Guillermo Vargas Habacuc, un supuesto artista, cogió a un perro abandonado de la calle, lo ató a una cuerda cortísima en la pared de una galería de arte y lo dejó allí para que muriera lentamente de hambre y sed.
Durante varios días, tanto el autor de semejante crueldad como los visitantes de la galería de arte presenciaron impasibles la agonía del
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