- Hijo de puta, te voy a matar cabrón. ¡Estás muerto! Si le has dado, date por muerto en el infierno al que te voy a mandar.- la rabia de Dean le confundía pero estaba seguro de que la voz de la joven había sonado allí mismo. Miró a todos lados confuso sin soltar a Sam de la pared, sangrando copiosamente. Liz se alzó desde el hueco de la escalera con el diario que Sam le había entregado.
- Te rogamus, audi nos.- comenzó a leer alto y claro.- Dominicos sanctae ecclesiae te rogamus audi nos.
- ¡Sal de mi cabeza! - le gritó Belial a la joven con la voz de Dean.- Estúpidos, no podéis engañarme… ¡Estáis los dos perdidos!
- Terribilis… ¡Ahh! - Liz gritó perdiendo el diario que cayó al suelo. Una fuerza invisible tiró de la joven hacia él, y no dejó de hacerlo hasta que puso las manos sobre ella. Trató de zafarse de los brazos de Dean, con aquella mirada gélida y demoníaca.
- Deus de… sanctuario suo… Deus Israhel ipse.- Sam trató de continuar el salmo. Era necesario acabarlo… Dean no se libraría de aquel ser sin él. Le necesitaba. El dolor no podía acabar con él ahora. Liz estaba ahora paralizada y sujetada con tanta fuerza por Dean que llegó a pensar que los huesos se le partirían en dos debido a la presión. La mente de Dean trataba de zafarse de la de Belial. Estaba haciendo daño a Liz… Sam le necesitaba, trató de concentrarse y sentirse más fuerte dado que en cierta forma sentía la debilidad de aquel demonio en él. Belial no iba a dejarse vencer, no de ese modo, ya tenía lo que quería. Dejó de apuntar a Sam con el arma para apuntar a Liz con ella… - Deus Israhel ipse…
- ¡Sal de mí! - la voz de Dean sonó en su propia cabeza a pesar del dolor irracional que sentía. Belial mantenía a Sam contra la pared con su poder telequinético y aquello le desgarraba por dentro. Entonces sintió una sacudida y se percató que el revolver había salido volando por la habitación ahora totalmente iluminado por el claro de la luna. Liz trató de soltarse, pero el instinto de Belial volvió a amarrarla con fuerza. La joven emitió un quejido de dolor al sentir los dedos de Dean clavársele en el cuerpo. Al menos el arma estaba lejos de ella. Belial gritó entonces de rabia, y el sonido de su garganta hizo estremecerse a Sam que sentía la vista borrosa y los sentidos a punto de desconectar de ese momento.
- Dabit… virtutem, et… fortitudinem… plebi… suae….- Dean apretó los dientes, la furia de Belial era incontrolable. Había perdido el revolver, pero no su ira interior. Apretó el cuerpo de Liz contra él he hizo un esfuerzo más, el cuerpo de Sam se elevó mas contra aquella pared haciéndole soltar un quejido de dolor. La sangre de su herida quedaba adherida a la pared en su ascensión. Belial echó la mano atrás para rebuscar en su cinto sacando el enorme y largo cuchillo. Aquello era el final. Iba a acabar con todos, su señor estaría satisfecho. El error sería solventado, y su enemigo potencial al poder, el joven Winchester sólo sería desde aquel momento un simple recuerdo. Colocó el afilado cuchillo sobre la garganta de la joven que ni tan siquiera pudo emitir sonido alguno. Iba a morir, aquel era el final de su camino. Cerró los ojos, debía de ser valiente. Al menos, una vez en su vida. Que sencillamente aquello fuera un acto de redención a aquel sentimiento hundido en su ser desde que comprendió que para vivir ella, otros habían tenido que morir. De un rápido y letal movimiento, la rasgo la carne del cuello mortalmente haciendo que la roja sangre cayera a borbotones y seccionando su traquea en dos. Sam sintió una sacudida desde su posición, no había acabado, necesitaba terminar aquel exorcismo… Dean le necesitaba. Sentía sus ultimas fuerzas flaquear… trataba de concentrarse. Entonces sintió que el conocimiento dentro de su ser, también se le escapaba. Una luz le envolvía, debía haber caído ya en los brazos de su propio inconsciente. La luz tomó forma. Entreabrió los labios, trató de mantener los ojos abiertos y poder pronunciar las palabras finales. Estaba soñando sin duda. Ya no estaba en aquel cuarto, ¿estaba muerto? ¿Había muerto y Dean estaba ahora solo? ¿Había perdido? Trató de luchar por mantener la vista fija en aquel punto de luz tan hermosa. Y entonces la vio de nuevo. Quiso pronunciar su nombre pero no pudo. El rostro angelical de Jessica le miraba, se giró hacia Dean que sujetaba el cuerpo de Liz inerte en sus brazos.
- Benedictus Deus.- la voz de Jess sonó segura. Gélida…- Gloria Patri.
- No… ¡Nooooo! - el grito de Belial fue desgarrador. Soltó el cuerpo de Liz que cayó pesadamente al suelo a la vez que hacía esfuerzos por impedir que su esencia saliera del cuerpo del cazador.
El cuerpo de Sam cayó también de golpe cuando el poder que Belial dejó de tener efecto en él. Dean se arrodilló, aquello era desgarrador. Como si el alma se le escapara de su propio cuerpo, aunque Belial seguía aún dentro de él. Su cuello se iluminó. El pequeño colgante que un día fuera un regalo, y que jamás se desprendía de él pareció cargarse eléctricamente como el filamento de una bombilla. Al hacerlo, Dean notó que Belial desaparecía… a la vez, una espesa nube negra comenzó a salir de su boca y creyó que se partiría en dos del dolor. Cayó de espaldas aturdido y el silencio se apoderó del lugar cuando aquel ser maligno salió por la ranura del cristal del pequeño ventanal del sótano.
Jess miró hacia Dean, en el suelo… semiinconsciente. Luego miró a Liz que entreabrió los ojos. Ella sonrió y Liz trató de devolverle aquella dulce sonrisa. Se sentía agotada… pero estaba casi segura, había logrado entrar lo suficiente en la mente de aquel ser demoníaco, y en la del propio Dean, para hacerle creer lo que Sam le había contado que debía ocurrir en su premonición. Había logrado confundirle el tiempo suficiente. Y entonces se dejó vencer por el agotamiento.