Para akelos_cry! HAPPY HAPPY!

Jan 06, 2009 00:01

...y aquí va! Instrucciones: primero de todo, poner la canción. Una vez puesta, leer el drabble que la acompaña. Si hay cualquier problema, por favor contacte con la administración.

PARA akelos_cry !!! CHURPRAIS! (espero que te guste^^). Me pedías un fanmix de Bon Jovi y… bueno xD he hecho un pequeño cambio.

SPOILERS: todo lo que lleva de cuarta temporada. Bueno, supongo que con acabar la tercera también vale.

¡A disfrutar!



Cruzar esas puertas otra vez no es tarea fácil. Es como en esas viejas películas del Oeste, cuando el vaquero de turno cruza el umbral del Piano Bar y las puertas bailan tras de sí.

Inconscientemente, David Rossi se lleva las manos a los bolsillos, como si fuesen las cartucheras. Las miradas se le clavan por todas partes: empleados, detectives, secretarias… como atractivas camareras en el Salón. Él es el vaquero, lleva más de diez años sin ejercer y aún se acuerdan de él.

Siguiendo la magia del momento, tararea una canción familiar, mientras saluda a diestro y siniestro por todo el despacho.

I´m a cowboy. On a steel horse I ride. I´m wanted... wanted dead or alive.



Emily enciende la radio. La música es rítmica, potente. La batería destroza el parqué con cada impacto, mientras ella sigue el ritmo con la pierna. Es imposible no hacerlo. Se enfunda despacio unos guantes sin dedos, mientras repite una y otra vez que es indestructible. Segura. Innegable. Que siempre va a ser indestructible.

Sin perder el hilo avanza hacia el saco colgado del techo del gimnasio. Ahí está, el sudes que amenaza con arrebatarle todo lo que ha logrado en la vida. El hombre machista que la golpeó en aquella iglesia. Los amigos estúpidos de su madre que decían que no lo conseguiría.

Soy indestructible.

El saco rebota una y otra vez, sus cadenas gimiendo al retorcerse por la fuerza de cada golpe. Y el suelo sigue vibrando. Y Emily Prentiss golpea más y más fuerte, sintiendo como el tibio sudor la empapa.

Indestructible.



Es una canción tan vieja que no puedes evitar cerrar los ojos cuando empieza. Y luego, muy despacio, vas siguiendo el ritmo con la cabeza, hasta acabar gritando como una loca en el medio del despacho.

Y es que García debería andarse con cuidado, pero es casi imposible resistirse. La letra habla de una pareja joven con muchos problemas, y él le suplica que sigan teniendo fe.

García sigue teniendo fe. Algún día, ese Dios esculpido en chocolate se acercará, la agarrará por la cintura y susurrará a su oído planes de fugarse y vivir juntos, lejos.

La música se anima y la técnico empieza a bailotear en su silla. Una muñeca de peluche se convierte en un improvisado micrófono y, para cuando llega el estribillo, Penélope se encuentra de pie, bailando y dejándose llevar por el ritmo de la música ochentera y los bramidos de su propia voz.

-UOOOOHHHOOOOH! LIVIN´ON A PRAYER!

Casi a mitad del último estribillo, alcanza a ver por el rabillo del ojo al morenazo más sexy del mundo, aplaudiendo entre risas y convirtiéndola al instante en la mujer con más derecho a que se la trague la tierra.



-Vamos, adelante, cántale.

JJ mira primero a su prometido y después a su recién nacido, con cara de estupefacción.

-Will, no sé cantar. Ya llevas insistiendo media hora, y si no te vas ya el niño nunca acabará de dormirse.

Will abandona el salón con una media sonrisa en los labios, viendo como la rubia se da la vuelta y empieza a acunar suavemente al bebé.

JJ no recuerda ninguna canción de cuna, y sabe que es una estupidez hablarle a un niño de ovejitas y cangrejos cuando aún no puede entender nada. Pero el pobre no deja de llorar y a ella le duele cada vez más la cabeza, y deja salir lo primero que viene a su mente.

