Bueno, pues por fin le pongo un final a esto...
Si aquello era la muerte, era simplemente maravilloso. Abrió lo ojos, y allí estaba… su dulce ángel.
- Sam… - su nombre. Había olvidado como sonaba su nombre en sus labios. Resplandecía… era la visión más hermosa que jamás vería, estaba seguro. Y estaba tan cerca… allí al alcance de su mano. Y ahora ya podría decirle todo, todo lo que ansiaba desde que la perdió sabiendo que jamás podría recuperarla.
- Jess… - Ella le sonrió. Sintió un calor enorme envolviéndole el alma.- Lo siento… lo siento tanto.
- No…- hizo un leve gesto con su mano para que no hiciera aquello.- Te echo tanto de menos.- su rostro se entristeció, tanto que Sam creyó que el alma se le desgarraba de dolor al contemplarla en aquel momento.- Pero estoy en paz amor mío. Ahora, soy libre. Y ahora, tú también lo eres.
- No deseo… no quiero esa libertad. Deseo permanecer aquí, estar aquí para siempre, contigo…
- No… - la negación sonó en la voz de Jess casi como un susurro.- Eso es imposible Sam. Lo he comprendido todo. En este tiempo he aprendido que es lo más importante. Tu búsqueda… tus secretos. Aquella vida que nunca compartiste conmigo. Ahora lo comprendo Sam. Tienes que acabar lo que has comenzado.
- Pero… te perdí por todo esto.
- Pero yo te he perdonado.- dijo ella con suavidad. Llevó su mano angelical al rostro de Sam y este sintió que la paz de la que hablaba le envolvía.- Debes dejarme seguir ahora mi camino. Has de seguir el tuyo, porque otros te necesitan.
- Tú me necesitaste y no estuve allí. Debí estar cuando todo ocurrió, debí contarte lo que hacía. Mi pasado… mi…
- Eso ya no importa.- le interrumpió con su suave voz y la dulzura de sus ojos era tal que si aquello era un sueño preferiría morir antes de no volver a verla.- Debes dejarme atrás Sam. No pudiste hacer nada, yo lo he aceptado, ahora has de ser tú quien lo acepte.
- Quizás sencillamente no quiera…
- Nunca has sido egoísta, Sam. Mi Sam siempre piensa en los demás y luego en sí mismo. Pensaste en mí al no decirme nada, querías protegerme.
- Quería escapar. Y te costó la vida.
- No se puede escapar de lo que se es. Y yo hubiera dado cien veces la vida por ti… como tu la hubieras dado cien veces por mi.- Ambos se miraron. Aquello era cierto.- Ahora otros te necesitan. Y yo, he tenido la oportunidad de decirte esto. Te necesitan Sam. La lucha será muy dura, cruel, encarnizada... Perderás cosas en el camino pero has de ser fuerte.
- ¿Perder? ¿Qué más puedo perder?
- Todo… Por eso has de luchar. Tu hermano y tú, debéis luchar juntos. Estando juntos, todo irá bien. Yo… ya he cumplido. Formé parte de tu vida en una etapa, y ahora… ahora has de vivir de nuevo.- Aquello sonaba como una despedida. No quería que se fuera. Se aferraba a ella pero sabía que tenía razón. ¿Y cuántos… cuántos en aquella misma situación habían tenido la suerte de poder como él contemplar aquello? - Serás feliz Sam. No te niegues esa felicidad por el simple hecho de no estar yo en ella. Porque yo, fui feliz… soy feliz y sufriría si tú no lo fueras. Nuestros caminos se han separado… de momento.- Sintió que la luz le envolvía de nuevo. Que el conocimiento se le escapaba de las manos…
- Sam… vamos Sam… ¡Sammy! - trató de abrir los ojos. Logró hacerlo con dificultad.
- Dean… - Su hermano le miraba. Y junto a él Liz también le contemplaba. Dean apretaba con fuerza la herida de su hombro. Le estaba matando de dolor. Trató de quejarse pero estaba demasiado confuso.- Vamos chavalote, quédate con nosotros.- Sam vio en el cuello de Dean el amuleto que siempre cargaba con él. Aquel que fue un regalo… Trató de centrar su vista en él. Era un simple regalo, quizás tonto, le habían dicho que protegería a aquel que más quisiera: había cumplido.- Dean…
- Eso es Sammy, deja que tu hermano mayor se ocupe de ese boquete. Coser y cantar, hermanito. Te dejaré como nuevo.
