PARA:
ChisheccidDE PARTE DE: Amigus anonimus
Título: A way to go
Fandom: KHR
Personaje/pareja(s): Gokudera Hayato/ Tsunayoshi Sawada una pequeña intromisión de Hibari.
Rating: K+
Resumen: Para cuando se dio cuenta que su mente ya estaba muy lejos de Kyoko Sasagawa quizá ya era muy tarde. Pasar de un debilucho a ser un buen líder no es fácil, pero con la ayuda adecuada el camino duro vale la pena.
Disclaimer: KHR y sus personajes no son de mi autoría, todo de Akira Amano
Advertencias: Slash.
Part 1 : Remembrance
Tsunayoshi había sido toda su vida una persona promedio. Bueno, quizá un poco por debajo del promedio, demasiado debilucho y quejumbroso, y nunca había
sido bueno para la escuela.
Pero hablando a grandes rasgos, tenía una vida tranquila: Una madre amorosa, aunque algo extraña en algunas ocasiones si le permitían opinar, una vida sin
sobresalir en la escuela tratando de no hacer enojar a Hibari-san y a sus furiosas tonfas y un gusto particular por una muchacha que de seguro
nunca lo tomaría en cuenta.
Eso mismo, una vida fácil de llevar.
O eso creía él, hasta que esa persona llegó a su vida.
Reborn sin lugar a duda había marcado un hito en su historia, ¿y cómo no? Si desde que aquel pequeño bebé había aparecido junto a su cháchara acerca de
convertirse en un jefe de la mafia y más su día a día no era más que un continuo ajetreo lleno de problemas y vergüenzas sin fin, podría jurar sin temor a
equivocarse que en ese corto periodo de tiempo toda la escuela ya conocía toda su ropa interior.
Sí, sin lugar a duda toda posible tranquilidad había abandonado su modus vivendi desde ese momento para ser remplazada con una explosión de caos. Y tomemos
la parte de explosión bastante literal, por favor.
Porque después de todo Gokudera Hayato no era conocido como Smokin' Bomb Hayato por puro gusto, aún recordaba con un escalofrío cómo el muchacho
le había dado caza por toda la escuela, y quizá sólo en ese momento pudo darse cuenta de que Reborn no era tan malo. Después de todo, estaba
seguro que sin esa bala de última voluntad no hubiera podido apagar todas las dinamitas a tiempo.
Y si creyó que con ello sus problemas terminarían, estaba muy equivocado. Desde ese momento en el muchacho había nacido la ferviente idea de convertirse en
su mano derecha -¡cómo si en primer lugar Tsuna pensara siquiera en hacer caso de las palabras de Reborn!- y lo seguía de un lado para otro, todo el
tiempo, todos los días de la semana. Siempre sería un misterio para Tsuna cómo es que Gokudera lograba darse tiempo para estudiar y sacar todas esas buenas
calificaciones, además de tener a la mitad de escuela tras de él -la otra mitad iba tras Yamamoto y su look de deportista feliz y desinteresado- Quizá
todos esos adornos y artilugios metálicos con adornos de calaveras tenían que ver, después de todo: ¿Quién no ama a un bad boy? Y no hablaba por
gustos personales, claro que no.
Hacerse a la idea de Gokudera siguiéndolo siempre y estando hasta cierto punto algo obsesionado con él había sido una tarea titánica, su vida sin lugar a
duda había tomado un giro inesperado después de ese acontecimiento. Los días aburridos y llenos del fracaso comúnmente conocido como Dame-Tsuna
quedaron en el olvido para dar lugar a un sinfín de aventuras y estrés que sin lugar a duda tenían impresos el nombre de Reborn por todo lugar, ese pequeño
bebé era un constante dolor de cabeza si le preguntaban.
