Death Note Fic: Tema #6: Escape

Dec 01, 2010 13:18

Tema/Título: #6. Escape.

Personajes: 1.Mello, L, 2.Near.
Rating: G
Ubicación: Wammy's House era.
Género: General.
Advertencias: ninguna.
Número de palabras: 2351

Argumento: Mello se queja del comportamiento de Near y L le explica el por qué las mentes brillantes tienden a desarrollar manías.
Notas: se lo dedico a tary_nagisa  como regalo atrasado de cumpleaños. Aunque se puede leer de forma independiente guarda algo de relación con el fic Noche de Halloween

Link a fanfiction.net: lo editaré cuando lo suba allí.

N/A: Después de mil millones de años vuelvo a actualizar una de las tablas de Mello/Near. Como ya comenté este fic guarda algo de relación con el fic Noche de Halloween (Tema #27: Miedo. de la misma tabla), digamos que es una tanda de dos fics con Halloween como tema, aunque este no se centra tanto en Halloween es donde explico el por qué esa fiesta era la favorita de L ^^. Se pueden leer por separado sin problemas, pero si alguien leyó el otro fic recomiendo que lea este también para que las cosas le queden más claras ^^.

No es más que un fic moñas en el que L habla con Mello, pero es que tengo un poco de debilidad por esas sesiones secretas que ambos mantenían ♥

Se lo dedico a tary_nagisa  como regalo atrasado de cumpleaños, ya que me dijo en el otro fic que esperaba ansiosa este one shot. Pues nada chica ¡espero que te guste! ^o^

Como siempre, más comentarios al final ^^

Disclaimer: Death Note, sus personajes y argumentos pertenecen a Tsugumi Ohba y Takeshi Obata y yo no gano ni un céntimo haciendo esto T___T

¡Espero que os guste!

ESCAPE

-Y eso es todo -zanjó el joven, cruzando los brazos alrededor de sus rodillas y dando un mordisco a su tableta de chocolate, esperando el veredicto de su interlocutor.

El detective esbozó una leve sonrisa. Conocía bien esa actitud. No era la primera vez que Mello le abría su corazón buscando consuelo a su frustración. Era un chico bastante reservado con sus asuntos personales, e incluso alguien como L tenía que echar mano de todo su ingenio para conseguir que sacara todo aquello que llevaba dentro. La mirada huidiza de Mello, que recorría la estancia para, de vez en cuando, posarla de soslayo en su mentor, confirmaba que se hallaba ante uno de esos momentos en los que el nerviosismo se había apoderado de él después de una confesión obtenida por hábiles métodos. Una mezcla de psicología, experiencia y sentido común bastaba para lograr conducirle, sin que lo advirtiera, hasta donde el detective quería llegar.

Y como siempre, en el noventa y nueve por ciento de los casos, y por las razones más dispares, los problemas de Mello tenían un origen común: Near.

Ya fuera por una nota en un examen, una mala contestación o su simple presencia, Mello siempre tenía algo de lo que quejarse.

-No tienes por qué molestarte por eso, todos tenemos nuestras manías -comentó L, observando cómo Mello refunfuñaba a disgusto por el comentario.

La mayoría de las veces, las quejas de Mello se basaban en la actitud de Near en general y en la actitud de Near hacia él en particular. En ese aspecto, Mello era como el perro del hortelano, que ni come, ni deja comer al amo. No soportaba la presencia de Near quien, hiciera lo que hiciese, siempre le sacaba de quicio, pero por otro lado, tampoco soportaba que éste le ignorara.

Ese día, Mello había estado criticando la afición de Near por los juguetes, el cómo se aislaba de todo lo que sucedía a su alrededor y se refugiaba en su pequeño mundo mientras jugaba.

-Pero una cosa es tener manías y otra es que te vuelvas casi autista -argumentó Mello.

-Es simplemente una vía de escape -explicó L, sabiendo de antemano que tendría que hacerlo con más detalle.

Mello volvió a dar un mordisco a su tableta de chocolate, impaciente por saber qué quería decir L con aquello. El hombre, al verle, asintió corroborando su actitud.

-¿Ves? Tú mismo acabas de hacerlo. Tú te refugias en el chocolate, es tu vía de escape cuando estás nervioso, preocupado o incluso cuando estás especialmente contento. Mírame a mí -dijo L, señalando la taza de café y los numerosos dulces que abarrotaban el escritorio- incluso yo también tengo mis manías.

