-Quiero verlo. Quiero ver a Shion. -Los ojos de Safu se llenaron de lágrimas. Mordió su labio inferior.
Es una chica fuerte, pensó Karan. A su corta edad ya aprendió como detener sus lágrimas.
Karan la acercó y estrechó a la chica contra su pecho.
-Gracias, Safu.
-Señora…
-Sabes, siempre creí que estaba sola. Creí que tenía que llevar esta carga yo sola… pero estabas ahí conmigo. También tú tienes un lugar en tu corazón para Shion- gracias.
-Lo…lo amo, -dijo Safu, con la voz temblando. -Desde el fondo de mi corazón, siempre, siempre lo he amado sólo a él.
-Mm-ajá, -murmuró Karan en asentimiento.
-No quiero perderlo. Quiero estar a su lado.
-Lo sé. -Apretó la espalda de Safu.
En un distante pasado dije lo mismo una vez. Había conocido a un hombre que me importaba más que cualquier otra cosa, y nunca quise perderlo. Desee estar a su lado por siempre.
Pero se habían separado y la única cosa que le quedo fue su bebé recién nacido. “Shion” fue el nombre que el hombre le había dado a su hijo. Fue el único y último regalo para ella.
-Las mujeres pueden seguir viviendo sin un hombre, sabes.
Había salido como un susurro. Tal vez Safu no lo hubiera oído, porque levantó el rostro y parpadeó hacia ella en interrogación. Cuando parpadeó, una sola lágrima se derramó y recorrió su suave mejilla.
-Safu, ¿Puedo pedirte que creas en él?
-¿Eh?
-Cree en él. Vendrá a casa algún día; de alguna forma, simplemente sé que lo hará. No es tan débil como parece.
-Lo sé muy bien.
-Así que por favor, espéralo, -imploró Karan. -Tomará un tiempo ver cómo evoluciona la situación. No creo que sea bueno para nosotras actuar precipitadamente.
Los hombros de Safu se levantaron y volvieron a caer cuando respiró profundamente.
-Señora, ¿Puedo preguntarle algo más?
-Claro.
-¿Quién está con él ahora mismo?
Era una pregunta inesperada. Alguien que estaba con Shion- invisible, pero a su lado de todas formas. ¿Quién era?
-¿Será Nezumi?
-¿Nezumi?
-Sí. Nezumi. Es la única persona que puedo imaginar.
-Me pregunto si ¿Es una persona muy importante para Shion? -preguntó Safu.
-Creo que sí. Tal vez incluso mucho más importante de lo que tú y yo somos para él.
Safu sonrió, y anunció que se iba a casa.
-Espera, Safu, -dijo Karan urgentemente. -Prométeme que no harás nada precipitado. Esperarás hasta que venga a casa, ¿No? ¿Verdad?
La sonrisa de la chica no desapareció, pero la luz en sus ojos era desafiante y albergaba una intención clara.
-No me gusta esperar.
-Safu…
-Siempre he sido así. No puedo simplemente sentarme y no hacer nada mientras espero. Esta mañana fui a hacer todo el papeleo para cancelar mi intercambio, ahora soy libre. Así que voy a ir; voy a llegar donde está Shion, sin importar lo que me cueste.
Karan sacudió la cabeza. Sentía que sin importar lo que dijera, ahora sería inútil. Pero tenía que detener a Safu, no podía permitir que tomara la elección necia de ir directo a la red de la araña.
-Safu, puede que sea la madre de Shion, pero no sé ni una sola cosa sobre él. Probablemente hay más cosas que no sé; pero- pero verás, sé que seguramente él no querrá que te pongas en peligro sólo para verlo. Si algo te sucede, entonces él sufrirá el resto de su vida. Eso lo sé con seguridad. Así que por favor…
Safu levantó la barbilla y apretó fuertemente los labios.
-Esto no tiene nada que ver con los sentimientos de Shion.
