Fandom: Hetalia
Rating: PG-13
Personajes/Parejas: Alemania/Veneciano y España/Romano
Resumen: Feliciano tomó los deditos de su hija y empezó a cantar algo en italiano, pero fue interrumpido por el timbre que parecía haberse vuelto loco. Como siempre, Lovino Vargas, era un huracán que aparecía sin avisar.
Advertencias: yaoi, m-preg
Ojos del color de la miel, piel rosada, cabellos dorados tan finos como el viento y una pequeña nariz como botón. En solo 3 meses la pequeña Maud había cambiado por completo la vida de sus padres de una manera tan maravillosa como chocante. Les había quitado el sueño, el tiempo y el olor normal de las cosas. Los bebés se ensucian muy rápido y ensucian a quienes están cerca y de pronto todo huele a leche, talco y a veces a pañal. El tendedero siempre estaba lleno y los biberones preparados. Ludwig y Feliciano habían renunciado a la idea vestir ropa limpia cada vez que Maud estaba despierta, pero verla sonreír era… una alegría incapaz de ser descrita por palabras, como si las nubes te rozaran las mejillas y las hadas de Inglaterra te segaran los ojos.
Era una bendición para el italiano el tener una pareja tan comprensiva como Alemania, que se turnara con él en las madrugadas para atender a la pequeña. Al principio todo el trabajo se lo llevaba Feliciano, cuyas ojeras sobrepasaron el estatus de aceptable, así que Ludwig preparó un cronograma para repartir las tareas y asegurarse que siempre todo esté en orden. Pilas de pañales limpios siempre a la mano, un procedimiento para desechar los usados, horarios para lavar los baberos para que no se acumulen, métodos para asear a Maud y turnos para darle de comer. Cada detalle, cada precaución, había sido tomada, pero aún así, era duro.
Ludwig estaba acostumbrado a hacerse cargo de Feliciano, pero un bebé era diferente, necesitaba mucha atención todo el tiempo y él tenía papeleo pendiente. También tenía que echarle un ojo a su querido Italia para que no se extralimitara y cayera exhausto por ahí o algo. El pobre no estaba acostumbrado a esforzarse tanto durante tanto tiempo, y ya no podía darse el lujo de descuidarse ni un minuto, Ludwig no podía permitir que nadie se descuidara, Fel no sería capaz… cierto? Era un temor latente en su mente. Sin embargo, lo estaba haciendo muy bien. Incluso se olvidaba de comer mientras atendía a su hija. Era sorprendente cómo el amor podía cambiar a alguien.
Apenas iban acostumbrándose a su nuevo ritmo de vida, cuando decidieron que la mejor manera de pasar su tarde era admirando a su hija. Maud estaba satisfecha y limpia, pero no tenía sueño así que se quedó mirando a sus padres recostados a ambos lados. Sus ojos ya podían discernir la realidad y sus rasgos empezaban a notarse. Sus manos se movían mucho y su boquita no dejaba de gesticular ruiditos graciosos mientras intentaba descubrir y reconocer todo lo que la rodeaba. Tenía la mirada de una chica muy inteligente y responsable como su padre, pero la sonrisa y coquetería de su madre. Era hermosa.
Feliciano tomó sus deditos y empezó a cantar algo en italiano, pero fue interrumpido por el timbre que parecía haberse vuelto loco. El ruido constante fastidió a la pequeña Maud haciéndola llorar.
-Yo iré -dijo Alemania.
Bajó las escaleras lo más rápido que pudo y al abrir la puerta casi se dio un portazo en la nariz por el impulso del mayor de los Italia. Como siempre, Lovino Vargas, era un huracán que aparecía sin avisar.
-Feli!!!!! FELICIANO!!! Tenemos que hablar!!
-Fratello? Qué sucede? -suponiendo la identidad de la visita, Veneciano se había asomado por las escaleras con Maud apoyada en su hombro.
Romano se acercó a su hermano hasta tenerlo cara a cara y con la más seria de las expresiones le dijo:
-No puedo hacer esto solo! -pero justo en ese momento cayó en cuenta que otra persona los estaba mirando.
