Jean Pierre se acomodaba las ropas mientras corría presuroso hacia su cita con la directora. Terminó de arreglarse frente a un espejo del pasillo
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Le ordenó a una de sus criadas que lo hiciera pasar. Adolphe se encontraba en el gran balcón de su despacho. La merienda ya estaba servida: el té reposaba caliente en la tetera de porcelana, rodeado de brioche y de bocadillos salados. También había mantequilla y algunos dulces en pequeños platitos.
-Lo estaba esperando, monsieur. Ya había meditado la posibilidad de comenzar yo sola -le sonrió.
-Me imagino -respondió. Sabía que el conde Francois tenía sus propios ritmos; y su manera relajada, lejos de escandalizarla o molestarla, la divertía-. A veces no estoy segura de si para mí pasa demasiado rápido o demasiado lento. Temo relajarme en algún momento y que todo se desmorone de pronto como un castillo de naipes en medio de una tempestad.
Decía aquello en tono jocoso, aunque en verdad lo pensaba.
-¿Me había dicho que tenía un mensaje de Su Majestad para mí?
Dejó la brioche de lado. Y rebuscó en su saco rogando que no se le hubiese caído el sobre con la carta del rey. Finalmente sacó un sobre algo arrugado.
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-Lo estaba esperando, monsieur. Ya había meditado la posibilidad de comenzar yo sola -le sonrió.
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Hizo una pronunciada reverencia.
- Pardon...Cuando estoy en este internado el tiempo vuela.
Le sonrío alegremente y se sentó en la mesa dispuesto a tomar un brioche.
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Decía aquello en tono jocoso, aunque en verdad lo pensaba.
-¿Me había dicho que tenía un mensaje de Su Majestad para mí?
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Dejó la brioche de lado. Y rebuscó en su saco rogando que no se le hubiese caído el sobre con la carta del rey. Finalmente sacó un sobre algo arrugado.
Río excusandose.
- Esta algo arrugada....fue un largo viaje...
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