-Pero yo creía que comías dulces porque el azúcar era bueno para el cerebro -comentó Mello, creyendo que había estado equivocado todo ese tiempo.

-Es cierto, pero es sólo una casualidad que mis manías hayan sido beneficiosas para mí en ese aspecto. Si no me gustaran los dulces, no los comería, y si no fuera mí manía, no los comería a todas horas.

El joven asintió, comprendiendo lo que L acababa de decir. El adulto continuó con su explicación.

-Está comprobado que las mentes brillantes tienen más tendencia a desarrollar manías que la gente normal. Aquí en Wammy’s House, todos sois chicos con cualidades excepcionales y, si prestaras atención a tus compañeros, descubrirías que todos, en menor o mayor medida, tienen alguna manía en la que se refugian.

El detective le dejó unos segundos para que reflexionara. La verdad era que Mello no se relacionaba mucho con sus compañeros, salvo lo imprescindible, y nunca se había parado a pensar si los demás también tenían un comportamiento maniático. Obligándose a hacer memoria le venían a la mente algunos ejemplos, como Matt, que se refugiaba compulsivamente en los videojuegos, o algunos otros casos de manía por el orden o por algunos colores. Ahora que L lo había sacado a la luz, sentía la necesidad de observar a los demás y determinar cuáles eran sus manías.

Con ello también afloraba otra dolorosa verdad: estaba tan obsesionado con Near que no prestaba atención a las demás cosas que sucedían a su alrededor.

¿Con qué derecho podía quejarse del comportamiento de Near cuando él, aunque por motivos diferentes, estaba cayendo en el mismo error?

-A diferencia de lo que pueda parecer, no es una manera de aislarse de lo que te rodea sino una manera de anclarte a la realidad. Es un mecanismo para poder hacer frente a, la mayoría de las veces, cosas banales del día a día. Cuando estás nervioso, el chocolate te ayuda ¿no? -a lo que Mello confirmó asintiendo- y no hay nada de malo en ello. Por la misma razón, Near se refugia en sus juguetes, es su forma de dar una vía de escape a cosas que no podría manifestar de otra manera. Quizá eso le ayude, por ejemplo, a reflexionar.

-También se retuerce el pelo y siempre quiere estar en el suelo -inquiró Mello, malicioso.

-Bueno, no siempre se tiene una única manía -sonrió el detective- quizá, jugar con los juguetes mientras se retuerce el pelo responde a unos estímulos concretos mientras que, jugar sin retorcerse el pelo, responde a otros. El modo en que funciona la mente y el comportamiento humano es complejo.

Mello pensó para sí mismo que, por suerte, él sólo tenía una única manía.

-Verás, te contaré algo de cuando era pequeño para que lo comprendas mejor -anunció el adulto, sirviéndose otra taza de café y apostando varios pasteles cerca para comerlos en el transcurso de la charla.

La mirada del chico se iluminó. Recompuso su postura incorporándose un poco más, para estar más alerta y, cómo no, dio un nuevo mordisco a su chocolate. De las visitas que tenía con L, aquello era lo que más le gustaba; cuando le contaba anécdotas del pasado, como los casos que había resuelto.

-No tuve una infancia normal. Ya sabes que desde que llegué a este orfanato mi vida ha sido resolver casos. Era, y es, en lo que ocupo todo mi tiempo, hasta el punto en que no asistía a las clases con los otros niños sino que recibía clases particulares en mis escasos ratos libres, por lo que no me relacionaba mucho con ellos y vivía prácticamente aislado de lo que sucedía a mi alrededor.

Mello lo miró con un poco de lástima pese a que el discurso de L no daba muestras de que esa excepcionalidad hubiera sido desagradable o traumática. Sin embargo, no pudo evitar compararla con la situación que ellos vivían hoy en día. Eran niños peculiares, de eso no cabía duda, y de igual forma recibían una educación diferente a cualquier niño normal, pero él al menos no tenía esa sensación de infancia perdida. Ninguno recibía un trato especial y disponían de ratos libres para relacionarse entre sí y desarrollarse como niños normales. El que no lo hacía, como el caso de Near, era por voluntad propia.

