Fandom: Prince of Tennis.
Claim: Atobe Keigo/Kamio Akira (Destiny Pair).
Tabla:
Tabla MomentosTema: #02 - Riesgo.
Título: Riesgos Innecesarios.
Resumen: Kamio decide no escuchar a su madre, y toma un riesgo innecesario.
Advertencias: Parte de "El peor error de Kamio". Shonen-Ai. AU (quizás semi-AU, no sigue la serie del todo, he cambiado unas cosillas a mi conveniencia). Mención de situaciones muy poco agradables (en casi todos, en algunos es solo recuerdos). Un poco de OoC a raíz de la situación que viven los dos jóvenes.
Rating: PG-13.
Disclaimer: Prince of Tennis no me pertenece, pertenece a su respectivo creador, en este caso Konomi Takeshi. Solo uso unos poquitos personajes para dejar volar la imaginación <3
El ardor en sus manos le recordó la sensación de las ataduras que antes habían estado apresándolo y nuevamente un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras las imágenes de lo ocurrido hacía tan solo unas horas volvían a repetirse en su cabeza haciendo que tuviese que ahogar un sollozo. Su madre más de una vez le había advertido que no debía irse por el camino corto para llegar a su casa, porque era peligroso cruzar cinco callejones en soledad; pero claro, Kamio no quiso escucharla. Aquel día con todas las prisas había tomado el camino corto y así había terminado encerrado en un cuarto en donde no podía ver nada sin embargo sí pudo sentir las manos que le tocaron descaradamente sin su permiso; pudo sentir el dolor que le invadió cuando le dejaron en el mismo callejón de donde le habían sacado para irse campantes y satisfechos luego de haber hecho lo que quisieron con su cuerpo. El dolor de los recuerdos estaba dañándole, pero no podía hacer nada, el dolor físico era muchísimo peor. Sentía sus muñecas arder por la presión que habían ejercido las ataduras con la que le habían mantenido quieto, sentía todavía los golpes que le habían proporcionado en todo su cuerpo cuando se había resistido y por sobre todo el dolor de su parte trasera era lo peor de todo, lo más doloroso.
Su corazón también había resultado dañado en el proceso, siempre había querido guardarse para una persona que realmente le quisiera y ahora resultaba que le habían quitado lo único que podía ofrecerle a su futura pareja. No lo podía soportar, tampoco quería dar la cara en su casa… no quería que su madre le viese así, y tampoco podía ir con Shinji sin que éste averiguase rápidamente lo que había ocurrido. No tenía nadie a quien recurrir en aquel momento. Nuevamente sintió sus ojos arder por las lágrimas contenidas, pero no quería hacer nada, ni siquiera quería caminar en aquel momento. Le dolía todo su cuerpo a cada paso dado, pero respiró profundamente para llamar a su madre e inventarle alguna excusa barata del por qué no iba a llegar ese día. Su madre le creyó -ella siempre le creía- y colgó, para dejar a Kamio pensando en lo que haría. No quería ir al hospital para que le alguien más supiera de su desgracia, de las consecuencias de su propia estupidez, pero sabía que tenía que ir con un médico para que revisara sus heridas y le dijera las consecuencias que había tenido aquel riesgo innecesario. Suspiró para sí mismo y entonces, una luz muy brillante le cegó antes de sentir todo su cuerpo pesar aún más y el sonido de una bocina inundar su mente, que quedaba en blanco.
