Quizás no fuera el mejor modo de transporte, pero era lo único más a mano que se le había ocurrido para aquella situación tan desesperada.
Sam conducía la enorme furgoneta mientras Liz permanecía callada en el asiento del copiloto. Aquel cacharro estaba viejo, pero aún servía para desplazarse con cierta rapidez. Ahora, ambos circulaban a velocidad constante por la carretera.
No le había costado demasiado convencer a Patricia para que convenciera a la dueña de la llamativa furgoneta, de que se la prestara para una urgencia imprevista. Sam miró de reojo a Liz que permanecía en silencio desde que habían partido de Boise en dirección a Meridian, no demasiado lejos de allí y el lugar de residencia de los Clark, tal y como la propia Liz le había dicho cuando se pusieron en camino.
Desde que planearan a la desesperada aquel intento de escapar de Belial, ella había permanecido en silencio, y él tampoco tenía muy claro si comentar o decir algo serviría de mucho. En esos momentos en los que ponía kilómetros de por medio entre Dean y él, no eran precisamente los mejores.
No podía sacarse aquel maldito pensamiento de la cabeza. En cierta forma, por su mente pasaba la idea de que si hubiera corrido más, si hubiera sido más rápido, o si hubiera sacado a Liz antes para regresar a su lado y ayudarle con Belial, ahora ese demonio no estaría dentro de él. Se sentía cansado de que su vida estuviera rodeada de “si hubiera...”. Si su madre no hubiera muerto, si su vida hubiera sido normal, si le hubiera contando la verdad a Jessica, si hubiera ordenado a Liz correr para escapar de la biblioteca y regresado junto a Dean cuando todo había comenzado...
- Lo siento.- la voz de Liz le sacó de sus propios pensamientos. Miró a la joven un segundo, perdiendo de vista la recta carretera. Frunció el ceño extrañado en un principio. Iba a preguntar por qué, cuando se percató de su condición especial.- Nada de esto hubiera pasado si hubiera hecho frente al problema desde el principio. Ahora tu hermano...
- Tú no tienes la culpa de nada. Si ocurrió... quizás es porque tenía que ocurrir.
- Si no me hubieras tenido que sacar de aquel sitio... quizás hubieras podido ayudar a tu hermano Dean con aquel ser dentro de Alec.
- O quizás Dean no me hubiera permitido estar en ese lugar. A veces puede ser demasiado protector. Además, no es la primera vez que... - se quedó pensativo un segundo recordando la vez que le ordenó sacar a unos niños de un sótano, y para cuando regresó, Dean estaba electrocutado en el suelo. Aquello casi le costó la vida.- Hemos resuelto situaciones peores, créeme. Esta... es sólo una más.
- Pero Alec... él tuvo dentro a ese ser... ¿Cómo haremos para que tu hermano no acabe igual?
- Para empezar no sabemos exactamente lo que ha pasado. Aunque puedo imaginarme, ahora que Belial está en Dean, qué pudo ocurrir. Teníamos un plan para sacar a ese demonio del cuerpo de quién lo estuviera. Con lo que no contamos, es que apareciera tan pronto. Dean debió intentar el ritual de exorcismo, pero ese demonio es demasiado fuerte para realizarlo sin protección.
- Se hubiera podido proteger si yo no hubiera estado allí.
- Si no hubieras estado, no habríamos sabido quién era su portador. Ahora sabemos donde está. Dean es fuerte... - dijo mirándola de nuevo por unos segundos y tratando de auto-convencerse con esas mismas palabras.- Muy fuerte créeme. Va a luchar contra él a como de lugar, y yo voy a ayudarlo. Por el momento, lo que necesito es mantenerte alejada de él mientras busco la forma de sacárselo de dentro.
- ¿Alejada? Pero yo puedo sentirle, puedo ayudarte. Puedo saber si está cerca y... bueno, creo que podría volver a intentar engañarle. Siento que en la comisaría...
- Hiciste lo que pudiste, Liz. Controlar un poder así, un don como el tuyo, no es algo que se haga de la noche a la mañana, lo sé perfectamente. Pero aún así, prefiero que no estés cerca.- Liz frunció el ceño mientras Sam volvía de nuevo a concentrarse en la carretera. Un cartel indicaba que se acercaban a Meridian.
- ¿Y por qué eso ahora? Antes pedisteis mi ayuda, ¿por qué ahora es diferente?
