Nuevamente se había quedado sola. Con la cena que había preparado esa noche para agasajar a su familia en un plato, quemada por accidente y mirando al vacio comedor, exhalo un suspiro.
A diferencia de lo que todo el mundo creía, ella sabía que era mala cocinando. Que era propensa a cometer errores como confundir la sal con el azúcar y el vinagre con el vino. Que su “instinto”, tan desarrollado en los aspectos de las artes marciales, fracasaba horriblemente al advertirle que no podía poner un huevo en un microondas, que debía probar lo que cocinaba o percatarse que la tetera tuviera agua.
Aun así… ¿Por qué lo intentaba?
Cuando era pequeña y su madre vivía, recordaba la sonrisa de ella al cocinar. Podia pasar horas sin que ella se percatara mirando como preparaba esos deliciosos platillos que todos comían felices, mezclado los alimentos siempre con una sonrisa en su rostro. En los momentos en que ella se percataba que la pequeña Akane la observaba, con una sonrisa le pedía que le ayudara. En esos momentos, decia una frase que repetía muchas veces.
“No hay nada mejor que cocinar para quienes quieres”
Pero su madre se había ido hace muchísimos años. Pero cada vez que recordaba esos moentos inevitablemente se dirigía a la cocina para preparar comida toxica. Pero no se rendiría hasta poder cocinar un plato que hiciera felices a esas personas por las cuales sentía cariño. A su padre, a sus hermanas, a su tio Genma, a su tia Nodoka y… y a ese estúpido engreído que se hacia llamar su prometido. E intentaba dar todo de si para cocinar para ellos… en especial para el. Aunque todo era en vano. Siempre terminaba sola, con un plato de comida toxica que tiraba al fregadero esperando que Kasumi lo tirara a la basura al día siguiente.
Lo que no sabia es que muy tarde esa noche, como muchas otras noches y pesando la amenaza de un dolor de estomago, cierto chico de cabellos trenzados bajaba sigilosamente hasta la cocina y comia ese alimento que a la luz del día se negaba a probar. Ese platillo que había creado su prometida.
¿Por qué lo hacia?
Porque podía recordar la sonrisa de ella al preparar esos alimentos, el entusiasmo con el que pelaba las verduras y freia los alimentos muchas veces equivocados a fin de crear un plato de comida. Podia pasar horas mirándola sin que ella se percatara, pero a veces ella se daba cuenta y con una sonrisa le decía que pronto estaría la cena.
“No hay nada mejor que cocinar para quienes quieres, ¿verdad Akane?”