Pero, y a pesar de todas las complicaciones que traía tener de acompañante ahora al explosivo italiano y a su tan despistado compañero beisbolista, debía
decir que se encontraba exponencialmente más feliz. Había logrado crear lazos especiales con sus compañeros, conocido personajes tan pintorescos como la
propia hermana de Gokudera y el Doctor Shamal, e incluso se había enfrentado al tan temido Hibari Kyouya una vez y vivido para contarlo, sin lugar a duda
eso no era algo que muchos pudieran decir.
Había comenzado a pensar que ser visto como el décimo no estaba tan mal, después de todo él no estaba dispuesto a tomar el liderazgo de nada, y
mientras estuviera con sus nuevos amigos todo aquel asunto de la mafia le sabía a nada más que una extraña broma planteada por el exentrico y algo
aterrador sentido del humor de Reborn. Pero esa falsa tranquilidad no había durado mucho. Su nueva paz había sido rota rápidamente con la llegada del
desastre de la mano de una risa que le produciría pesadillas incluso meses después de terminado el enfrentamiento: Rokudo Mukuro y sus secuaces le habían
hecho darse cuenta que todo aquel asunto de la mafia y su familia eran más serios de lo que había podido pensar.
Recordaba perfectamente el horrible agujero que se había formado en la base de su estómago al ver a sus amigos así de lastimados, o incluso como los vindice se llevaban al ilusionista dejando sólo impotencia y desazón en su propio corazón. Aquel fue el primer recordatorio de que todo el asunto
de la mafia, realmente era cosa seria.
El segundo vendría no mucho tiempo después y con una forma mucho más aterradora, Xanxus y su llama de la furia serían sin lugar a duda el primer escalón
que tuvo que subir para entender mejor cuál era su deber como líder.
Recordaba claramente que había sentido miedo muchas veces en su vida, pero nada ni remotamente aproximado a cuando creyó que Gokudera podría perder la vida
por aquella batalla por los anillos Vongola. Pudo jurar que más de una parte de su alma había abandonado su cuerpo cuando creyó por un momento que
no volvería a ver a su -aunque se negara aceptarlo todavía- mejor amigo.
De aquella experiencia aprendió que las decisiones durante una batalla son quizá las más difíciles de tomar, se arriesgó a perder la contienda, pero sin
lugar a duda la vida de los miembros de su familia era un millón de veces más importante. Empero, también aprendió sobre la lealtad, lealtad que
vio claramente reflejada en las acciones de los varia para con Xanxus, y lealtad que sin lugar a dudas brillaba como fuego también en los ojos de su
autodenomida mano derecha.
Pero- y aunque estaba casa seguro de que nunca en su vida iba a estar más aterrado que durante el enfrentamiento contra Xanxus, muy pronto la vida estaría
allí dispuesta a demostrarle cuan equivocado podía estar a veces.
Cuando de alguna manera había terminado en el futuro -recordar con claridad cómo habían pasado las cosas y lo cerca que estuvieron de morir en sus primeras
horas allí no hacía más que causarle una innecesaria jaqueca- tuvo que cambiar muchas cosas acerca de su visión del mundo, empezando por lo que él mismo
llamaba protegerlos. Se dio cuenta que ocultándoles la verdad no ganaba nada, sólo que sus amigos cargaran con la incertidumbre y el dolor,
recordaba claramente como la mirada de Kyoko se había apagado y las constantes sonrisas y risas de Haru se habían convertido en quedos murmuros y sollozos
en su mente
También cómo aquel futuro, mermado por la fuerza de los Giglionero, Millefiore y Gesso habían dejado huella en sus amigos, Yamamoto había
perdido a su padre y su manera de actuar distaba kilométricamente a su yo del pasado. Futa había crecido como todo un hombre, pero la sombra de la
desgracia de sus amigos se veía claramente reflejado en sus ojos, Onii-san podía ser bastante parecido a la versión que él conocía, pero había
madurado y eso se podía notar en los pequeños cambios que tenía en su actuar, Hibari-san … de él no podía decir mucho, deduciría después que de
seguro él, el Tsuna que ya era jefe de la familia tenía una relación cercana con el ex prefecto, después de todo sólo Hibari sabía de aquel plan
que su yo del futuro había planeado.
