Más Vicio X)

May 06, 2007 17:15



Fandom: Harry Potter

Personaje: Theodore Nott

Vicio: # 28 Disfraz

Palabras: 643

Ya era de mitad de mañana. Theodore, después de convencerse de que su padre por su cuenta no bajaría de su habitación sino hasta pasado el mediodía, decidió ir a despertarlo él mismo. Se estaba haciendo tarde y la abuela los esperaba en su casa, como todos los domingos de verano. Dejó el diario el Profeta en la mesa, sin siquiera echarle una ojeada, después ya tendría tiempo.

Subió las escaleras, recorrió todo el pasillo hasta llegar a la última habitación. Odiaba, en verdad, entrar al cuarto de su padre por cualquier motivo o circunstancia. Prefería mantenerse alejado de allí, lejos de las paredes color caoba adornadas por retratos de años antiguos, imágenes de su padre y su madre, luego junto a los viejos amigos de su padre, aquellas personas siempre lo habían puesto nervioso, aunque no lo reflejara ni jamás se lo hubiera hecho saber. Pero no, esa no era la razón por la que Theodore odiaba estar allí.

Abrió la puerta y entró. Su padre estaba tirado en la cama, con la ropa aún puesta y sin arropar, tendido boca abajo. Una sola mirada bastó para que Theodore identificara que clase de ropa llevaba. Se estremeció pero se repitió a si mismo que aquello no tenía por qué incomodarle.

Sí, era por eso que la odiaba. Porque aquella habitación le hacía retroceder en el tiempo, cuando era un bebé. Le hacía imaginar la turbulenta existencia de su padre y su madre en ese entonces; servidores de un Mago Tenebroso, hacedores de maldiciones; poseedores de una fe ardiente a una causa demasiado extremista. Lo que le dolía era que habían sido unos asesinos y que ese término no les pesara.

Se acercó a la cama, y con sumo cuidado le murmuró:

─Padre, levántate.

El mortífago se removió en la cama, Theodore no podía ver si había abierto los ojos o no. Repitió sus palabras otras dos veces más y un “Abuela nos espera, sabes que odia la impuntualidad” Al fin, el hombre se incorporó, quitándose la máscara con expresión enferma. Tenía ojeras y la piel cetrina.

─ ¿Qué hora es, muchacho? ─preguntó en un bostezo. Tenía mal aliento, aparte de oler a tabaco y otras cosas más que Theodore no supo identificar.

─Mitad de mañana, ya deberíamos estar en casa de Abuela ─respondió Theodore gravemente─. Date un baño, te haré café y…

─Me basta con la poción revitalizadora ─cortó su padre.

Se levantó y observó sus ropas. Estaban arrugadas y sucias, manchas pardas y una de un color verdoso bastante inquietante. Soltó un bufido y un “maldito Macnair”.  Ese era su traje de mortífago, el disfraz de la muerte, con el que retaba a la situación, discernía con la oscuridad y una insana satisfacción con el peligro. Poder caer ó seguir, ser atrapado y enjuiciado o por el contrario, actuar inocente y sorprendedse ante los demás por los estragos que él mismo había provocado. Sólo era un juego para él, y Theodore era el único que se preocupaba por ello.

Theodore se abstuvo de preguntar que había hecho anoche, podía imaginárselo. Tampoco era la primera vez y, Theodore estaba seguro, mucho menos la última.

─Cuando estés listo, baja. Te tendré el desayuno ─dijo Theodore antes de marcharse.

Al llegar a la cocina, Theodore retomó el diario que había dejado en la mesa. Le costó mucho encontrar la noticia que buscaba, aunque le resultó comprensible, no se imaginaba al Ministerio haciendo un alarde del suceso. En un pequeño margen, tanto que podía pasar desapercibido a cualquiera, se presentaba una breve nota sobre un ataque hacia un albergue muggle. Los motivos eran desconocidos y ni siquiera habían hallado un sospechoso. Bien, el asunto queda resuelto, pensó resignado.

Ahora a preparar el desayuno, encargarse él mismo de lavar el traje de su padre, y rogar porque su Abuela no se molestara mucho por el retraso.
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