Por lo general, cuando tenía que pisar la casa Weilschmidt, Romano ignoraba la presencia del macho patatas en su manera de decir que aceptaba la relación de este con su hermano. Pero esta vez era diferente. Miró fijamente a Ludwig a los ojos y sus mejillas se tiñeron de rojo en una mezcla de susto y vergüenza. Entendiendo la indirecta de que su presencia era demasiado incómoda, el alemán tomó a su hija y se fue a acostarla.
-Nii-chan, qué sucede? Estás bien?
-Yo… yo… necesito que me ayudes -estas palabras se ahogaron en su garganta intentando dejar el orgullo atrás. Reconocer que necesitaba ayuda era duro, pero admitir para qué la necesitaba, era más duro. Sin poder gesticular una explicación, sacó lentamente una cajita de su bolsillo.
-Vee, qué es eso?
-Necesito que me acompañes… para comprobar si… si… -colocó la caja en visión de su hermano dejando que leyera claramente “Prueba de Embarazo”.
~Hetalia~
El baño de visitas se había llenado de una atmósfera cargada de todo tipo de emociones, un entreverado de enojo, pánico, vergüenza, esperanza y stress que Feliciano no podía descifrar del todo pero que era perfectamente visible a modo de nubes negras y ondas kármicas tétricas. El menor de los Italia solo sabía que le daba miedo.
-Maldición, cuánto tiempo tenemos que esperar?
-Unos minutos más.
-Y qué pasará si es positivo? Y qué si no? Qué le digo a Antonio?
-Fratello, cálmate. Tú… de verdad quieres esto?
-…
-Vee, no tienes que apresurarte solo porque yo tuve un bebé, puedes esperar hasta sentirte listo.
-Es que… yo… me siento listo.
-Y lo quieres?
-Maldita sea, Feliciano, deja de interrogarme! Quién eres? La Santa Inquisición?
-Es que es diferente sentirte listo para algo y otra cosa es quererlo.
-Y tú qué sabes? Siempre has tenido todo fácil.
-Claro que no! -las hormonas de Feliciano todavía no habían regresado a la normalidad y estaba muy tenso por el exceso de trabajo. Pero Romano también estaba tenso.
-Claro que si! Siempre fuiste el hermano perfecto, el que podía hacer todo y al que todos querían -Romano se llevó la mano a la boca. No era su intención decir todo lo que pensaba. Ahora estaba expuesto.
-Nii-chan!
-Incluso Antonio te prefería a mí… -Romano bajó la cabeza lleno de culpa y decepción luego de haber confesado lo que tanto deseaba mantener oculto, sobre todo de su hermano. Ya no estaba seguro de nada.
-Eso no es cierto, y si hablas de cuando éramos chicos, era cuándo él no te conocía y tú solo le dabas problemas a propósito!
-A propósito?! Acaso crees que no lo intentaba pero que todo me salía mal? Pero claro, cómo puedes saberlo si eras la perfección personificada!
-Sé muy bien lo que soy y no soy perfecto! Me he ganado muchas palizas por ser torpe y mi vida nunca ha sido fácil.
-Tienes a ese mastodonte a tus pies! Tienes a todo el mundo a tus pies! Tú no tenías que sufrir como yo pensando que nadie te quiere ni se ocupa de ti!! Nunca has estado solo!!!
Un fuerte sonido atravesó el aire deteniendo el tiempo en la mejilla de Romano. Sus ojos se abrieron en estupor sólido ignorando el ardor en la marca del golpe, y lentamente se giro hasta tener a su hermano dentro de su campo de visión. A diferencia de lo que otros creen, las peleas entre los Italia son comunes, por el simple hecho de que son como cualquier otro par de hermanos. Se quieren, se comprenden, pero a veces, no se soportan. La diferencia esta vez, era que Veneciano nunca había golpeado a su hermano, a menos que haya sido para responder los golpes del otro, más nunca como una iniciativa.
-TÚ.. NO… SABES… -Feliciano temblaba de ira, mostrando el brillo de un par de lágrimas que querían escaparse de sus ojos.
-Feli… -era extraño verlo así. Nunca se molestaba tanto por más que lo insultara.
-Crees que para mi todo ha sido fácil? Acaso no era un sirviente igual que tú? Acaso no tenía que obedecer órdenes y recibir castigos igual que tú? Acaso no lo perdí a él…?