Y finalmente, Gokudera.
Gokudera era sin duda el que más había cambiado, su personalidad impulsiva y alegre de la escuela se había tornado en una más madura y algo seca por lo que
pudo averiguar, incluso se había aventurado a aprender más del pasado del muchacho gracias a esa experiencia. Pero a pesar de todo, y aunque su interacción
con el Gokudera del futuro hubiera sido infinitamente corta, esa experiencia había logrado que su relación y conocimiento acerca de su autodenominada mano
derecha creciera con creces.
Quizá más que con nadie, pues el tiempo de calidad que había pasado con Hibari-san apenas podía considerarse así, o eso al menos creía él. Si no
estaba intentando destrozarlos con esas tonfas que a pesar de los años había conservado, lo miraba con esa mirada, que Tsuna no sabía identificar
pero le erizaba los pelos de la nuca. Tsuna no podía asegurar cuál de las dos le daba más escalofrío.
En parte le agradecía a ese nuevo Hibari el que estuviera dispuesto a entrenarlo -o matarlo, como uno lo prefiera ver- estaba seguro que el Hibari
de su tiempo simplemente le habría lanzado un Hmm con aire aburrido, y luego de amenazarlo tácitamente con su mirada lo habría dejado abandonado a
su suerte, como comprobó luego cuando el Hibari del futuro había desaparecido durante su enfrentamiento con uno de los miembros del ejército de Byakuran .
Pero a pesar de todos sus esfuerzos, en el juego final del choise no habían tenido mucho éxito.
Lograron regresar a su época, y todo el asunto de la herencia comenzó.
Y a pesar de que había significado un proceso de crecimiento y desarrollo para todos sus guardianes, no podía evitar pensar que el de Gokudera había sido
el por demás relacionado a sí mismo.
G había señalado cosas que él ya sabía, Hayato era ciertamente por demás impulsivo y a veces no hacía más que causarle problemas, pero también era su mejor
amigo. No podía imaginar haber llegado tan lejos si no fuera por él.
Y… en retrospectiva, quizá ese fue el momento.
Cuando se dio cuenta de que su vida sin Gokudera no sería igual, que ese muchacho impulsivo y a quien al fin había aceptado como su mano derecha
-concienzudamente hablando, pues estaba seguro que su subconciente había tomado el título del alvino en serio desde el primer momento en que él se había
autonombrado- era una parte fundamental de él.
Un extraño sentimiento se asentó en la boca de su estómago en los días que siguieron, como si al fin entendiera algo que había estado allí ya desde hace
mucho tiempo.
Y para cuando se dio cuenta de que su mente estaba muy lejos de Kyoko Sasagawa, ya era muy tarde.
Él sentía algo. ALGO. Por su guardián de la tormenta.
Que el cielo lo ampare… ¡¿Cómo era posible?!
Entendía perfectamente que Gokudera era quien mejor le conocía, quien más tiempo pasaba con él, y probablemente quien más fe ciega le tenía.
Muchas cosas comenzaron a tener sentido en su mente, como el calor que se instalaba en sus entrañas cuando el italiano violaba su espacio personal, o las
extrañas risitas o comentarios extraños que Reborn solía soltarle, maldito bebé. ¡¿Es que él lo sabía de antemano?!
Demasiados conflictos, se dijo en aquel momento. Cuando todo terminara, cuando lograran derrotar a Byakuran- porque lo harían, tenía que creer que lo
lograrían- tendría tiempo para pensar en ello. Aunque quizá no era más que una patética excusa para no enfrentar algo que hasta para él era claro, vaya
quizá Dame-Tsuna no se había ido del todo
Part 02: So, why?
Y aunque nadie pudiera creerle, él había cumplido con su promesa autoimpuesta.
