De pequeña temía horrores el momento de irme a dormir. Aborrecía la noche, me daba mucho miedo la oscuridad. Tenía una imaginación desbordante, y en la penumbra eso jugaba en mi contra. Cualquier ruido, cualquier sombra se convertía en terribles monstruos, asesinos acechantes, muñecos que se volvían malignos. Cuando cerraba los ojos aparecía ante
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