Bajo la luz del flexo, frente al portátil, transcribo nueva bibliografía para la tesis en fichas, a mano. El correr del bolígrafo. Cuánto tiempo sin escribir con él. La punta se desliza con sensual suavidad sobre la superficie gruesa, tersa, de las fichas. Mientras (es un trabajo mecánico) escucho canciones de las películas de Almodóvar. De repente
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Uhmmmmm... no sé si te lo habré dicho ya alguna vez, pero soy muy poco fan de Almodovar. Más bien soy un detractor en toda regla (pese a que me sigan fascinando La Ley Del Deseo y otras obras primerizas de él). Aun así, tengo que reconocer que la música de sus películas suele estar más que conseguida. :D (excepto cuando intenta hacernos creer que la gilipollas de Penelope Cruz canta con voz de Estrella Morente... no... por ahí no paso)
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Lo de cansarse, ay, es cierto. Lo poco que yo escribo a mano (cartas al poeta Luis Javier Moreno, como he dicho más arriba) me acaba cansando mucho. Y, al mismo, tiempo, me produce una extraña satisfacción; y me da la impresión también de que me sale una prosa más viva...
La verdad es que a mí me gusta Almodóvar, contando, claro, con sus irregularidades; y el último Almodóvar me gusta mucho; incluso La mala educación, que creo fallida, tiene unas intenciones que, narrativamente, apuntan muy muy alto -es una opinión, claro. Otra cuestión es la de siempre: en la pereza intelectual y el gusto por el tópico en España, que te guste a Almodóvar algunos tienden a explicarlo o asociarlo a ciertas tendencias, cuando no directamente a vincularlo con tu identidad, cosa que me jode sobremanera, cuando debería tratarse de una mera cuestión de cine. A ( ... )
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