Cuando la amenaza de Byakuran había terminado, recuerda haber sentido que el peso del mundo al fin abandonaba sus hombros. Había deseado hacer tantas cosas
en ese momento, y al mismo tiempo se sentía un poco vacío.
Todo lo que había pasado con ese Byakuran, no había sido enteramente culpa de Gesso. Byakuran era un chico creado por las circunstancias, que había
aprendido a manipular lo que lo rodeaba de manera que todo fuera mejor para él.
No lo había hecho de la manera correcta, pero entendía su posición de alguna manera u otra entendía su situación, a él le habían impuesto un destino al
igual que a Byakuran.
Y como él había hecho, Tsuna también pretendía tomar el control de las pocas decisiones que eran completamente suyas por el momento. Sólo que, esperaba
tomar la decisión correcta.
Por eso cuando todos se habían separado, Gokudera había insistido en pasar tiempo con él, aunque estaba seguro de que hubiera desistido si Tsuna presionaba
un poco sobre querer estar solo, pero en aquel momento lo que más deseaba era tener a la tormenta cerca. Necesitaba aclarar su mente.
Recuerda que ambos habían estado en su habitación, Reborn curiosamente había salido sin dar razón alguna, no es que él fuera a preguntar o quisiera tener
cerca al arcobaleno de momento.
El silencio dentro de la habitación era reconfortante, no de esos incómodos a los que él solía estar acostumbrado a veces. Era un ambiente calmo que
lograba apaciguar su alma que aún estaba vibrante por la batalla que recientemente habían librado.
-Sabía que lo lograría, décimo-recuerda que había dicho Gokudera, con ese tono alegre que le conocía y esperaba nunca perdiera.
-Para nada-dijo con la voz temblante, y ese sentimiento en el fondo del estómago de nuevo- si no fuera por ustedes, nunca habría llegado tan lejos… si no
fuera por ti-su lengua picó, las palabras salían más lentas de lo que él hubiera gustado-si no fuera por ti Gokudera-kun, realmente no habría podido lograr
mucho.
Y cuando al fin terminó aquella frase pudo notar lo cerca que estaba del cuerpo del más alto, lo brillante que eran sus ojos o como se había desarrollado
su cuerpo gracias al entrenamiento.
Parpadeó un par de veces y quizá por el cansancio o el poco control que tenía de sí mismo en ese momento le jugó una mala pasada, pero en el segundo
siguiente sintió una presión agradable y suave sobre sus resecos labios.
El perfume de Gokudera era profundo y embriagante, masculino y encantador.
Se dejó envolver por el aroma y esa noche ambos compartieron su primer beso.
Aquel había sido el inicio de su… algo.
Tsuna no podía llamarla relación -quizá muy debilucho para hacerlo, debería darse un buen par de golpes para despertar- Ellos se trataban casi como
siempre, Gokudera pasaba casi todas las horas del día junto a él y a Yamamoto, los constantes pleitos entre sus dos amigos continuaban igual y las
situaciones bizarras en su vida parecían no acabar.
Quizá lo único que tenía que resaltar eran los pequeños toques cómplices que compartía cuando creían que nadie los veía, la sonrisa en el rostro de
Gokudera era única, eso pensaba Tsuna.
A pesar de que la tormenta solía sonreír mucho cuando estaban con sus amigos, cuando lo hacía sólo para él a Tsuna le parecía que su sonrisa era mil veces
más brillantes.
Y él creía que llevaban eso que había nacido entre ellos de una buena manera, Gokudera pasaba las noches en su casa tratando de ayudarle con las clases
-cosa que le agradecía, no podía creer que le tuviera tanta paciencia- Tsuna trataba de mostrarse más abierto a las pequeñas muestras de cariño que el otro
quería iniciar. -¿sería porque era italiano que era mucho más llevadero en esa clase de cosas que hacían que Tsuna se sonrojara como adolescente virginal?
…aunque claro que lo era, pero ese no es el punto.
Y a pesar de los pequeños roces que podían tener, pues Gokudera no había dejado de lado su actitud pendenciera y esa facilidad para ganarse problemas que
tenía. Tsuna era feliz.
