Son sólo dos criaturas más que buscan consuelo en el amparo de la noche. Solas. Tristes. Cansadas.
Jacob camina pacientemente por los límites de La push. Anhela el descanso de estar con su padre, en su casa, en la habitación birlada a Rachel.
Ella camina sin rumbo fijo. Sin pensar. Tratando de hallar sosiego. Buscando tranquilidad. Porque ver el futuro es un don, un regalo, y cuando deja de serlo se convierte en una pesadilla. Alice lo sabe muy bien, y vaya que lo sabe.
Frío y caliente colisionan. Se encuentran se miran. Se reconocen.
Y cualquier cosa puede pasar. Por que son ella y él. En medio de la nada. Buscando un consuelo ante el desengaño.