Nombre: Número 10
Palabras: 383
Nota: Segundo cuento corto, que se llame así no tiene relación con nada.
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Era una de esas noches de Agosto; en el exterior, el frio del invierno se dejaba sentir con más fuerza que nunca y una densa neblina emergía desde las aguas de la costa cercana.
Hace casi un mes que con mi hermano mayor nos mudamos, logramos ponernos de acuerdo para vivir juntos un tiempo mientras él comenzaba a trabajar, y yo concluía mis estudios. Teníamos ahorrado algo de dinero para esta ocación, y a pesar de que el dueño anterior de éste departamento lo ofreció a un muy bajo costo, ninguno de los vecinos fue capaz de darnos alguna explicación lógica, ningún por qué.
Ahora, me encuentro en mi habitación, estudiando. En los próximos días tengo un exámen de gran importancia y sinceramente espero no reprobar. Ya han pasado de las tres de la madrugada y la cafeína está perdiendo lentamente su efecto...
Intento tranquilizarme. No puedo permitir que los nervios me traicionen en último momento, así que prendo un cigarrillo para relajarme un poco.
Sin embargo, algo capta mi atención. Por el rabillo del ojo, logro precibir una débil figura que pasa a toda velocidad fuera de mi ventana. Tal como lo esperaba, al momento de voltearme esa cosa se había desvanecido.
-Debió ser alguien... o un perro corriendo -me dije en voz baja.
Procedía a concentrarme nuevamente en el grueso libro sobre mi escritorio, cuando aquella sombra blanquecina aparece nuevamente fuera de mi ventana, esta vez con más delicadeza, pero igual a la vez anterior, al momento de girar el rostro, desapareció.
Afuera, solo recibo el eco de algunos perros ladrando, el tenue mormullo del viento y el fuerte resplandor de los focos de la calle. No entiendo por qué razón, justo ahora comienzo a recordar que algunos vecinos contaban que la hija del anterior dueño se había suicidado, específicamente en "nuestro" baño, y en "nuestra" tina.
Entonces, nuevamente la sombra cruza a toda velocidad, y me acerco lo más rápido que puedo hasta el borde de la ventana, para ver como el cigarrillo cae muy despacio desde mis labios hacia el suelo, y el brillo de la brasa encendida se ahoga en la oscuridad de la noche.
Acabo de notar que era imposible que alguien pasara corriendo por afuera... y acabo de recordar que ahora vivimos en un décimo piso.
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Se me acabaron las vacaciones antes de comenzar... vamos por el último exámen... ¬¬