Es curioso, pero cuando tengo un buen día no pienso tanto en ella.
La verdad es que nada en absoluto. Cuando me brilla la voz y tengo la tripa llena no se me ocurre decir ni pío. Cuando tengo un mal día hablo con la Muerte constantemente. No del suicidio porque, sinceramente, no es lo bastante dramático. A la mayoría nos gustan los escenarios, y
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