Tabla Arcoiris
# Añil.
Sentía que aquel bello color la atrapaba, era hipnotizante. Las pequeñas olas que se formaban en las orillas le seducían poco a poco, le incitaban a ingresar al hermoso lago.
Se acercó hasta la orilla, retiro cuidadosamente uno de sus sandalias e introdujo su pie al agua. Estaba más caliente que la temperatura ambiente, el coqueteo de aquella aguas de tan místico color era impresionante, casi descarado.
-- Está buena.-
Susurró la joven, se volteo para sonreírle.
-- Usualmente los lagos son mejores de noche.-
Le respondió el joven que yacía a sus espaldas, estaba ahí sentado sobre unas mantas, comiendo de una de las tantas golosinas que habían comprado.
-- Es realmente bellísimo.-
Volvió a susurrar la joven, luego le sonrió a las aguas.
Alzó sus manos, sintió el viento juguetear con sus cabellos, sintió cómo le era acariciado suavemente el pie, abrió los ojos y se dejó conquistar.
Con una rapidez y sin pensarlo se sacó la polera
-- ¡Hey, Tomoyo!, ¿Qué haces?.-
Dijo sorprendido, no podía creer lo que la joven estaba haciendo.
-- No seas, Touya. Será un simple baño.-
Le respondió la pelinegra con una dulce sonrisa en su rostro, pensó en invitarlo, pero realmente, no sabía si quería compartir aquel amor con él.
Dejó sus jeans ahí, sus zapatos y entró al agua en ropa interior. Dejando atrás a un sonrojado pelinegro que sonreía divertido.
Con un rápido respiro se sumergió en aquel dulce amante, descendió hasta casi rozar el suelo, teniendo sobre ella esas extrañas aguas. Cuan grande fue su sorpresa al abrir los ojos debajo del místico nuevo amante, susurró idiotamente algo que le hizo atragantarse con las aguas y por ende le obligó a subir a la superficie.
-- ¿¡Estás bien!?.-
Gritó preocupado Touya al ver que la joven había salido al instante y tosiendo agua. La joven no paraba de toser, pero le sonrió tratando de calmarlo pero fue inútil.
Sacó sus zapatillas, su polera y sus jeans en un instante, quedando sólo en unos calzoncillos que se parecían mucho a un short mas eran más cortos. Corrió, entró, se sumergió en seguida estaba volviendo a salir al lado de la joven.
-- Estoy bien, sólo fue que el color, ¡es demasiado hermoso!.-
Le respondió excitada Tomoyo.
Él la miró extrañado, de qué color estaba hablando. No alcanzó ni a procesarlo, la joven le había pescado del brazo y lo había sumergido, alcanzó a dar una bocanada de aire y a escuchar en susurro la voz de ella que decía: no cierres tus ojos.
Él no lo hizo, ahí estaba ella, con sus largos negros cabellos flotando alrededor de ella de forma casi angelical, pero el fondo, era algo impresionante, tanto así que sintió un leve dejillo de celos. Era un color que le hubiese enamorado si ella no estuviese ahí.
Salieron a la superficie, ella iba a decir algo pero fue interrumpida por un brusco beso que le dejó atontada, es que era sólo esa forma de besar. Tan dulcemente buena, exquisitamente ardiente, cuando se necesitaba acción él la daba, cuando se quería amor él le daba y cuando deseaba ahí estaba. Era simplemente: su maestro en eso del amar.
Se separó de ella para ver esa cara de no me dejes así, le encantaba.
-- Más.-
Susurró ella mientras abría los ojos y no podía ocultar el deseo que sentía por aquel adonis que la tenía abrazado a él, ella enredó sus piernas en la cadera de él y este la abrazó mientras la sujetaba del trasero de la sutil manera en que Touya Kinomoto sabía.
Ella sabía perfectamente, por ese brillo que él también no ocultaba y no hacía nada por, que él la deseaba en esos momentos más de lo que ella podía creer.
-- ¿Era precioso, no?.-
Le preguntó Tomoyo mientras se abrazaba al pecho del joven, en un instante inesperado una fugaz imagen del color del agua se le había aparecido.
-- Tsk.-
Gruñó él. Ella le miró, luego sonrió.
-- Era demasiado hermoso.-
Volvió a susurrar sobre su pecho la joven, mientras alzaba su mirar al del moreno.
-- Tsk, es simplemente añil.-
Bufó el joven aniñadamente, ella sonrió ante el comportamiento celoso de él sólo por una simple agua, con un lindo color añil-ahora sabía como se llamaba su colorido amante- pero seguía siendo una simple agua.
Ella lo prefería mil veces a él.
Mil veces sus manos, su boca, sus ojos, su lengua; mil veces a él.
Para distraerla nuevamente le besaba cortamente el cuello de la joven, la verdad, no quería más agua. Quería salir de ahí, con ella, a un lugar cómodo, seco y dónde le pudiera hacer cosas con más libertad.
Camino con ella aún abrazada a él, al salir del agua no pensó mucho en que quería un lugar seco y cómodo. Sólo pensó en lo que quería hacerle, en ese momento.
Fin
Me gustó como quedo este, espero que les guste a todos tanto como a mi y quieran seguir leyendome. .