Había bajado dos veces a ver a la gorda de la posadera.
En primer lugar para preguntarle si tenía trapos, ya que quería limpiarse las heridas. La segunda a por jabón y una palangana, en un vano intento de limpiar su camisa y chaquetón. La vieja le había chillado que el jabón se cobraba a parte seguido de una retahíla de insultos.
Obviamente él acabó
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- ¡Maximiliem! Ayudame, por favor...
Si no fuese por la mano cubierta de sangre que reconoció como suya aferrada al hombro desnudo de su amigo, podría haber pensado que se trataba de una horrible pesadilla...
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-Hey, hey,hey, calma.- Comentó con sorpresa ante el súbito abalanzamiento. Luego guió a Philipe hasta el camastro para que se sentase, parecía que al soldado le iban a fallar las piernas de un momento a otro. Una vez el otro joven estuvo sentado, pudo notar la sustancia pegajosa que se adhería a su hombro desnudo y que reconoció como sangre-¿Qué mierda…?¿Ha peleado con alguien?.
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Le faltaba el aliento y empezó a sentir que se desvanecía.
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-Espere... ¡¿Qué?!-Gritó mientras alternaba la vista entre el soldado a punto de echarse a llorar y la puerta abierta.-¿Está seguro de que esta…muerta?¿Muerta de verdad?¿Lo ha comprobado?-Preguntó más comedido para luego salir al pasillo en pos de la habitación del soldado, mientras arrastraba a este de la camisa. Todavía no había reaccionado y le seguía a duras penas agarrándole y con piernas tambaleantes.
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