-Feliciano, yo… -era un idiota. Cómo podría haberlo olvidado? En esa época, toda Italia había terminado con el corazón roto.
-Todos me tenían lástima! Sabes cuántos años tuvieron que pasar antes de que me enterara lo que había sucedido con él?
-…
-Sé que España-niichan se ausentaba mucho pero siempre regresaba contigo. Sé la angustia que vivías esperándolo una y otra vez y luego curándole las heridas. Sé que era duro, pero hubiera preferido eso a esperar eternamente *snif*
-Lo siento, Feli… -abrazando a su hermano, ambos fueron cayendo hasta quedar sentados en el frío piso forrado en baldosas.
-Tampoco creas que conocer a Ludwig fue fácil -dijo Veneciano secándose las lágrimas con la manga de la camisa.
-Ah, no? -respondió Romano secándose las suyas.
-No. Cuando me di cuenta de que me gustaba, no sabía si era porque me gustaba él, o porque me recordaba al Sacro Imperio Romano.
-Eso… debió sentirse feo. Sé lo que se siente cuándo te reemplazan -en realidad ya solo hablaba por afinidad. Quería que su hermano se sintiera mejor pero nunca fue bueno consolando.
-Vee, pero sabes qué? Dejé de preocuparme y me dejé llevar. Ya no buscaba diferencias entre los dos, solo disfrutaba quien era. Así descubrí que solo quería estar con él y nadie más. Sé que no es perfecto pero… nadie lo es, no?
-Supongo que tienes razón en eso.
-Lo importante es que sé que también me ama, así como España-niichan te ama a ti, así que deja de ser tan inseguro.
-Es que pensaba que… -tendría que seguir con las confesiones?- Así como quiso intercambiarme contigo antes… -No había dicho suficiente ya?- Quería un hijo conmigo ahora solo porque… -Por qué diablos seguía hablando?- Quería que yo fuera como tú -Maldición!- Y tengo miedo que se decepcione si no soy la madre perfecta que él quiere que sea.
-Fratello, estás haciendo esto por ti o por España-niichan? -difícil pregunta.
-Creo que… por los dos. Sé que ese bastardo lo quiere desde el fondo de ser, pero yo… no pienses mal de mí, porque sí quiero, pero sobre todo quiero que me deje de molestar… -Si ya dijiste tantas tonterías, creo que puedes ser más sincero que eso, es tu hermano después de todo- …y que él sea feliz -Figlio di la grandisima puttana, cómo me hace decir esas cosas!- Y no te preocupes porque, si ese niño es el hijo de ese idiota, lo voy a querer más que a nada en el mundo -suficiente! Ya no diría ni una palabra más.
-Vee~
-Tú cómo vas como madre? Es difícil?
-Estoy muerto!!!! Estoy rogándole a Dios y todos los santos porque Ludwig me deje contratar una niñera, pero ni siquiera para salir o volver a tener vida sexual, sino para dormir una siesta decente!!!!
-Jajaja
-Vee! Creo que ya se pasó el tiempo.
-Déjame ver!!
Resultado: POSITIVO
Romano no pudo escuchar las cosas que balbuceaba su hermano. Los sonidos se hacían distantes y el entorno se desenfocaba hasta casi desaparecer, dejando un solo objeto existente en su vida el cual le confirmaba la buena nueva: sería madre. Podría darle ese precioso regalo a su querido Antonio, a ese desgraciado que lo haría sufrir los próximos 9 meses. Tendría que dejar de lado su hombría y aceptar que su vida cambiaría para siempre, o al menos hasta que el niño creciera y se independizara, los países podían vivir varios siglos. Miró a su hermano y se preguntó si sería capaz de hacer semejante sacrificio. Solo serían los primeros años pero, podría soportarlo? Era eso lo que quería? Su hijo se lo agradecería? Lo amaría? Tocó su vientre casi plano en busca de algún signo de que algo se encontraba ahí. Luego pensó en su futuro como una familia y descubrió, que desde ese momento, ya amaba al ser que empezaba a formarse en su interior.
-Il mio miracolo…
Abrazó a su hermano sintiendo que todo estaba bien, y que antes de pensar en cómo decírselo a Antonio, podría pensar en qué quería cenar esa noche.
FIN
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