-Entonces llegaba Halloween -continuó el detective- y era en esa fecha cuando salía de mi burbuja para ser uno más. En ese día me unía a mis compañeros con mi disfraz y recorría con ellos las casas del pueblo pidiendo caramelos. En esa noche no había ningún niño prodigio, nadie vería en mí a ese prometedor detective que había logrado detener la tercera guerra mundial con sólo ocho años. En esa noche, era sólo un niño más que pedía golosinas con la misma ilusión que cualquier otro de su edad. Por eso Halloween es mi fiesta favorita.

-¿Pero por qué Halloween? -preguntó Mello, añadiendo una aclaración al instante-. Quiero decir… ¿por qué sólo participabas con los demás en Halloween? ¿Y la Navidad?

-Da la casualidad de que Halloween era doblemente especial para mí porque ese día es mi cumpleaños -explicó el hombre.

-Oh -murmuró Mello, sorprendido.
-Para mí, salir esa noche era como volver a los días en los que aún vivía con mis padres y era un niño con una infancia normal. Era recordar las golosinas que me daban en ocasiones especiales porque no querían que estuviera comiéndolas a todas horas -el detective rió levemente con algo de amargura, quizá por la ironía de la frase-. Era tener presente la ilusión con la que regresaba a casa, cargado de caramelos, sabiendo que me esperaba una deliciosa tarta de cumpleaños.

-¿Ese es entonces el origen de tu “manía”? -aventuró Mello.

-Exacto -confirmó L-. Desde que llegué a Wammy’s House, los dulces y las golosinas se convirtieron en la forma de que, al menos durante esos momentos, una parte de mí siguiera siendo una persona normal. Como ya te he comentado, es un mecanismo del subconsciente presente en mayor medida en personas con capacidades especiales. Si nos parásemos a averiguar el origen de todas las manías de, por ejemplo, los chicos de Wammy’s House, descubriríamos que el noventa y nueve por ciento de los casos se basarían en experiencias vividas en los primeros años de la infancia.

Fascinado, Mello se quedó pensativo unos instantes para analizar su propio caso. L no dijo nada, pero su mirada expectante le hizo saber que esperaba una confirmación por su parte a la teoría.

-La verdad, nunca me había parado a pensar en ello, pero ahora que lo dices te tengo que dar la razón, al menos en mi caso -comentó Mello-. Mi afición por el chocolate empezó antes de venir aquí, aunque como has dicho, no se convirtió en algo obsesivo hasta ingresar en el orfanato. Supongo que estuvo ahí, latente, hasta que mi subconsciente necesitó echar mano de algo que me ayudara a sobrellevar la presión.

El detective asintió, se veía que Mello había entendido a la perfección lo que había querido explicarle e incluso había sido capaz de resumirlo de manera mucho más clara.

Era muy raro oír hablar al chico sobre su pasado anterior a Wammy’s House. Normalmente sus problemas eran asuntos cotidianos del día a día y las conversaciones no solían abordar temas sobre ese periodo. No obstante, L estaba al tanto de los datos principales que aparecían en la ficha de todos los alumnos del orfanato como país de origen, fecha de nacimiento, fecha de ingreso en otros orfanatos o instituciones y por supuesto, las circunstancias familiares que habían llevado a los pequeños a acabar allí, como el motivo de fallecimiento de sus padres y si existían otros familiares que pudieran haberse hecho cargo de ellos.

De todas formas Mello no era un niño cuya infancia aportara datos relevantes. No era, como otros casos, un chico procedente de un ambiente abusivo, traumático o que hubiera estado mucho tiempo de orfanato en orfanato y familias de acogida. En principio era un niño totalmente normal.

-No vivíamos en la pobreza pero éramos una familia bastante humilde. No pasábamos hambre pero teníamos lo justo para comer y vivir, sin poder permitirnos lujos. Y los dulces y golosinas eran considerados lujos -explicó Mello con voz nostálgica-. Por eso, cuando mi madre volvía a casa y me traía una tableta de chocolate para mí era como tener una fiesta de cumpleaños. Normalmente ocurría una vez al mes y yo me pasaba los días preguntándole cuándo los iba a traer, tachando los días en un calendario y haciendo cábalas sobre qué día sería. Mi madre trabajaba en una fábrica de chocolates y mensualmente repartían las partidas defectuosas que no podían venderse entre los empleados, aquellas tabletas que estaban partidas o con el envoltorio estropeado. Para mí esto era totalmente secundario. Pero claro, ahora que me pongo a recordarlo, comprendo por qué mi madre sonreía con tristeza cuando yo le preguntaba cuándo iba a traer los chocolates. Siempre me respondía que “pronto”, aunque a ella le hubiera gustado poder hacerlo todos los días.