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Cuando Kamio volvió a abrir los ojos, notó que no estaba en un lugar que se le era conocido y el terror más absoluto le recorrió, rememorando los recientes hechos haciendo que saltase de la cama y se apoyase en la pared más cercana con su corazón latiendo a mil por hora. Sus ojos se inundaron de lágrimas, no quería que volviese a ocurrir… no de nuevo. Pero fue entonces que prestó atención al lugar en el que estaba, y se dio cuenta de que no era imposible que alguien le llevase a ese lugar para hacer lo que habían hecho antes con su cuerpo. El cuarto en el que estaba era terriblemente lujoso, como un cuarto digno de un rey. Los muebles se veían tan lujosos como la propia habitación, había adornos por doquier y unos marcos de fotos del máximo tamaño que Kamio haya recordado haber visto en su vida. Cuando por fin todo el miedo le abandonó llegó el dolor que le produjo haberse levantado de esa manera, su cuerpo dolía todavía y no sabía cuánto tiempo había pasado pero sin duda alguna el tiempo que fuese no había disminuido el dolor. Respiró profundamente apoyándose en la pared hasta descender al suelo y quedarse sentado ahí esperando que el dolor pasara un poco. Las lágrimas se volvieron a acumular en sus ojos, en ese momento los deseos de llorar le estaba consumiendo pero sabía muy bien que no podía llorar… o mejor dicho no quería hacerlo, no quería verse más débil de lo que ya era.
La puerta se abrió y por ella entró un joven de pelo plateado quien miró al chico en el suelo y se acercó lentamente. Conocía a aquel joven por culpa de los torneos en los que se habían visto y ahora estaba preocupado (sorprendentemente) pues el médico de la mansión había revisado al joven y le había dicho que era lo que le había ocurrido. Sintió lástima por el joven y comprendió hasta cierto punto por qué se había desmayado en medio de la calle cuando su limosina iba pasando. El pelirrojo levantó los ojos rápidamente cuando sintió su presencia cerca y por su mirada supuso que ya le había reconocido. “Atobe-san del Hyotei” pensó Kamio, levantándose con todo el esfuerzo que fue capaz para no parecer tan débil frente al millonario. Atobe suspiró para sí mismo y se obligó a tranquilizarse, pensando en la mejor manera de abordar el tema que ocurrió con Kamio. Más allá del accidente en si lo que le preocupaba es que el joven había sido violado y no tenía claro hace cuanto había ocurrido aunque el médico le había dicho que no podía pasar de unas cuantas horas. Nunca se había visto en una situación semejante. No sabía cómo actuar aunque el doctor le había dicho que tenía que ir lento con el joven, porque seguramente había sufrido mucho en ese tiempo. Atobe le miró antes de hablar.
- ¿Estás bien?- preguntó lentamente, no quería asustarlo ni mucho menos. Luego de analizar la pregunta le pareció estúpido haber preguntado aquello, era obvio que no iba a estar bien.
- Sí, gracias- mintió el pelirrojo tranquilamente, Atobe alzó una ceja observándole. El pelirrojo intentó sonreír de una forma convincente pero sin lograrlo realmente.
- Te ha visto un médico- ante el pánico que apareció en las facciones del más joven se apresuró a añadir- Pero no te preocupes, no le contará ni le contaré a nadie los resultados de la revisión- le intentó tranquilizar, sin demasiado éxito.
Kamio estaba asustado, no por el hecho de que alguien más pudiera saber de su tragedia sino porque era justamente él quien había sido el primero en enterarse. No podía negar que al ver jugar a Atobe se había sentido quizás un ‘poco’ atraído por él, pero siempre había tratado de negárselo, aunque sin mucho éxito. Ahora que Atobe sabía que estaba sucio no tenía ni la más mínima oportunidad; ninguna persona podía querer a alguien que ya no valía nada y a quien le habían quitado todo… sin mencionar el hecho de que ambos eran hombres. Se mordió el labio inferior a fin de contener las lágrimas que sentía escocer en sus ojos, tenía tanto miedo y se sentía tan mal que en ese momento tenía que hacer un esfuerzo descomunal por no romper a llorar. Atobe, por supuesto, no era idiota y echando a un lado todas las enseñanzas de sus padres de no consolar a nadie y cuanta estupidez más abrazó al pelirrojo. Kamio, con tan simple gesto vio caer todas sus murallas y las lágrimas comenzaron a caer por sus ojos dejando salir todo su dolor en los brazos del millonario; todo el dolor que había surgido por un riesgo innecesario.