-¿Eh?
-Hago esto porque quiero. Estoy siendo egoísta, lo sé. Pero no puedo simplemente sentarme y esperar a Shion en este estado. Quiero verlo desesperadamente. Es por eso que voy. Eso es todo… no soy una madre, Señora- no puedo ser fuerte como usted. No puedo quedarme esperando sólo confiando. No quiero lamentar nada. Si- si por alguna razón, resulta que él nunca regresa… yo seré la que sufrirá el resto de mi vida y no quiero eso. No quiero perderlo.
-Pero Safu… -Karan repitió las mismas palabras suavemente, en su corazón.
Pero Safu, sabes, las mujeres pueden seguir viviendo sin un hombre. Puede que sea doloroso, y podría sentirse como que te han arrancado las extremidades, pero aun así eres capaz de vivir cargando esa herida. Incluso con esa carga, un día podrás volver a reír. Es por eso que- por favor, no pongas tu vida en riesgo por ningún hombre. Por favor, vive por tu propio bien.
¿Cómo podía responder a los sentimientos obstinados y fieramente devotos de esta chica? ¿Cómo podía convencerla? Karan, torpe, pero desesperadamente luchó para encontrar las palabras correctas. Pero Safu ya estaba alejándose de ella.
-Señora, me alegra haber podido verla. Adiós.
No, Safu- nunca digas palabras de despedida de esa forma.
-La próxima vez, ven antes del mediodía, -Karan se calló. Se esforzó en que sus palabras alcanzaran la espalda de la figura vestida de gris.
-¿Antes del mediodía?
-Sí. Horneo pan desde temprano hasta justo antes del mediodía. Temprano por la mañana horneo mayormente rollos y panes, pero cerca al mediodía horneo panes dulces y pasteles. Voy a hornear tres clases de panquecitos. Ven y pruébalos. También tengo un delicioso té negro para acompañarlos.
Hubo un momento de silencio entre ellas.
-Ya sé, -continuó Karan, -Safu, si quieres, ¿Podrías ayudarme con la tienda? Te enseñaré a hornear pan. He estado muy sola durante todo este tiempo. Si vinieras y trabajaras aquí, sería muy feliz.
Sabía que estaba siendo necia. Pero ¿Qué más puedo decir? ¿Qué más podría distraer su corazón de Shion? ¿Cómo puedo protegerla del peligro?
-Gracias, Señora. Amo los panquecitos. Esperaré el día en que pueda probarlos.
La chica dijo una vez más las palabras de despedida, y se adentró en las calles nocturnas. Karan observó silenciosamente mientras desaparecía su espalda. Sus brazos y piernas se sentían pesados. Un suspiro detrás de otro escapó de sus labios.
¿Por qué las jóvenes amaban de forma tan agitada, ansiosa y devotamente ciega? Las chicas a esa edad ni siquiera podían esperar pacientemente con fe. Sus sentimientos eran tan turbulentos, tan apasionados de ansia, y tan dolorosos.
He olvidado por completo cómo era sentirse así.
Karan suspiró de nuevo.
Después de que cerró y estaba a punto de apagar las luces notó la bufanda rosa claro. La bufanda olvidada. Casi pudo sentir la agitación de Safu.
Sí, Safu aún estaba indecisa. Si tenía aunque fuera un pequeño retazo de incertidumbre, podría persuadirla de ir. Podría no ser demasiado tarde, después de todo.
Karan agarró la bufanda con ambas manos y abrió la puerta de la tienda.
Estaba a punto de salir del callejón para entrar a la calle principal cuando se dio cuenta que había olvidado la bufanda. Era una prenda que su abuela había tejido a mano.
Justo ahora, las bufandas y suéteres tejidos a mano habían vuelto a la moda porque mucha gente encontraba la textura lanuda agradable a la piel. Pero cuando Safu había sido pequeña, nadie usaba bufandas en No. 6; la mayoría vestían ropa interior hecha de fibra especial y la piel que estaba en contacto con la prenda se mantenía a una temperatura regulada. La gente no necesitaba usar bufandas o tan siquiera un delgado suéter o guantes.