- ¿Eres tú? ¿Estás… bien hermano? - Sam trató de centrarse.
- Gracias a ti, sí. Lo hiciste. Sacaste a ese capullo de mí.
- No… no lo hice solo.- Sam miró a Liz, que bajó la mirada y se ruborizó.- No lo hicimos solos.- sonrió levemente, pero quizás por primera vez sin desmesurada tristeza al recordar a Jess.
- Nos largamos de aquí hermanito.- dijo tirando de él. Liz le ayudó con el peso casi inerte de Sam. Y sintió envidia… otras veces había tenido aquel sentimiento pero por primera vez lo reconocía latente y fuerte en él. Aquellos hermanos la habían salvado. Su don servía para algo más que sufrir. Sabía que jamás sentiría lo que ahora mismo ellos dos sentían, preocupación absoluta el uno por el otro. Por un momento, pudo sentir que ambos se preocupaban por ella. Era algo más de lo que jamás habría pedido sentir. Por aquel tiempo, no se había sentido tan sola.
Budget Host Inn
8002 Overland Road - Boise
Tres días después
Cuando Sam abrió los ojos no estaba muy seguro de qué había pasado. Al menos esa sensación de dolor había desaparecido. Sintió la luz, clara y caliente darle en la cara. Abrió los ojos con cansancio, tratando de fijar la vista en algún sitio. Lo hizo en la persona que parecía observarle. Tardó unos segundos en identificarla. Entonces se limitó a sonreír.
- ¿Te sientes mejor? - preguntó Liz. No tuvo tiempo de responder Liz aunque fuera con la mirada, o la cabeza.- Sí, te sientes mucho mejor.- Sam sonrió y Liz bajó la cabeza.- Lo siento, a veces… es… complicado.
- No importa.- dijo con un hilo de voz totalmente audible y sereno. Pensó un segundo, estaban en el motel, no sentía ningún dolor… Liz estaba allí…
- Dean ha salido un segundo al coche, regresa en seguida.- Sam la miró y volvió a sonreír. Debía ser realmente complicado.- Es increíble que él… bueno, supongo que es normal. Sois hermanos. Yo…
- Has debido sentirte muy sola durante todo este tiempo.- Ella se limitó a hacer un gran silencio. Luego levantó la vista para mirarle de nuevo.
- Ahora sé como usar mi don para ayudar. Para que no haga daño a los demás y ayudar… Ahora sé que quizás todo ocurrió para llegar a este momento.
- Es posible.
- Igual que tu llegaste a este momento para entender que no eras culpable de nada. Que las cosas ocurren, que a veces son buenas, y otras malas pero que no se es culpable del camino que toman cuando escapan a tu control.
- Gracias.
- ¿Por qué? - preguntó ella frunciendo levemente el ceño.
- Porque por estar allí… pude despedirme. Poner un punto final a una parte de mi vida que no me dejaba seguir adelante. Ahora, podré hacerlo. Sé que tengo que hacer. Buscar y derrotar a aquello que hace daño a los demás, lo mismo que me arrebató a Jess. Y sé con quién he de hacerlo…- En ese momento la puerta de la habitación se abrió y Dean entró por ella.
- ¡Ey!... - Cerró tras de sí y se quedó pensativo un segundo. Liz bajó la cabeza aturdida un segundo. Si era fácil leer la mente de Sam, la de Dean era un grito continuo.- Veo que debí poner más calmante en la bebida.- Sonrió abiertamente mientras su hermano negaba con pesadez su comentario.- He preparado el coche pero si quieres…
- No. Aquí ya hemos acabado Dean. Nos vamos.
- ¿Seguro? - preguntó mientras veía como Sam se incorporaba y trataba de salir de la cama con el brazo sujeto al cuerpo para impedir que se moviera demasiado la herida del disparo.
- Totalmente…
- Genial. He pensado que nos vamos a algún lado con sol, calor… Alguna playa o algo. Quizás así se te quite esa cara de…
- Iremos donde haya “algo” que solucionar.- dijo Sam poniéndose en pie y haciendo hincapié en sus palabras.