-Has hecho un buen trabajo -le felicitó el hombre-. Ahora ya eres capaz de comprender el por qué algunas personas utilizan estas manías como vía de escape, sólo tienes que mirarte a ti mismo y analizar tu caso y, probablemente, algo similar se podría extrapolar a cualquier otro. Así que espero que a partir de ahora seas más tolerante en cuanto al comportamiento de Near.

Mello frunció el entrecejo, reacio a dar su brazo a torcer. La mirada de L, inquisidora, le hizo relajar el gesto y acabar bajando la cabeza a modo de derrota. Si no lo hacía ¿para qué diablos había servido toda esa charla? Tenía que admitir que L era muy hábil para conseguir lo que se proponía.

Se acababa el tiempo ya que el detective miró apurado el reloj, y Mello dejó la habitación no sin antes prometerle a L que no se volvería a quejar sobre ese aspecto de Near.

Tenían horas libres y se disponía a pasar el rato en su dormitorio. Pero para llegar hasta allí tenía que atravesar la sala común para acceder a las escaleras.

Cómo no, Near estaba allí, en el suelo, jugando con sus juguetes y retorciéndose un mechón de pelo.

Mello intentó reprimir la desagradable sensación que esa visión le provocaba en el estómago. Se lo había prometido a L…

Intentó darle la espalda lo más rápido posible para perderlo de vista cuanto antes y se dirigió hacia las escaleras con paso acelerado. Cuando hubo subido un par de escalones, no pudo evitar mirar hacia atrás de soslayo por encima del hombro.

¿Qué habría pasado con Near en su infancia para que se aferrara de aquella manera a ese comportamiento infantil y solitario? ¿Tendrían el mismo origen su manía por retorcerse el pelo, por estar en el suelo, por vestir un pijama y por jugar con juguetes de niños pequeños? O en el caso contrario ¿cada una de esas manías tendría un origen diferente?

Tuvo que sacudir la cabeza para obligarse a no pensar en ello. Y siguió subiendo escalones.

No quería pensar que quizá el motivo por el que Near fuese un cúmulo de manías y que este comportamiento maniático se presentara a todas horas del día fuese que era más “especial” que él.

Y dio un mordisco a su tableta de chocolate, aunque no tuviera ganas.

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N/A: No tiene mucho que comentar XD, lo que sí he de aclarar que todo eso de la vía de escape y las mentes brillantes, las manías bla bla bla es algo que me he inventado yo y, aunque lo veo como un argumento bastante lógico, no tengo ni idea de psicología ni nada de eso como para confirmar si he acertado en algo o no XDDDD. Pero en fin, no es más que una excusa para desarrollar un argumento ;-)

Una vez más me vuelvo a inventar un pasado para Mello XDD, el pobre yo ya no sé cuantos pasados ha vivido a lo largo de mis fics XD. Lo que sí, y no sé por qué, siempre me ha dado la impresión de que Mello venía de una familia modesta mientras que a Near siempre lo he imaginado de familia adinerada. Ni idea de por qué pero es lo que se me viene a la cabeza XD.

La última frase la dejo a libre interpretación aunque yo la he puesto con una intención, cada cual es libre de interpretarla como prefiera (no tiene por qué coincidir con mi idea ^^)

Obviamente me ha gustado poner lo de L y los caramelos de Halloween, es a eso a lo que me refería con lo del otro fic. Y también me ha gustado lo de Near. Según la teoría de L, el pobre chico es un cúmulo de manías de las que no sale en todo el día!!!! eso quiere decir que el pobre se tiene que refugiar mucho en su propio mundo del que sólo sale para lo imprescindible y que el mundo exterior le abruma demasiado. No sé qué pensaréis de esto, pero yo lo veo bastante acorde con el personaje, sobre todo teniendo en cuenta el one shot post Death Note y además le daría incluso bastante explicación a su comportamiento en esa época.

Pues nada, espero que os haya gustado y espero vuestros comentarios!!!

Besitos!!

Ak

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