Belial no esperó más de veinte minutos junto al Chevrolet Impala del 67 a que Sam Winchster apareciera. Supo que pasado ese tiempo, si el joven hijo de John no aparecía, era porque no se equivocaba en pensar que allí ya no iba a presentarse. Golpeó el capó del coche enfadado. Estaba claro que ahora Sam sabía que su hermano había dejado de serlo estando él dentro.
Rebuscó en el bolsillo de su chaqueta. La llave del coche estaba allí. Respiró con fuerza a la vez que abría la puerta del coche. Aquel condenado humano parecía no dispuesto a dejarse manipular por completo. Pero su alma estaba vencida. Podía tardar más en dominarle que a otros por ser más fuerte, pero él era Belial y su señor estaba de su lado. Aún no terminaba de comprender de dónde sacaba el poder para poder resistirse a su presencia. Era algo que jamás le había ocurrido en otras ocasiones. Sin duda esta vez, estaba en el cuerpo más fuerte con el que jamás se había apoderado. Con él se sentía capaz de conquistar el mundo, aunque lo único que tenía que hacer era cumplir la orden de su señor.
La joven Liz ya había matado una vez, estaba a tan sólo un paso de estar de su lado. Y daba igual que el joven Winchester, que sólo mataba a seres sobrenaturales, estuviera de su parte. Ella caería, igual que él caería algún día. Sólo era necesaria una condición: una vez cumplido ese detalle de la primera muerte humana, el lado del mal se hacía tan fuerte e inexpugnable, que era imposible no caer en la tentación de abrazarlo.
Dentro del coche, arrancó el auto pero permaneció en la zona donde estaba aparcado. Debía pensar fríamente cuál sería su siguiente movimiento. Debía lograr doblegar aquella mente humana para sonsacarle la información que necesitaba. Con el jugador universitario había sido todo muy fácil. Con aquel tozudo cazador, la cosa no era tan simple. Por alguna extraña razón que aún no lograba entender, se resistía. Necesitaba poder concentrarse para sacar los detalles que pudieran ser importantes. Pero también debía tener cuidado, la información que pasaba por él, también podía quedar en el mayor de los Winchester, y eso no le interesaba. Pero para eso estaba su señor, siempre de su lado.
Respiró escuchando el ronroneo del motor. Cerró los ojos y trató de concentrarse. Necesitaba información. Nueva información respecto a Dean Winchester: la muerte de su madre, la búsqueda de su padre... Habían logrado dar con él pero habían vuelto a separarse. Temía por su hermano, se sintió feliz al poder ver como en cierta forma al ir a buscarle para tratar de localizar a su padre, volvía a recuperar una relación dejada a un lado. Y era su hermano, era su familia... Esa que siempre había deseado tener unida y que las circunstancias habían hecho que fuera especial. Era complicado, era como sentir una resistencia, un parapeto que le impedía saber más profundamente de aquello. Abrió los ojos enfadado y golpeó el volante. Se quedó pensativo. Daba igual lo que se resistiera, lograría la información que quería. Miró fijamente hacia el otro lado de la ventanilla del coche, y entonces recordó que quizás había otra manera mientras insistía en hacerse con el control absoluto. Había portado al capitán del equipo, y de él no había sido difícil sonsacar información interesante, como tampoco, tarde o temprano, lo sería del mayor de los Winchester.