Mar 12, 2008 00:54
Menos de lo que los malcríe acostumbré, pero algo es algo. Sorry, vengo de entrenar y dormi tres horas. Sepan comprender. Mañana, más.
Tabla: Temas Musicales
Fandom: Multifandom- Harry Potter
Tema: #14 En brazos de la fiebre
Claim: Mackenzie/Samanta
Título: Diagnóstico: Sexopatía
Advertencias: Femslash y delirios varios. No tomar en serio.
Tema 14: En brazos de la fiebre
Diagnóstico: Sexopatía
- Mackie- Dijo la rubia con voz ronca. Tenía los párpados abiertos y sudaba frío.- Me das calor.
La morena suspiró. Le quitó el paño mojado de la frente y lo reemplazó por uno fresco.
- Es sugestión, Sam. Tienes fiebre, es razonable que tengas la temperatura corporal alborotada.
- No.- La enferma meneó la cabeza.- Me da calor pensar en que tú tienes puesta toda esa ropa, y en lo placentero que sería quitártela prenda por prenda.
Mackenzie sintió que se ruborizaba. Había sido ella la que se había enamorado primero de Samanta, y eso había sido, en cierta medida, lo que había impulsado a la rubia a plantearse seriamente su sexualidad; era ella la que se enorgullecía de ser brutalmente honesta y decir las cosas a boca de jarro. Pero siempre había sentido un nudo en la garganta al hablar de sexo si involucraba amor. Porque de un polvo puede hablar cualquiera.
- Estás delirando.- Murmuró con voz débil.
Samanta esbozó una sonrisa torcida.
- ¡Te has ruborizado!- Dijo, alegre como una colegiala, y dos manchas rojas de exuberancia aparecieron en sus mejillas. Frunció el ceño.- Lo hiciste a propósito. Sabes que me excito cuando te ruborizas.
Mackenzie escondió la cara entre las manos. Su novia solía ser extrovertida, pero no estaba preparada para eso.
- Sam, necesitas reposo…- Su voz era casi una súplica. A su pesar, ella también estaba empezando a considerar que el sweater de lana era excesivamente abrigado.
Samanta estiró un brazo y le acarició un pecho. Mackenzie se sobresaltó.
- Maldita sea.- Murmuró la rubia.- Tienes tanta tela puesta que ni puedo sentir tus pezones. Con lo que me gustan.
- ¡Samanta!- Se escandalizó la castaña.
- Vamos, Mack, no eres tan mojigata cuando te los…- Las últimas palabras de Samanta fueron ahogadas por un gemido de la castaña. Estaba completamente roja y tenía los ojos desorbitados y vidriosos.
- ¿Ven lo que les decía?- Gimoteó desesperada.- Está insaciable. Quiere sexo a toda hora. Y cuando no, solo habla de eso.
Nymphadora Tonks parpadeó varias veces y se mordió los labios para evitarlo, pero no pudo contener una carcajada larga y profunda, que le nacía desde el estómago. A su lado, Charlie Weasley resoplaba con los ojos desenfocados y se retorcía maníacamente. Por supuesto que sabía que sus amigas tenían sexo, pero no necesitaba escucharlo tan explícitamente. Hay ciertas cosas que un hombre no puede soportar impasible. Y una conversación de ese tono entre dos de sus mejores amigas, era una de ellas.
- ¡No te rías, Nymphadora!- Se ofendió Mackenzie.- Es terrible. Me agota tanto que voy a terminar enferma yo también.
- ..y nunca te lo dije, pero me gustaría enjabonarte y…
- Pues a mi me parece hilarante- Respondió la metamorfomaga secándose las lágrimas de los ojos.- Si te enfermaras, sería ideal. Harían el amor todo el día hasta que ambas se curaran y ya.
Mackenzie volvió a hundir la cara entre las manos. Su última esperanza le había fallado.
- … aunque prefiero tu natural aroma a canela…
- Te quejas de llena, Mackenzie.- La regañó Tonks poniéndose de pie.- Y discúlpame, pero mira el estado deplorable en que me has dejado a Charlie con eso de andar por ahí cumpliendo fantasías masculinas.- Lo tomó de la mano y el muchacho se paró, más por inercia que por verdadera conciencia.- Yo tengo que hacer algo al respecto.- Se dirigieron a la puerta. Tonks se volvió para guiñarle un ojo antes de salir.- Afortunadamente, no son las únicas que tienen sexo, Mackenzie.
- De todos modos, siempre me ha parecido que tienes pies extremadamente sensuales…
- ¡Ahhhh! ¡Cállate de una vez, Samanta! Haremos el amor hasta que grites tanto que Merlín se levante de su tumba, pero ahora, ¡cállate!- Pidió la castaña mientras se quitaba el sweater.
La rubia pestañeó, con ojos inocentes.
- Pero si no me apetece.- Mackenzie gruñó mientras se quitaba la camisa, dejando al descubierto su sujetador rojo, que dejaba a la vista sus pezones erectos.- Aunque pensándolo mejor…
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