La abuela de Safu tejía como hobby, y siempre había estado tejiendo suéteres y bufandas para su nieta. Los compañeros de Safu se reían de ellos con frecuencia; a pesar de que estaban en el mismo programa de Élite, los niños encontraban cualquier pequeña diferencia y se burlaban o humillaban a otros por ello. Las bufandas y suéteres tejidos a manos que ella usaba eran objeto de burlas.
-Wow, ¿Ese es un artefacto del siglo pasado?
-Solamente lo he visto antes en un museo.
Nadie entendía lo que era la consideración hacia otros, o algo sobre las almas de la gente, o la dignidad de las personas. Era porque nunca lo habían aprendido. Todos creían que eran los elegidos, los elegidos a quienes se les permitía hacer cualquier cosa. La gente pertenecía a clases: los elegidos y aquellos que no eran elegidos. Aparte de una gigantesca cantidad de conocimiento teórico, eso era todo lo que habían aprendido en los salones equipados con dispositivos de última generación.
Pero Shion era diferente. Sabía tratar a los otros con tanto respeto como se trataba a si mismo. No se ponía por encima o por debajo de otros. Él era una rareza. Así es como Safu se sentía respecto a él.
Esta persona es diferente de las otras.
Ya no recordaba cuando, pero en una ocasión él había halagado un suéter negro que Safu estaba usando. El suéter tenía una línea roja-rosada que cruzaba el pecho y rodeaba las mangas.
-Luce muy lindo en ti.
Safu había estado revisando el horario de clases del día en la pantalla electroluminiscente en su escritorio. Dudó un poco al ser interpelada tan repentinamente.
-Ese suéter luce muy bonito. Sólo con mirarlo puedo decir que es muy calientito.
-Gr-gracias.
-No hay de qué. Pero ahora he aprendido algo nuevo.
-¿Eh?
-El negro y rosa combinan muy bien. No tenía idea.
No fue nada parecido a una conversación apropiada, fue abrupta y más bien un monólogo; pero en ese momento, en el alma de Safu, el niño de rostro gentil se había elevado y dejado una huella.
Que persona tan extraña…
Era una persona extraña. Era diferente del resto. Así que un día, probablemente él también tomará un camino diferente al resto de nosotros. Probablemente se irá, se deshará, sin pensarlo dos veces, de todo a lo que nosotros estemos aferrados, todo lo que nos han enseñado a valorar como lo más importante.
Había tenido ese sentimiento anteriormente.
Así que cuando Shion había pasado el examen de selección para el Instituto Superior de Programa Privilegiado, solo para perder sus privilegios poco después y mudarse a Lost Town, Safu no estaba sorprendida. Su premonición se acababa de volver realidad. No había nada porque estar sorprendido. Pero ella deseaba saber por qué. Quiso conocer el significado detrás de la expresión en los ojos de Shion que aparecía tan frecuentemente.
¿Qué estás mirando? ¿A quién estás buscando?
No dejes que tu mirada vague tan lejos. Mírame. Yo estoy enfrente de ti.
Eran palabras simples, pero nunca consiguió decirlas. Eran sentimientos tan fuertes, pero no mostraban señales de salir. Los aparatos de comunicación progresaban en calidad día tras día, y los teléfonos móviles tipo tarjeta, computadoras portátiles y el papel electrónico existían y se usaban en el mundo real- pero todos ellos le resultaban inútiles. No tenían utilidad para transmitirle su alma al que estaba parado a su lado. Eso la acribillaba de ansiedad.
Estaba frustrada consigo misma por no saber ninguna palabra para confesarse, y con Shion por ni siquiera intentar percibir sus sentimientos; pero aun así, había desnudado su alma justo antes de irse a su intercambio. Estaba avergonzada por ser tan directa, pero fue la única forma en que pudo decirlo.
