[Respire profundamente y hable.
Chizuru: Si encuentras a Hijikata...
Me detuve. ¿Estaba realmente bien que preguntase? Desechando el pensamiento, seguí hablando.
Chizuru: ... ¿Que harás? ¿Lo has decidido ya?
No quería convertirme en una pesada, y estaba preparada para que se cabrease conmigo, pero no hizo nada parecido.
Okita: Soy el hijo de un samurai, sabes. ... Mi familia no era realmente rica aun así
No estaba segura de que tenia que ver esto con Hijikata, pero Okita no era normalmente alguien que hablase sobre su vida, y quería saber todo pudiese enterarme sobre el.
Okita: Mis padres murieron cuando era realmente joven, y el Shieikan fue lo suficientemente amable como para acogerme como aprendiz.
Chizuru: Shieikan...
Había oído ese nombre algunas veces antes, de algunos otros miembros del Shinsengumi.
Chizuru: Ese es el dojo de Kondou-san, ¿no?
El sonrió y asintió, entonces explico como la mayoría de los capitanes se habían conocido en ese dojo. Entre limpiar y hacer otras tareas, Okita había sido entrenado con la espada.
Okita: Kondou-san realmente cuidaba de mi. Siempre estaba feliz de practicar conmigo, o simplemente pasar el rato...Supongo que podrías decir que era como un hermano mayor.
La admiración de Okita hacia Kondou era obvia cuando hablaba sobre el. Okita miro hacia el horizonte y en su boca se dibujo una sonrisa llena de nostalgia.
Okita: De todas formas, el otro chico que era mas cercano a Kondou-san era ese autentico estúpido. Egocéntrico, arrogante, gruñón..
Chizuru: Okita-san...
Por primera vez, comencé a entender hacia donde pretendía ir con esto. Se había criado con Kondou, pero se había criado con Hijikata también. Por duras que fuesen las palabras que tenia para el comandante, no eran dichas con intención real de herir.
Chizuru: Creo que lo entiendo.
Hijikata era importante para Okita también, aunque probablemente no tanto como Kondou.
Chizuru: Vamos a encontrar a Hijikata-san. Si no nos apresuramos, va a desaparecer de nuevo.
Okita me miro incrédulo
Okita: Pensé que querías pararme.
Chizuru: Bueno... hasta ahora quería hacerlo.
Era... difícil de explicar.
Chizuru: Porque tu eres quien eres...
Porque te preocupas tanto por Kondou...
Porque puedes atesorar el tiempo que pasaste con el...
Porque puedes hablar sobre esos tiempos con una expresión llena de paz en el rostro...
Chizuru: ... Creo en ti.
Me miro fijamente por un momento, paralizado por la sorpresa. Entonces de repente, sus brazos me habían rodeado.
Chizuru: U-uh... ¡uhm...!
Okita: ... Lo siento.
Su voz no era mas que un susurro en mi oído
Okita: Tan solo sentía que tenia que abrazarte.
Sus brazos sostenían mi cuerpo en un tierno, gentil abrazo. Podía sentir su corazón latir en su pecho, y cuando hablo, su voz tembló ligeramente.
Okita: Este sentimiento... Me siento como si mi corazón se fuese a romper, pero... ¿estoy feliz?
Sonaba realmente confuso y perdido, y hasta algo asustado. Okita era tan importante para mi... ¿Que podía decirle?
Chizuru: Okita-san...
Me sentía BIEN en sus brazos. Como en casa. Parte de mi estaba preocupad de que el oyese mi corazón latir, o notase que mi cara se había encendido en un brillante tono de rojo, pero a otra parte de mi le daba igual.
Okita: ... Eres tan misteriosa.
Sentí como sus brazos me sujetaban con mas fuerza.
Okita: Quizá estoy algo avergonzado. ¿Sabes que eres la única persona a la que le he dicho algo sobre esto?
Chizuru: Eso me hace... feliz.
