La energía engendra energía, y yo la absorbo, me bebo el frasquito de veneno entero, lo observo con la boca y me lo zampo con los ojos, al mundo entero, a cada una de las criaturas que lo habitan, a cada humano, a cada mujer hermosa y a cada hombre perspicaz. Un derroche de estupor por cada historia anónima, inexistente cuando se olvida, perecedera
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