Vaya, aún no lo puedo creer, que ya haya pasado un año de esa desgracia que golpeó a Japón y a todos aquellos que se preocupar por el país del Sol Naciente.
No puedo creer, que hace un año, yo dormía plácidamente para, de pronto, ser despertada por mi tono de mensaje. Una amiga me había mandado dicho mensaje para decirme que prendiera la televisión y lo pusiera en CNN, yo no sabía que se supone que debería significar eso, pero aún así lo hice. Lo que ví me dejo en estado de shock, recuerdo que en cuanto lo puse, ella me mandó otro mensaje, diciéndome lo que mi mente trataba tanto de negar: "Un desastre en Japón! Hubo terremoto y tsunami! D:!".
No sabía que pensar, pero lo primero que hice fue cambiarle a CNN en inglés y ahí estaba, cubriendo las noticias y pasando los vídeos del desastre. Debo admitir que sentí decepción, pues mi plan para ese verano era ir a Japón lo cual, para ese momento, supe que sería imposible. Pero después de esa decepción que duró unos segundos, pude sentir miedo, terror de lo que podría pasarle al país. Sé que ese tipo de cosas no son raras en Japón, pero la escala de los daños, el daño en la planta nuclear de Fukushima, nunca había prestado tanta atención a las noticias como en esos momentos.
Temía por el país, su economía, las vidas de sus habitantes y, por más ridículo o caprichoso que se oiga, por la seguridad de los Johnny's. Tenía terror a que algo les pasara, así que me vi metida a todos los blogs, páginas, CNN, todo lo que pudiera servirme de información acerca del país y ellos.
También llegó la preocupación, una amiga tiene familiares en Japón, pero el saber que ellos estaban bien me quitó un peso de encima. Y lo mismo pasó con los chicos del jimusho, el ir sabiendo por distintas fuentes, que se habían reportado y que estaban a salvo, fue un gran alivio para mí. Pero aún así, el país estaba en problemas, el país del que estaba tan orgullosa, pasaba por un gran dolor y yo no podía hacer gran cosa.
Sin embargo, me animó mucho el hecho de que otras naciones no abandonaran a Japón. Apoyando, mandando alimentos, dinero, ayuda humana. Viendo la unión y la solidaridad de todos con ese gran país, me hizo sentir emociones tan fuertes que salieron en forma de lágrimas. Es extraño, no es fácil que llore, pero ahí estaba, en el salón de clases llorando al ver los vídeos que pasaron del desastre.
Y ya ha pasado un año, un año en donde han pasado tantas cosas, cosas que me hacen pensar que es increíble que haya pasado tan poco tiempo, pero que el desastre parece haber sido hace tanto tiempo. Ha sido un año de retos, a Japón aún le falta recuperarse, pero la esperanza y la fe brillan iluminando la oscuridad, la solidaridad se hace notar entre tanto rechazo y desconfianza.
Japón saldrá de ésta, como ha salido de otros muchos problemas. Con la unidad y la esperanza de un mejor futuro, todo es posible. El país del Sol Naciente tiene una gran fortaleza, pues el país donde, no importan la oscuridad, el Sol siempre sale.
Mis esperanzas y mis rezos a Japón.