- Sitting here wasted and wounded, at this old piano...

Empieza a relajarse. Se sabe esta canción desde hace años, no es difícil recordarla. Habla de amar, de proteger y de cuidar a alguien especial mejor que nadie, de tenerle en una cama de rosas. Y el pequeño parece entenderlo, porque respira tranquilo y deja de llorar mientras empieza a entrecerrar sus pequeños ojitos azules.

Sigilosamente, un emocionado padre y prometido observa la escena desde un discreto segundo plano.



Se coloca con suavidad el sombrero de gángster, las gafas de sol y el reloj, y le da los últimos retoques a una camisa negra de manga corta recién traída de la tintorería.

Derek Morgan sonríe pícaramente al espejo, y su reflejo le devuelve la sonrisa. No hay ningún invento equiparable al sábado por la noche, a recorrer los bares más glamorosos rodeado de chicas preciosas moviéndose a su alrededor. Es tentador, casi inevitable, que el agente del FBI se relaje y quiera tomarse la noche libre.

Bailotea un rato a solas imaginándose la noche salvaje que le espera. Un coche con la música demasiado alta le acompaña en los instrumentales.

Será la mejor noche de tu vida, amigo.

Pero entonces, eso. Ese escalofrío estúpido y alarmante que le recorre todo el cuerpo, que le recuerda todo lo que ha visto en tantos años de trabajo de campo y que le amenaza de las consecuencias de olvidarlo todo.

No se puede luchar contra él. Quizás sea esa la razón por la que es tan buen agente.

Antes de salir, coge la placa y la pistola.



Es duro. La puerta de madera con mosquitera parece un muro de ladrillo. En esa vieja casa a las afueras, aún con la radio a tope y la tetera silbando, se puede oler el silencio.

La cara de Haley es impenetrable, pero se derrite por dentro. Hotch empieza a ver, por primera vez en mucho tiempo, el terremoto de emociones que debe de estar sintiendo, lo difícil que habrá sido convivir con él, con sus viajes. Sus ojos reflejan las arrugas de muchas noches en vela preguntándose si aún seguía vivo. Sus hombros están huesudos desde que aquél asesino encontró su casa. Se puede ver todo eso y mucho más. El cansancio, la tristeza y los pesares. La lucha interior por dejarle pasar y olvidarlo todo. Volver a ser una familia. Olvidarlo todo.

Pero Hotch sabe que eso no es posible, y se queda ahí un rato más, en la fría entrada de la casa, sin decir nada. Ella tampoco abre la boca, pero no hace falta.

No va a permitir que le perdone.

-Gracias por haberme querido, Haley.

Son sus únicas palabras antes de desaparecer en la noche.



Estar sentado en el despacho un día normal por la noche es insoportable. Una millonésima de ruiditos invaden todos los rincones del edificio, murmullos de fiesta y entusiasmo por todas partes. Las canciones se escuchan de lejos desde una discoteca cercana que no se molesta en bajar el volumen. Después de todo, es viernes, no hay nadie trabajando.

Solo algún que otro pirado leyendo un manuscrito medieval reeditado en un rincón.

Pirado. Si le dieran un centavo por cada persona que le había llamado así… En el colegio, el instituto, la universidad, el barrio… hasta su propia madre cuando perdía del todo la conciencia. Nadie, nunca, ha respetado su propia vida. Quizás debería haber hecho caso a su madre e intentar ser un tipo normal, pasar desapercibido, salir con alguna chica…

Casi sin darse cuenta, empieza a mover el pié al ritmo de la canción que está rompiendo las paredes. Es curioso, el tipo dice que es su vida, y que puede hacer con ella lo que quiera.

Y qué que esté leyendo en su despacho. Y qué que no tenga novia.

Y qué que sea un pirado.

Spencer Reid dibuja una amplia sonrisa y se recuesta en su silla giratoria, silbando animadamente.

amigo invisible, mixtapes, fanfics

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