Feliz de que me estuviese abrazando; de que me tratase tan amablemente; de que se abriese ante mi como lo había hecho. Al final me soltó, y sonrió hacia mi suavemente.
Okita: Bueno, para responder a tu pregunta... Creo que solo quiero saber como se siente Hijikata-san]
Después de la conversación, avanzan hasta logran encontrar a Hijikata, que se había retirado como suponían a través de las montañas con el resto de sus soldados. Hijikata se sorprende enormemente al verlos.
[Hijikata: ¿Hicisteis todo el camino hasta Utsunomiya? ¿Los dos?
Rápidamente, le hizo un gesto a sus tropas de que deberían de continuar avanzando, y salio del camino para enfrentarse cara a cara con Okita.
Okita: Necesito que me digas la verdad, Hijikata-san. ... ¿Que ocurrió con Kondou-san?
Ante la mención del nombre de Kondou, la expresión de Hijikata se endureció, y sus ojos se tornaron fríos y duros.
Hijikata: Kondou-san se rindió a la Armada Imperial. Le pusieron en prisión, y entonces le cortaron la cabeza.
Chizuru: ¡Ah!
Mis manos se dirigieron hacia mi boca. Sabia que salvar a Kondou era difícil, si no simplemente imposible, pero... Oír que se había ido, que realmente se había ido...
Okita: ¡¿Y que DIABLOS estuviste haciendo?!
Okita cogió con el puño el cuello del traje de Hijikata, y gruñó al comandante como un animal furioso.
Okita: ¡Estuviste ahí! ¡Con el! ¡¿Como pudiste permitirle rendirse?!
Era la pregunta que había estado rondando en su mente todo el camino desde Edo, y ahora, finalmente, tendría su respuesta.
Okita: ¡¿Por que no le salvaste?! ¡Maldita sea, Hijikata-san, podrías haberle salvado! ¡SE que podrías haberlo hecho!
Hijikata: ¡No pude!
La voz de Hijikata estaba cercana a quebrarse, y la frialdad se había ido de sus ojos.
Hijikata: Quería salvarlo ¡Lo intente! ¡¿Crees que QUERRIA dejarle hacer eso?!
Okita: Probablemente no... pero ahora esta muerto.
Su voz no era mas alta que un murmullo.
Hijikata: Souji...
Las manos de Okita cayeron sin fuerza del cuello de Hijikata, colgando como un peso muerto. Hubo un momento de silencio... Y el puño de Okita golpeo la mandíbula de Hijikata con un fuerte crujido, lanzando al otro hombre al suelo.
Okita: Voy dejarte ir solo con esto, pero no pienses que te perdono.
Hijikata volvió a ponerse en pie lentamente, mirando con fiereza a Okita.
Okita: Es posible que yo haya cambiado. Creo que entiendo algunas cosas ahora que no entendía antes.
No parecía estar hablando para el comandante ya, y Hijikata le miro con repentina confusión Después de un momento, Hijikata suspiro.
Hijikata: Kondou-san eligió morir para que el resto de nosotros pudiésemos escapar.
El plan del jefe había sido fingir ser otra persona, nos dijo Hijikata. No decirle a la Armada Imperial que era Isami Kondou, el líder del Shinsengumi. Rechazo las objeciones de Hijikata riéndose, entonces se fue directo a las manos del enemigo para que el resto del Shinsengumi pudiese vivir.
Hijikata: ... La gente en Kyoto le conoce, aun así No había forma en la que pudiese escapar de eso. Estoy seguro de que lo sabia.
Hijikata había hecho todo lo que pude para que la corte imperial perdonase la vida de Kondou, pero al final no había sido capaz de parar la ejecución
Okita: Es mas o menos lo que imaginaba. Bueno... Es tan de el hacer un truco como ese.
Tenia una pequeña, triste sonrisa.
Okita: Aun así.. Yo... No quería que muriese.
Chizuru: Okita-san...