- Porque ahora eres su objetivo.- dijo Sam sin mirarla y pisando el acelerador tratando de ganar velocidad en la bajada de la cuesta de la carretera.
- También tú lo eres. Es más, quizás incluso yo lo fuera ya de mucho antes, sin saberlo. Su objetivo...
- Desobedecería una orden de Dean si te dejara ayudarme. Me dijo que te pusiera a salvo y es lo que pretendo hacer. Luego me ocuparé del asunto de cómo ayudarle a él.- Liz emitió un bufido de desaprobación.
- Por favor... eso es lo que te dices y repites para consolarte. Tu hermano es un demonio, y soy la única que puede avisarte de su proximidad. Está claro que hay algo que no me has contado. Algo que sabes y me ocultas. Algo que evidentemente, tiene que ver conmigo y con tu hermano, algo que tratas de impedir que sepa alejándome de él ¿me equivoco?
- Escucha, necesito pensar cómo resolver esta situación ¿vale? -Sam trató de convencerla mientras mantenía su mirada fija en la carretera.
- Me quiere a mi Sam... Averigüemos por qué me quiere a mí. Puedo tratar de hacer de cebo, podría intentarlo.- dijo aquello a la vez que la recorría un escalofrío y Sam negaba con firmeza.
- No voy a usarte de cebo. Ni en broma, vamos.
- Pero es la única forma de ayudarte. Por alguna razón que desconozco... me quiere a mí.- Sam se quedó pensativo un segundo. Liz era poseedora de aquel don de empatía desde el momento que su padre murió en un accidente de coche. Sabían de la existencia de personas con dones. Liz era sólo una más que tras una experiencia traumática como el fallecimiento de un familiar, había activado su poder especial hasta ahora en letargo. Igual que en su caso, la muerte de Jess hizo lo mismo.
Ambos se quedaron de nuevo en silencio. Sam lo tenía muy claro. Dean le ordenó sacarla de allí y eso era lo único que iba a hacer mientras pensaba en el trayecto cómo ayudarle. Además, ella tenía razón. Hasta ahora, aquel ser había procurado tenerla a su lado. Pudo haberla matado arrojándola por la ventana pero aquello no ocurrió. Algo aún no terminaba de cuadrarle en aquella historia, y era bastante desconcertante. Debía encontrar las respuestas, la vida de Dean dependía de ello.
Ahora estaba casi seguro de que Jess, su Jessica, había intervenido siempre. Si estuvo en esa habitación en el incendio y dio casi el nombre completo de Belial, era posible que también estuviera en el momento en que Liz se convirtió en un posible problema. Ahora que lo pensaba, cuando aquel ser atacó a Liz, y a su vez su empatía le hizo sentir lo mismo, Dean fue quién le ayudó a no volar por la ventana pero... ¿y a Liz? Ella salió también ilesa. ¿Quizás Jess? ¿Había podido ser ella? Le había dejado claro que le había estado ayudando en todo momento. Su siguiente visión fue la más brutal. Fue tras ver a Liz en las gradas estando Alec presente. Quizás para entonces ya no fuera Alec. Y fue allí donde vio por primera vez a Jess.
Sacudió la cabeza aturdido por tanta recopilación de datos tratando de encontrar una explicación coherente. Estaba seguro. Jess estaba interviniendo, lo había hecho varias veces. No sabía si sentir alegría o entristecerse. Sabía que la intervención de un ser así podía acabar con su esencia. Lo había visto en su propia madre cuando regresó a su casa de Lawrence a tratar de acabar con lo que atormentaba a una mujer y sus dos hijos que ahora vivían allí. Quizás como en aquella ocasión hiciera su madre, ahora Jess hacía lo mismo.
- ¿La querías mucho verdad? - preguntó de repente Liz sacándole de sus pensamientos. Sam la miró. No terminaba de acostumbrarse a que aquella chica intuyera tan agudamente lo que pasaba por su cabeza.
- Sí.- se limitó a decir con tristeza. Vio el cartel de acceso desde la carretera a la comarcal que les llevaría a Meridian y tomó la entrada.
- Es... era... - se corrigió Liz así misma.- Muy bonita.- Sam la miró de nuevo para sonreírla levemente.
- Lo era.
- La echas mucho de menos.- dijo ella. Esta vez Sam se limitó a asentir.- Gira a la derecha en la próxima entrada de nuevo.- Sam obedeció desacelerando progresivamente para poder hacer lo que le pedía.- Mi casa está... al final de esta carretera. Es una finca pequeña.
