San Martin x Belgrano

Oct 02, 2012 22:52

Título: No tiene, ah re.
Personajes: José de San Martin y Manuel Belgrano.
Resumen: José no puede dormir.
-A vos que tanto te gusta hacerle favores al pueblo, cállate un poquito, hacelo por ellos -Esta vez Manuel se dio la vuelta para darle la espalda, en un vano intento de recuperar el sueño perdido. Un sueño que no recordaba pero sabía a libertad.


San Martín abrió los ojos tras una pausa, la noche se encontraba silenciosa y la respiración de Manuel le hacía compañía. Alzó la vista y contempló el techo que se alzaba sobre él.

Sonrió inconscientemente, casi sin poder evitarlo;  y ladeó su rostro para poder observar a quien dormía a su lado, cuyo rostro apacible tentaba a que el pecado fuese no molestarlo.

-Manu… -Lo llamó en un susurro-. Manuel, dale che, levantate que no puedo dormir.

Pero la única respuesta que obtuvo de él fue un suspiro y un leve movimiento, nada que lo mostrara despierto.

-Que increíble, eh. Y eso que uno intenta ser bueno… -Arrugo el ceño de manera actuada, porque en realidad no estaba molesto, estaba despierto que era diferente-. Che Manu, te estoy hablando en serio.

Nada.

José comenzó a impacientarse y esta vez de verdad, aunque no podía culparlo, el pobre había estado todo el santo día discutiendo con políticos que pensaban con el bolsillo y no con el corazón.

Se merecía unos mimitos.

Con cuidado comenzó a acariciar la piel desnuda del hombre a su lado, siguió el camino de caricias suaves hasta encontrarse con sus labios, los cuales rozó con la yema de sus dedos. Le siguió su cabello hasta volvió a dejar descansar su mano sobre la mejilla del mayor. A José ya no le importaba que estuviera dormido, porque Manu era un ejemplo para el pueblo, una especie de padre de la patria, pero sobre todo era suyo y eso era lo más importante.

-Desde que te levantaste no puedo dormir. Yo no puedo creerlo -Rezongó con los ojos cerrados y el ceño fruncido-. Tus pensamientos son lo bastante fuertes para despertarme- El tono de voz pretendía ser molesto pero sus labios se movieron con una suavidad imposible de tomársela en serio.

José rió cuando Manuel interrumpió la práctica de observarlo dormir y, sin embargo, no dejó de acariciar distraídamente su cabello.

-¿Qué pasa?

-Nada, ¿no te puedo mirar? ¿O me vas a echar de tu casa como la vez anterior?

Manuel rodó los ojos.

-Estabas borracho y gritabas que me amabas. Eras problema del pueblo, no mío.

-Que malo, che. Y pensar que si el borracho hubieras sido vos te hubiera dejado entrar en casa para hacerte un lugar en la cama y…

-A vos que tanto te gusta hacerle favores al pueblo, cállate un poquito, hacelo por ellos -Esta vez Manuel se dio la vuelta para darle la espalda, en un vano intento de recuperar el sueño perdido. Un sueño que no recordaba pero sabía a libertad.

-Dale, Manu, no puedo dormir -Abrazó la espalda de Manuel y escondió su rostro en el cuello de éste, con su respiración chochando contra su nuca.

-Andá a liberar países, te prometo que vas a ser capaz de cambiar tu alma por horas de sueño.

-No es gracioso.

En realidad lo era, pensó José, por lo menos como lo decía Manu, con ese tono quisquilloso y terco tan suyo… Abogado tenía que haber salido.

Distraídamente acarició el estómago de Manuel y sintió como éste se relajaba entre sus brazos, podía sentir su respiración tranquila pero despierta, de esto último no cabía duda, porque la manera en la que las propias manos de Belgrano tomaron las suyas le hicieron dar a entender que lo quería ahí con él, no en otro lugar, no con otro.

-Que idiota, eh… -Susurró Manuel-, deben ser las cuatro de la mañana.

-Quizás cinco.

-Quizás, pero… -Volvió a voltearse para poder mirarlo y José acomodó sus brazos para seguir sosteniéndolo de la cintura, con la yema de sus dedos acariciando su piel.

-¿Pero?

-Ahora yo tampoco puedo dormir.

-Que problema, ¿no? -Lo miró a los ojos y reprimió una sonrisa.

Manuel se mordió los labios y José entendió perfectamente aquel gesto, por lo que esperó pacientemente a que éste volviera a tomar palabra.

-Vos ganás.

-¿Disculpá?

Se sonrojó, ¡el propio Manuel Belgrano se había sonrojado…! ¡Y por su culpa! No era la primera vez, y sin embargo no podía dejar de repetirlo en su mente. No era cosa de todos los días, por supuesto que no.

Esta vez no pudo contener la risa que escapó de sus labios y logró ofender al mayor, pero antes que pudiera levantarse de la cama, San Martín lo tomó con firmeza del rostro y acortó la distancia que existía entre sus rostros. Besó sus labios con placer y Manuel correspondió ante el mínimo y primer roce.

Era perfecto, todo era tan perfecto que en aquellos minutos compartidos solo ellos existían. José no tendría por qué enfrentar españoles de sangre patriota, ni Manuel lidiar con opositores de su misma sangre argentina; pero sobre todo, ninguno de ellos se preocuparía por el otro, porque separarse ya no sería una obligación necesaria, ni las lágrimas una tristeza ocultada.

fanfic, san martin x belgrano

Previous post
Up