Te quiero. Siempre te he querido.
Palabras simples y directas. Fue la mejor confesión que se le ocurrió, pero fue fácilmente dispersada por completo.
Siempre pensé en ti como una amiga.
Que respuesta ganadora de un Oscar. Fue tan ridículo que había deseado soltar una estruendosa carcajada. Tan gracioso que fue casi doloroso.
Descerebrado, idiota, madura un poco, ¿No quieres?
Lo criticó en su mente, pero aun así podía decirle lo que deseaba decir. Eso fue suficiente. Su carga se había aligerado una tonelada. En dos años, cuando regrese de mi intercambio, empezaré de nuevo. Lo miraré a la cara, cuando sea dos años más madura. Su alma continuaría igual. Todavía le dolía la nostalgia hacia él.
Pero Shion en mayor parte, ni siquiera había estado viendo a Safu. Su alma había sido capturada por alguien más, y se había olvidado de ella. Por primera vez, había visto al calmado y sereno chico de pocas palabras encresparse justo frente a sus ojos.
Las emociones de Shion habían perdido su equilibrio, y se había agitado.
Ella había intentado seguir la mirada de Shion, a través de la estación, a través de la multitud de gente, pero no había podido ver nada. Quien fuera el que ella no pudo ver, probablemente había sido la persona que Shion había estado buscando. Y justo ahora, esa persona estaba probablemente a su lado. Aunque no tenía evidencia, tenía la certeza de que era verdad. Era inútil preguntarse quién podría ser esa persona. Era una persona desconocida.
¿Será Nezumi? Fue lo que había dicho Karan.
¿Un ratón?
Había uno. Había aparecido un ratón, antes de que se separaran en la estación, un pequeño ratón había subido al hombro de Shion.
-Nezumi. -Intento decirlo en voz alta. Sólo le vino a la mente la imagen de una rata de laboratorio. El viento sopló y sintió frío alrededor del cuello. ¿Debería regresar por mi bufanda? Justo cuando estaba a punto de cambiar de dirección, una sombra oscura apareció frente a ella.
-¿Eres Safu-san? -Le llamaron por su nombre. Un ligero escalofrío le recorrió la espalda. Esos uniformes- eran agentes policiales del Departamento de Seguridad.
¿Por qué los agentes del Departamento-?
-Safu-san ¿Cierto? -Uno de los hombres repitió la pregunta. Era una pregunta de la que ya sabía la respuesta.
-Sí.
-¿Podría ver su tarjeta ID? -Después de confirmar la tarjeta que Safu les mostró, los oficiales se miraron entre ellos y asintieron. Su tono de voz fue cortés, pero no era de ninguna forma amigable. Fue mecánico, sin calidez humana. Sus escalofríos empeoraron.
-Si no le importa, nos gustaría que nos acompañara al Departamento de Seguridad.
-¿Qué?
Para cuando soltó un pequeño grito, ya había sido flanqueado por ambos lados por oficiales y sujetada por los brazos.
-Por favor entre en el coche.
-No, ¡Déjenme ir! -Luchó. El agarre no se aflojó.
-¡Deténganse! ¿Por qué me llevan? Díganme por qué, -demandó Safu.
-Entra de una maldita vez y lo averiguarás pronto. -Sus palabras se volvieron duras. Parecía que intentaban escoltarla a la fuerza. Safu relajó el cuerpo.
-Muy bien. Por favor, sólo no usen la violencia conmigo. -Dio un paso al frente.
-¡Ah-!
Ella pretendió subir y dejó caer el cuerpo hacia delante. Las manos de los hombres se soltaron. Embistió contra el hombre a su derecha; él se tambaleó varios pasos hacia atrás. Safu agitó su bolsa alrededor y golpeó al otro hombre. Corrió por el espacio entre ellos.