- ¿Liz tú...? - trató de preguntar Sam deteniéndose para buscar las palabras correctas.- Bueno, tú... ¿puedes...?
- ¿Sentir lo que ella siente? - le preguntó ella ayudándole con la forma de expresarse. Sam volvió a afirmar viendo a la derecha de la carretera por la que circulaban una casa a lo lejos. Liz le señaló el lugar corroborándole así que aquel era el sitio al que dirigirse.- Sí.- Notó que deseaba saber más al respecto.- Quizás lo que te vaya a decir suene raro pero... siento que aún en la distancia, ella... te ama.- El corazón de Sam dio un vuelco ante lo que Liz decía.- Pero también siento una gran tristeza en ella, al menos al principio. Ahora es... preocupación. Quizás por lo que está pasando.- Sam entró con la furgoneta en un camino de piedra. Liz volvió a quedarse callada. Miró la casa acercarse a ellos cada vez más según la furgoneta avanzaba. Ahora fue Sam el que notó su mirada de melancolía hacia su hogar.
- Volver a casa siempre es bueno.- dijo con sencillez.
- No en mi caso.- Sam trató de ir más despacio para que las ruedas de la vieja furgoneta no derraparan.- Sinceramente espero... que mi madre no esté en casa.- Sam frunció el ceño.
- ¿Por qué dices eso? Es tu familia.
- Digamos que mi madre y yo... no nos llevamos demasiado bien.- Esta vez Sam hizo una mueca de media sonrisa. Aquello le sonaba. También él con habilidades especiales tampoco se llevaba precisamente bien con su padre. A cada paso que daba, se sentía cada vez más identificado con ella.
- Bueno... es complicado. Yo, tampoco soy el hijo predilecto.
- No hablo de predilección Sam. De ser la chica perfecta, la hija modélica o cosas por el estilo. En mi caso no tengo hermanos así que... - Sam la miró un segundo sin intención de presionarla ante aquello.- Mi madre sencillamente me culpa de lo que ocurrió.
- Es tu madre. Perdió a su marido en un accidente... Mi padre se ha culpado toda la vida de la muerte de mi madre.
- Pero ella lo hace con motivo Sam. Yo iba en aquel coche.
- Y yo estaba en mi cuarto cuando se produjo el incendio que la mató. Sentirte culpable Liz, no significa que...
- Sam.- le interrumpió de forma seca y contundente. Sam frenó con suavidad la furgoneta junto a la casa.- Yo le conté a mi madre lo que vi. Aún hoy lo recuerdo como si hubiera sido grabado en mi mente a fuego desde los once años. Yo distraje a mi padre diciéndole que veía fantasmas inexistentes.
- Pero tu ves...
- No. Hasta ese día no. Era de lo más normal. Aquel ser me tocó y... mi vida cambió totalmente.- Sam se quedó pensativo. Once años... él era sólo un bebé de cuna cuando su madre murió.
- ¿Dices que te tocó? - preguntó él, ya con el motor de la furgoneta parado.
- Y fue tal el grito que di, que mi padre perdió el control del coche. Yo salí ilesa pero él murió. Yo le conté a mi madre y ella creyó que estaba loca. Entendí que no debía contarle aquello cuando ya había pensado en encerrarme en un hospital mental. Imagina mis dudas sobre contarle que pocas semanas después lo había visto, o que sentía... cosas raras.
- Ha tenido que ser... muy duro. Tú... sola. Al menos, yo siempre he tenido el apoyo de Dean. Desde el momento en que comencé a tener visiones de... - se detuvo en seco al pensar en algo.- Liz, de lo que me has contado ¿Alex sabía algo?
- No... Bueno, antes de que muriera él... me dijo que él también era especial. Nunca hubiera imaginado cuánto.
- Pero, ¿él sabía de tu vida?
- No de mi don hasta ese momento. Aunque nunca le dije...
- No me refiero a tu don Liz. Me refiero a tu vida.- Ella se encogió de hombros. Sam se quedó pensativo.- Asegurémonos de que tu madre está en casa.- ella afirmó sin entender a qué se refería.- ¿Tenéis un sótano... un cuarto para trastos o algo parecido? - Liz le miró frunciendo el ceño. No terminaba de comprender dónde quería llegar con esa pregunta.