Y era por eso…. Justamente por queso que en este momento se preguntaba; en retrospectiva ¿qué rayos había cambiado?
Porque no es que Tsuna fuera celoso, o algo por el estilo.
Pero tampoco era tan denso y despistado como todo el mundo creía, y de repente el nacido de lanada y completamente extraño que Gokudera tenía con Hibari lo
ponía de los nervios, de verdad.
Él sabía que el italiano no soportaba al prefecto, y posiblemente fuera mutuo, nunca se habían esforzado en ocultar su animadversión -bueno, Hibari tenía
animadversión por cualquier cosa que se moviera, pero esa era otra historia.
Ya eran dos semanas que la tormenta pasaba mucho-demasiado tiempo con la nube, y eso comenzaba a llamar la atención de sus compañeros y de su
propio grupo de amigos.
-Es genial que estén haciéndose más cercanos, ¿no?-Yamamoto como siempre lo veía desde el punto simple y llevadero, pero Tsuna estaba seguro de que aquel
no era el caso.
Los comentarios punzantes de Reborn tampoco ayudaban en mucho. ¡Estúpido bebé!
Y preguntarle a Gokudera tampoco servía de mucho, él simplemente lo negaría y diría que el décimo comenzaba a imaginar cosas, cómo podía creer que él se
relacionara con un ser tan insufrible y horrible como lo era Hibari.
Y así pasaron dos semanas, y Tsuna creía que iba a explotar.
Y aunque pareciera imposible, Gokudera lucía igual. A pesar de que en las clases aún mantenía su temple calmadao y cool que encantaba a la mitad
de la población femenina en la escuela.
Tsuna podía ver claramente cómo se formaban pequeñas arrugas alrededor de los ojos de Gokudera, clara señal de no haber dormido. O cómo sus cejas de
fruncían cuando el profesor no hablaba. Hayato estaba molesto, mucho muy molesto.
Y Tsuna no podía entender el por qué.
Pero estaba dispuesto a saberlo.
Part 03: In the end, i’ts because of you
Y nuevamente, como ya había demostrado que podía, venció su temor. Dejó a Dame-Tsuna de lado por un momento y enfrentar a Gokudera.
Pues además sabía que si no lo hacía en ese momento, nunca más podría reunir el valor para hacerlo.
Así que esa noche, y con más convicción de la que él se creía capaz de poseer, le dijo a Gokudera que tenían que hablar.
La mirada aterrada y la ligera palidez que le regaló el rostro de su guardián lo descolocó por un segundo, pero el muchacho accedió a los pocos segundos,
así que Tsuna trató de obviar este hecho.
La noche tardó mucho en llegar, o eso pensaba él.
La tensión en la mañana había sido palpable, ni los comentarios salidos de Yamamoto habían logrado apaciguar ese horrible ambiente.
Y tampoco había ayudado que Reborn hubiera decidido desaparecer casualmente ese día. Repetía, maldito bebé.
Su madre había preguntado si querían algún bocadillo mientras le dedicaba a Tsuna una mirada difícil de descifrar, él simplemente se había negado alegando
que Gokudera iba ayudarle con un trabajo especialmente difícil, para asegurarse que nadie lo interrumpiera -lo que parecía ser pan de todos los días en la
residencia Sawada-
El ambiente se había vuelto tenso, aquellos silencios reconfortantes pasaron al olvido y ahora sólo quedaba ese sentimiento de molestia en el aire.
-Décimo…
Curioso, Tsuna no había esperado que Gokudera fuera el primero en hablar. Pero mentiría si no dijera que lo que más le sorprendió estaba apenas por venir.
- ¡Puedo mejorar! ¡En serio! ¡No me cambie por Hibari!
Tsuna podría jurar que si su mandíbula no estuviera pegada a su rostro, se hubiera caído de su rostro.
Pero es que… de verdad.
