Salut!
Después del preapocalipsis zombie, mejor conocido como semana de finales, llega el tan ansiado final de "Sombras". El Marginal y Hokage - sama al fin se han reconciliado pero... ¿tendrán su "vivieron felices por siempre"? ¡La respuesta al alcance del cursor!
IX Ocaso.
- Sasuke - kun, toma. Para tu ama de llaves.
Sakura estaba más que acostumbrada al tipo de miradas que le dirigía su jefe. La que tenía en ese momento era la de “desearía enviarte al mundo de Tsukiyomi para ser torturada pero no puedo porque me ahorras mucho papeleo”.
Sasuke, al ver que no surtía efecto, decidió enfocarse en el envase que le ofrecían.
- Creo que no le vendría nada mal. Lo que usa para fregar los pisos apesta.
- Lo imaginé. ¡Hasta el lunes, Sasuke - kun!
- Gracias por tu trabajo.
Se quedó solo en la oficina. Había sido una semana pesada. La misión que habían enviado las cinco naciones ninja para capturar a una peligrosa banda de contrabandistas por poco y fracasaba. Había quien había sugerido que detrás de ella se encontraba Uzumaki Naruto, de quien habían perdido la pista desde hacía algunos años. Konoha no confirmó el rumor, pero tampoco se esforzó por desmentirlo. Aunque atraparon a los maleantes, quienes para sorpresa de todos se sabían conducir bastante bien pese a no ser capaces de manejar ninjutsu; la inquietud sobre lo que pudiera estar haciendo Naruto crecía más y más.
“A buena hora vienen a sentir remordimiento”, se decía Sasuke en cuanto oía las sospechas de Raikage y del nuevo Tsuchikage. Él no hacía nada por calmarlos. Si gracias a ellos tanto él como Naruto habían pasado un infierno, era justo que ellos también disfrutaran un poco de la tortura de la duda. Sasuke podría ser un kage, pero su espíritu vengador se negaba a morir.
Terminó de arreglar unos papeles y salió de la oficina. Ya no iba a la montaña de los Hokages como acostumbraba, sino a comprar los ingredientes para su cena.
- Buenas tardes - lo saludó la empleada que le iba a cobrar.
- Buenas tardes - Sasuke pensaba que ese día haría takoyaki. No confiaba en que su ama de llaves tuviera comida lista. Era un tanto incompetente.
Cuando llegó a casa, Naruto se encontraba lavando una cazuela en la que, por lo que podía alcanzar a ver, se le había estropeado el arroz.
- Es un milagro que el agua no se te queme - le dijo en cuanto entró en la cocina.
- Hola Sasuke.
- ¿Cuántas veces te he dicho que no deshagas el henge hasta que llegue? ¡Qué tal que es otra persona!
- No te preocupes, estaba meditando. Sentí tu chakra hace diez minutos.
- ¿Te dije lo de la banda de los contrabandistas, verdad?
- Sí, fue divertido propagar el rumor.
- A veces no sé si el hecho de que hayas aprendido a ocultar tan bien tu chakra es bueno o malo.
- Oh, fue una bromita.
- Que casi nos cuesta que te pongan en el libro bingo si no es por Gaara y Mizukage.
- Bueno ya, no lo vuelvo a hacer. ¿Qué vas a hacer de comer?
- Takoyaki. Por cierto, te lo manda Sakura - Sasuke le entregó una botella.
- ¡Sakura - chan! ¡Es un ángel! Que pega muy duro, por cierto. Pensé que no me iba a compartir el secreto de por qué su casa huele tan bien.
- A cambio tendrás que enseñarle a meditar. No ha parado de molestar desde hace unas semanas.
- ¡Oh! No hay problema. Todo sea por Sakura - chan.
- Hn.
- Sasuke…
- ¿Hn?
- ¿Cómo va Konohamaru?
- Aprende rápido - respondió mientras sacaba los ingredientes que iba a necesitar - solo que es un poco impertinente. Le traerá problemas a la hora de lidiar con las otras aldeas.
- Eso sí, pero para eso tienen a Shikamaru.
- Pero hay decisiones que Shikamaru no puede tomar por él.
- Buen punto.
- Es como entrarte a ti para ser Hokage. Igual de imbécil.
- ¡Oye! ¡No le digas así! ¡Fue mi primer alumno!
- Ahora me explico todo.
No era el final que ambos habían pedido. Naruto había conseguido quedarse haciéndose pasar por una anciana que llegó del País del Papel para pedir asilo. El Hokage, conmovido por la historia de la vieja, decidió emplearla como ama de llaves. Además del Consejo, solo Sakura estaba al tanto de su verdadera identidad. No podían arriesgar a que alguien más se enterara.
Aun faltaban siete años antes de que Sasuke pudiera abandonar el puesto y proponer a Konohamaru como su sucesor. Había veces en que le parecía una eternidad. Anhelaba el día en que dejara Konoha con Naruto para tener la vida que ellos quisieran. La espera era más llevadera al saber que, al regresar del trabajo, alguien le daría la bienvenida a casa.
La sombra de la frustración no se había ido del todo, pero Naruto estaba con él para disiparlas hasta que volvieran. Aun quedaba camino por andar.