Tabla: Ilusoria, #04 [En la radio] (El fabricante de muñecas)

Jun 13, 2011 02:31

• Fandom: El fabricante de muñecas.
• Titulo: Palabras prestadas.
• Tabla: Ilusoria
• Prompt: 04 - En la radio.
• Claim: Darcia, Mike, Oliver y Tom.
• Resumen: Oliver ha regresado a su antigua escuela y a sus antiguos amigos, y pese a desear lo contrario, con alguna emoción, las cosas no han cambiado demasiado en su ausencia.
• Advertencias: Ninguna.

Dejar Edimburgo atrás, para Oliver no significó gran cosa, regresar y establecerse en Cardiff sí. Volvía a su amado País de Gales, su país natal, y por mucho que se dijese que eran británicos, él se sentía más galés que nada, y pese a no ser alguien que gustase de expresarse demasiado, más por timidez que otra cosa, se sentía feliz y pleno recorriendo una vez más las calles de la capital.

La escuela en la que fue inscrito era la misma a la que había ido dos años atrás, así que sus compañeros eran casi los mismos, con algunas pequeñas agregaciones. Rápidamente volvió a ligarse a Mike y Tom, sus dos únicos amigos reales, con los que se había seguido mensajeando por e-mail, carta, postales y cualquier cosa que pudiera acercarlos un poco, incluso había logrado pasar un verano en casa de Mike.

-Novedades, debe haber algo aquí que me haya perdido, ¿no? Un año, después de todo, es mucho tiempo. Incluso por correspondencia.

Mike rió ante el comentario de Oliver, palmeándole la espalda. Era, de los tres, el mejor informado y el más abierto, además, el locutor oficial de la radio escolar.

-Sí, pues verás, ¿recuerdas a Mine? Se embarazó y dejó la escuela justo cuando te fuiste, chilló algo de “Si Oliver me deja…” y ya sabes, esa loca era una mujer dramática digna de temer, y se metía con cualquier cosa rubia que se moviera, sin ofender.

Oliver se encogió de hombros, no le importaba. Minerva, había sido una chica bajita y no muy bonita, al menos de cara, era de origen latino y tenía una personalidad demasiado vigorosa y apasionada. A espaldas de Oliver, aclamaba que salían juntos, pero en realidad nunca habían cruzado una palabra, pese a que iban juntos en todas las clases.

-Bien, -prosiguió- a mediados del año pasado abrieron una tienda un tanto rara en el centro, es una tienda de muñecas, pero no de las de plástico comunes sino de porcelana fina, con ojos muy humanos para mi gusto. Mi abuelo y yo pasamos por ahí, buscábamos un regalo para mi hermana y encontramos el local, ¡el dependiente está chiflado! Tomé una muñeca que se me hizo guapetona, y el muy cretino me dijo “Esa muñeca no está en venta, y además, no está destinada a tu hermana” ¿puedes creerlo?

Oliver se revolvió incomodo en su asiento, dejó de comer y miró a Mike con el labio temblando, claro signo de estar nervioso.

-¿Sucede algo, Kirk? -preguntó Tom, notando de inmediato el asunto.

-Algo así -se resignó, no es que no les tuviera secretos, simplemente el hecho le resultaba curioso-. En Edimburgo, vivía cerca del centro, también, y había una tienda de muñecas hechas a mano, la descubrí un día cuando regresaba de un partido de fútbol; como sea, cuando estaba a un mes de mudarme, salió un chico bajito y rubio de ojos azules. Me dijo que su nombre era Brian, muy vivaracho el niño, unos dos años menos que nosotros, dijo que ayudaba a su hermano mayor en la tienda, que eran los dueños, y también dijo, y fue lo que realmente me asustó, “te hemos estado esperando”.
»Instantáneamente pensé que era un chiflado, pero la cosa no acabó ahí. Dijo algunas cosas sobre el destino, muy raras para un crío de doce años, pero francamente no quise hacerle preguntas, al final me entregó el pendiente de dragón que tanto quieres, Tom, y lo último que dijo fue “Estuvo esperando mucho tiempo que vinieras, Oliver, estaban predestinados.” Curiosamente, nunca le di mi nombre.

-Ah, pero no es el mismo, amigo -dijo más aliviado el chico moreno, porque Mike era moreno-. El sujeto que me atendió era rubio y de ojos verdes, no muy alto y de unos veintitrés a lo mucho, tenía un genio muy voluble, te digo, salimos de la tienda sin comprar nada porque nada de lo que vendía estaba destinado a ser de mi hermana, y comprarlo sería un error; peor para él, pero bueno.

-¡Ustedes dos ya paren con eso! -exclamó Tom, con la piel escamada y el vello erizado, un escalofrío lo había recorrido-. Odio que se pongan así.

Tom era delgado y sin forma, con la cara un poco hundida y pese a ser rubio no era guapo, aunque tenía muchos temas de conversación y vivía sin complejos, no le gustaban las historias de horror ni cosas sobrenaturales, el mayor pasatiempo de Oliver y Mike era aterrorizarlo hasta la muerte, o en la mayoría de los casos, hasta que mojase los pantalones.

-Lo olvidé -dijo Oliver a modo de disculpa, encogiéndose de hombros de forma característica-. De todas formas no era para asustarte, sólo se me hizo un hecho curioso que hubiera dos tiendas así en el centro de las capitales.

Dejaron de conversar cuando el receso terminó y Mike tuvo que regresar a la cabina de radio, donde puso las canciones más fuertes de “Black Sheep” (el grupo favorito de Oliver) como bienvenida. El día transcurrió normal hasta el final de clase.

Mike estaba en medio del pasillo, boqueando y mirando como un muerto un punto rojo en medio de la columna de casilleros, Oliver lo codeó disimuladamente, diciéndole que, cuando se gusta de una mujer, se le mira con disimulo a menos que se planee ser directo.

-¿Gustarme? ¡Estás chiflado! -susurró Mike, molesto y arrastrándolo a él y a Tom hasta otro corredor-. Esa mujer, esa… esa chica, ¿la vieron bien, cierto? Pelirroja, ojos verde, labios carmín y mejillas rosas, ¿correcto? -ambos chicos asintieron, pensando que Mike se había enamorado-. Era ella, idéntica, es la viva imagen de la muñeca que le íbamos a comprar a mi hermana.

* amistad, ◊ fandom: Originales, #fabricante de muñecas: tabla ilusoria, * general

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