Tenía que huir. Si la capturaban, nunca podría volver a ver a Shion.
Lo que significaba ser escoltada por la fuerza por el Departamento de Seguridad- lo sabía por instinto, no por lógica. Nunca volveré a verlo.
Vio una sombra al final del callejón. Era muy lejos para distinguirla claramente, pero pudo ver que sostenía algo de color claro en sus manos.
Su bufanda rosa claro.
-Señora.
Sus pies se detuvieron.
Señora, no. No venga por aquí.
Intentó girar, pero la sujetaron por el hombro. Le apretaron la muñeca y se la torcieron por detrás de la espalda. Se disparó el dolor. Su boca fue cubierta cuando la abrió para gritar.
Deténganse.
Los hombres ya no dijeron ni una palabra más. En silencio, procedieron a capturar a Safu. Un sentimiento de terror se extendió por todo su cuerpo.
Estoy asustada. No. ayúdenme. Luchó por liberarse. Escuchó el sonido de su abrigo rasgándose. Un botón salió volando y rodó en la calle.
Ayúdenme. No- ayuden-
Sintió un golpe en la nuca. Su cuerpo se adormeció, y no pudo moverse como deseaba.
-No… ayúdenme… -Estaba perdiendo la consciencia. La escena nocturna frente a ella se hizo borrosa.
Shion.
Antes que pudiera murmurar el nombre, Safu fue arrastrada por la oscuridad.
Karan vio las figuras oscuras enredadas en una lucha. Escuchó un grito corto e instantáneamente reconoció la voz de Safu. Dudo durante un momento, luego empezó a correr. Pero sus piernas no se movieron como les ordenó, tropezó y cayó, y azotó duramente su rodilla contra el pavimento.
Para cuando Karan se hubo levantado, los hombres estaban metiendo el cuerpo flácido de Safu dentro del carro. Era como una silenciosa y sombría obra de teatro representada en una calle oscura. Pero lo que se desplegaba frente a ella bajo las lámparas uniformemente separadas, no era otra más que la realidad. Los hombres no fingían- estaban llevando a cabo una misión asignada, sin una sola palabra.
El Departamento de Seguridad.
Su aliento quedó atrapado en su garganta. Petrificada en el pavimento, era incapaz de moverse. No era dolor, sino miedo, el que prevenía que sus pies dieran un paso adelante.
Uno de los hombres miró en su dirección. O al menos ella creyó que lo hizo. Su cuerpo se sacudió en horror. Karan estaba engarrotada fuera del brillo de la luz, así que en esa oscuridad era difícil verla. Pero con goggles de visión nocturna, no importaba la hora del día. Podían ver en la oscuridad como si fuera mediodía. Probablemente verían a Karan con la claridad de un cristal.
Estaba aterrorizada.
Pero los hombres se metieron rápidamente al carro. La camioneta negra avanzó silenciosamente y desapareció de la vista de Karan en segundos. Karan se levantó y apretó la bufanda en sus manos.
-Safu.
Dijo el nombre en voz alta, y el terror real finalmente la inundó. Sus manos temblaron. Se tambaleó hacia su casa y cerró la puerta. El débil olor a pan la calmó un poco.
El Departamento de Seguridad se había llevado bajo custodia a Safu. Casi había sido como un secuestro.
¿Por qué? ¿Por qué la capturaron? ¿Es por Shion? Si así es, ¿Entonces porque a Safu, y no a mí? ¿Por qué diablos-?
No sabía. No sabía nada.
Chip.
Un pequeño ratón asomó la cabeza por debajo del aparador. Sostenía con las patas un bocado de pan de queso.
-Nezumi.
¿Nezumi sería capaz de ayudarla? ¿Sería su salvación? ¿Sostendría la mano que ella había extendido hacia él?
Karan extendió su palma hacia el pequeño animal de ojos color uva.