por más que eches de menos algo, nunca eres consciente de hasta qué punto lo echabas de menos hasta que ocurre de nuevo.

Así que se me olvida. Todo. Pero sobre todo el paso del tiempo.

Lo curioso es que ella también parece haberlo olvidado. Abro los ojos y la miro, la cabeza sobre mi pecho, los ojos cerrados y una sonrisa.

-Scully, ¿te estás quedando dormida?

-Un poco. Pero no importa, eh.

Le doy un beso en la frente y me separo sin ganas.

-Me voy.

-Pues hasta mañana.

Se queda apoyada sobre la mesa, con una sonrisa adormilada, mientras camino hacia atrás hacia la puerta.

-¿Te sientes mejor?

-¿Perdona?

-Ya sabes, los abrazos son terapéuticos, está comprobado científicamente. Antes parecías... preocupada y ahora estás sonriendo. Me preguntaba si te sentías mejor.

A veces no soy consciente de que me pongo tan pesado con la psicología como Scully con otras ciencias.

Me mira con el ceño fruncido, como si estuviese loco, pero aún sonriendo.

-Yo me siento mejor. Pensé que igual tú también.

Se echa a reír, medio asintiendo.

-Lárgate, Mulder.

Apoyo la espalda contra la puerta, queriendo pedir demasiado.

-La otra tesis para otro día, entonces.

-¿Otra tesis?

-No te preocupes, Scully. Si va a ser para bien. Buenas noches.

.

autor: yuvia, x-files: mulder/scully, #tabla básica

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