- El trabajo familiar.- dijo Dean mirando a Liz.- Duro… pero bueno, tiene sus recompensas.
- Estar junto a tu familia. Viajar con tu hermano…- comenzó a decir Liz. Dean meneó la cabeza dubitativo y luego sonrió. Ella también lo hizo por lo que Dean reaccionó quedándose serio. Olvidaba desde su salida de aquel sótano que aquella chica podía saber lo que estaba pensando. Sam rió al ver su cara a la vez que recogía su bolsa de una de las sillas.
Horas después ambos hermanos estaban en la carretera. La despedida de Liz había sido para un hasta pronto, Sam sabía lo duro que podía llegar a ser sentirse solo con su capacidad. No tenía muy claro cómo orientaría su vida, pero sí que lo haría bien. No se sentía tan sólo y diferente cuando localizaban a gente con capacidades tan asombrosas. Dean miró de reojo a su hermano mientras de fondo sonaba un tema de los “Boston” como fondo musical mientras ambos permanecían en silencio.
- ¿Cómo lo supiste? - preguntó de repente Dean.
- ¿Saber qué? - preguntó su hermano mirándole.
- Bueno, te encerraste en ese sótano con ella y esperaste… ¿como supiste que funcionaría?
- No lo sabía.- dijo Sam seguro de sí.
- ¿Estás de coña? - Sam le miraba cuando Dean giró la cabeza confuso ante su respuesta.- ¿Te encerraste en ese lugar pequeño y oscuro a esperarme sabiendo que ese demonio estaba dentro de mi, y que podía matarte… mataros a los dos?
- Sí.
- Vale, creí que eras idiota… joder, esto lo supera. ¿No pensaste en al menos un plan de escapar…? ¿De engañarme… engañarle… engañarnos…? ¡Lo que sea!
- El plan era sacarlo de ti, no tomarte el pelo.- Dean le miró confuso.- Sabía algo seguro.- Su hermano mayor le miró con expresión de interrogante.- Que lucharías. Siempre lo haces. Hasta el final.
- Ya…
- Liz quiso colaborar y le tomó el pelo el tiempo suficiente.
- Muy buen plan…- dijo con cara de no estar nada convencido.
- ¿Cómo es?
- ¿Qué? - preguntó Dean de nuevo.
- Estar… poseído, ya sabes.
- No estaba poseído…
- Lo estabas.
- ¡No! Estuve todo el tiempo de fondo tocándole las narices a ese Belial. Podría decir que a veces hasta era divertido.
- Compartíais información…- dijo Sam pensativo.- ¿Toda?
- Tuve el control muchas veces, al menos de mi mente. Y hubo un momento… bueno vi…- Sam le miró esperando que hablara.- Al jefazo. Creo que le veremos algún día ¿sabes? Tendremos que acabar con él.
- Lo haremos.- dijo Sam con seguridad.- Será duro y quizás tengamos que perder… algunas veces.- Dean frunció el ceño.- Pero lo haremos juntos. Acabaremos con eso que sea que te utilizó.- Dean se quedó pensativo, su hermano lo decía con una seguridad aplastante.
- No me utilizó.
- Lo hizo.
- Para nada… yo le utilicé a él.
- Dean, estuvo conduciendo tu coche.
- ¡Yo conducía mi coche! Mi coche sólo lo conduzco yo, y no dejaría que un demonio de segunda se paseara en mi nena.
- Vale, no lo hizo. Tu conducías, pero él estaba dentro de ti.
- Al menos yo tengo algo dentro de mí…
- ¡Eh! - exclamó Sam tratando de poner algo de seriedad en la discusión. Dean se echó a reír, sabía como fastidiar a Sam y que este al final se rindiera.
- Pero tienes razón… Estamos juntos, y patearemos traseros demoniacos juntos.- Sam le devolvió la sonrisa.- Si alguna vez algo te posee, te patearé el culo.- Ambos rieron la broma. Su trabajo no era el mejor del mundo, pero al menos ambos estaban juntos.
El rugido del motor del Impala se alejó por la carretera comarcar que habían tomado. No sabían a que se enfrentarían la próxima vez pero estaban preparados. Habían nacido para ello.
FIN