El muchacho italiano tenía una posición extraña, como tratando de imitar las exageradas reverencias que hacía- o intentaba hacer- Basil.
-E-espera Gokudera-kun ¡¿Qué se supone que significa eso?!
¡Cierto! Él tendría que ser quien le reclamara, bueno. No, eso no. Reclamar y hacer una escena era un privilegio único de las muchachas y él, positivamente
no era una. Pero una explicación nunca está demás… y, ¿cómo es que se había terminado desviando?
-Prometo que me volveré alguien digno ¡Lo juro, décimo!
Tsuna trataba de ordenar sus ideas, porque todo aquello parecía no tener ni pies ni cabeza.
Pero la tormenta no le permitió decir nada, él continuo con su monólogo.
-Sé que de alguna manera en el futuro él terminó teniendo más confianza con usted, Décimo-parecía realmente compungido por aquello, pero de cualquier
manera continuó hablando-Así que cuando volvimos al presente-y esta vez se sonrojo-y supe que mis sentimientos eran de alguna manera correspondidos, me
propuse encontrar ese algo en él que le había inspirado tanta confianza al Décimo del futuro, pero por mucho que lo intenté -sus manos presionaban con
fuerza sus pantalones holgados, parecía realmente frustrado- por más que lo intente… no pude hacerlo.
>> Así que pensé… que la mejor idea era preguntarle directamente-y Tsuna se preguntó cómo rayos había sido ese preguntar directamente, sabiendo el
poco aprecio que la tormenta sentía para con la nube. Oh.. Oh… comenzaba a entender las cosas- Pero ese bastardo-incluso podría jurar que escuchaba como
los dientes de Gokudera tronaban al ser presionados-después de todo lo que tardé en preguntarle, ese bastardo simplemente se rio ¡Ese maldito!
Y Tsuna entendía la frustración, Gokudera era por decreto público orgulloso.
La verdad no podía imaginárselo haciendo algo como pedir consejo a Hibari… a nadie en realidad, pero analizando eso… si él era capaz de hacer eso
por él. Oh… ese calor en la base de su estómago de nuevo.
Maldición que él también era un estúpido.
- ¡Pero no importa!-el ritmo de sus pensamientos fue cortado por la voz de Gokudera-Deme solo una oportunidad más, décimo yo…
Pero esta vez fue turno de Tsuna de hacer que se callara, imitando la acción que Gokudera hubiese hecho la primera vez que se besaron: Tsuna se estiró lo
largo que era hacia adelante y depositó un pequeño beso en la comisura de los labios de la tormenta.
Él le miraba con los ojos abiertos, relampagueantes.
-Mejor así, Gokudera-kun-admitió riendo un poco, rascando su mejilla.
-Pero…
-Alto, déjame terminar-y tomó aire, tratando de poner sus ideas en palabras-Aunque no estoy seguro de donde sacas esas ideas -dijo con un suspiro, aunque
bueno quizás ya no era tan buena idea admitir que él también había comenzado a hacerse ideas acerca de algo entre la nube y la tormenta… sonaba realmente
tonto si lo veía bien.-Pero no tengo interés alguno en Hibari-san
Declaró finalmente.
Los ojos de su guardián le miraban como si fueran a abandonar sus cuencas de un momento a otro.
- ¿Está hablando en serio…?
Gokudera siempre había solido ser un poco inseguro sobre sus capacidades como mano derecha, especialmente cuando los de la familia del primo los habían
visitado. Pero gracias a las palabras de Tsuna, de su décimo había logrado superar eso.
-Por supuesto…-fue dicho en un susurro, como si al fin reparara en lo vergonzoso de esa confesión-Sin lugar a duda, no hay persona a la que quiera más que
a ti.
Porque Gokudera lo había apoyado desde el inicio de todo, había sido el primero en notar su valía, y aquel que siempre estaba dispuesto a correr riesgos
por él.
Dispuesto a ser su mano derecha y avanzar junto a él.
-Y sólo porque eres tú.