Pero yo no necesitaba decir nada. El ya lo entendía. Había algunas cosas que incluso Hijikata no podía hacer. El comandante había querido que Kondou viviese tanto como Okita.
Okita: Así que, ¿que vas a hacer ahora?
Hijikata se rió brevemente.
Hijikata: Kondou-san dejo el Shinsengumi en mis manos. No voy a huir ahora. Me dirigiré al norte con ellos. ¿Y que sobre vosotros dos? Podéis venir, si queréis
Tenia la sensación de que Okita ya había tomado su decisión antes de que Hijikata siquiera preguntase. Miro al otro hombre a los ojos y hablo con un tono tranquilo, moderado.
Okita: No puedo ir contigo, Hijikata-san.
Hijikata: ... Ya veo.
Parecía ligeramente aliviado, pero también parecía... triste.
Chizuru: Uhm...
Me sentía mal por interrumpir, pero parecía que Okita se había olvidado, y tenia que decir ALGO.
Chizuru: Nos encontramos con Yamazaki.
Hijikata alzo una ceja en mi dirección, y le explique como Yamazaki había sido disparado ayudándonos a escapar, y que estaba determinado a unirse de nuevo a Hijikata tan pronto como fuese posible. El comandante asintió, pero no dijo nada mas en lo que respectaba a Yamazaki.
En lo que iba a dejarnos, sin embargo, se fijo en mi con un extraño gesto que nunca había visto antes.
Hijikata: ... Cuida de Souji.
Chizuru: ... ¡S-Si!
Sonrió, y entonces nos dio la espalda y se fue.
Okita: Todo bien. Es la hora de que nos vayamos, también Necesitamos ir a encontrar a tu padre.
Chizuru: ... ¿estas seguro?
Me sonrió
Okita: Bueno, Koudou tiene la llave para librarme de la maldición bajo la estoy, ¿no?
Asentí
Okita: ... Ademas, quiero ayudarte. Moriría antes de abandonarte.
Algo en su sonrisa parecía efímero. Me preocupaba.
Chizuru: ... Yo quiero ayudarte, también
Incluso si aprendía como anular los efectos del Ochimizu, no tendría ningún sentido si Okita no estaba conmigo nunca mas. Me hacia feliz, por tanto, que viene conmigo, pero... Cuando le mire a los ojos, vi algo ahí que me hizo temer por nuestro futuro]
Ambos se encaminan hacia el antiguo hogar de Chizuru. Una noche, Chizuru tiene un sueño... Un sueño sobre su antiguo hogar, su familia, la paz en la vivían, todos eran felices. Vivían en una pequeña aldea en un campo cubierto por flores, escondida del resto del mundo. Recordaba esos días con cariño.
Sin embargo, el sueño cambia rápidamente, el cielo se vuelve rojo. Las llamas sacuden su hogar, y puede ver como su familia es masacrada, uno de ellos murió protegiéndola de los humanos que vinieron a matarlos. Todo olía a sangre, ella misma estaba cubierta de sangre.
Fue Koudou quien la salvo la vida, huyendo con ella. Aquellos días nunca mas iban a volver, su casa estaba cada vez mas lejos. "Malditos. Todo lo que queríamos era vivir en paz... Pero supongo que los humanos no nos dejaran siquiera eso. Bastardos... ¡les odio! Les odio..."
Chizuru podía sentir el odio en su corazón
Chizuru: "les odio..."
En medio del sueño, Okita la despierta preocupado, preguntándola que ocurría Chizuru intenta hacer que no es nada, incapaz de mirarle a los ojos. Okita sigue presionando, pero esto solo logra hacer estallar a Chizuru, que estaba al borde de sus nervios, gritándole con fuerza y agresividad.
Okita retrocede inmediatamente, disculpándose Al oír la disculpa, Chizuru vuelve un poco en si, preguntándose porque le había gritado en un primer lugar. Estaba dominada por le ira, el miedo y la tristeza de su sueño, hasta el punto en el que la costaba pensar racionalmente.