Fandom: Harry Potter.
Claim: Sirius/Draco.
Tabla: Lemon 2.
Palabra: Amor.
Advertencia: Slash/yaoi
Dos, tres botellas de whisky, contó Sirius y sintió el impulso de felicitarse por no haber perdido toda la compostura después de eso. Si todavía recordaba lo que le seguía al dos, es que no estaba tan borracho.
-Todavía no lo entiendo -murmuró Harry a su lado. Ante él, en la mesa de la antigua casa de los Black, Sirius distinguió otras dos botellas vacías.
Sirius dio un largo sorbo en su bebida, reconfortándose con el calor extendiéndose por su cuerpo y volvió a sentirse tontamente alegre.
-Es que tiene un culo espectacular, Harry -dijo y le resultó gracioso que apenas él entendiera sus propias palabras-. Duro, respingón y a la vez suave. Tiene un tatuaje de dragón justo arriba, ¿sabes? Y le hace cosquillas cuando se lo toco. Es muy raro encontrar eso.
Si alguien les hubiera dicho a cualquiera de los dos que iban a tener esa conversación de esa manera, Harry habría creído que le jugaban una broma de mal gusto y Sirius no se lo habría discutido. Esa tarde todo se había tratado de una visita más de Harry a su padrino, buscando distraerse de su reciente rompimiento con Ginny, y en algún momento Sirius decidió que no les vendrían más unas copas para relajarse.
El problema era que tal vez se habían relajado demasiado. Harry empezó a considerar eso cuando oyó la forma en que su padrino hablaba de Malfoy. Después de semanas de haberse iniciado aquella relación, le parecía un tanto infantil que la idea le provocara asco, pero no pudo evitarlo. Pensar en el trasero de Malfoy, con tatuaje o no, borracho o sobrio, no era algo que le apeteciera.
-No quiero saber de eso, Sirius -repuso intentando de acomodarse mejor en la silla. Tenía los ojos entrecerrados y era claro que le costaba enfocar la vista en una misma cosa-. No te enamoras de la gente por los lugares donde tienen cosquillas.
Sirius sufrió un respingo parecido a un ligero eructo. Recordó vagamente todas las muestras de frialdad que Draco tenía para con él.
-¿Quién ha dicho algo de amor, chico? Sólo estamos…-Sirius buscó una palabra para definirlo. Cúlpese al whisky o porque Harry le tomó por sorpresa, pero no halló palabra más suave que la que usaba para justificarse a sí mismo- follando. La gente folla todo el tiempo. Nosotros lo hacemos. ¿O te parezco muy viejo para eso?
Había una ligera nota de reproche por la que Harry no se dejó engañar.
-Vale -dijo esbozando una mueca que no decía gran cosa-. ¿Y cómo se dio eso?
-¿No te lo dije? -Sirius hubiera jurado que sí.
Harry negó con la cabeza.
-Ah -Sirius buscó poner en orden sus pensamientos. Lo que era difícil considerando que apenas podía pensar en algo. Se dispuso a decir tal cual llegaba a su mente-. La verdad fue pura coincidencia. Lo encontré en un bar y, a saber cómo, acabé en el baño dándole una mamada -Tanto Sirius como Harry bebieron un sorbo de sus respectivas botellas. Uno más por inercia que por verdadera sed y el otro porque no quería una imagen mental de su padrino haciéndole un trabajo oral a nadie-. No sé qué diablos me dijo en ese momento, o al menos no lo recuerdo. El caso es que volví a encontrarlo al día siguiente en el mismo bar y desde entonces nos arreglamos para encontrarnos.
No mencionó la breve charla que le dio Draco sobre que el trato les convenía a ambos, valiéndose de su temor a ser un cuarentón solitario toda su jodida vida. Un movimiento bajo que le habría merecido un buen cruciatus, de no ser porque también vio algo de aprensión en el rubio, una aprensión que reconoció como una sombra de su propio miedo. Y aceptó; en realidad no perdía nada. Pero Harry no lo entendería aunque se lo explicara así, porque el muchacho no tenía idea de lo que era sentirse ajeno al presente y a la comunidad que los rodeaba diariamente. Después de todo, ellos sólo eran un ex aprendiz de mortífago y un ex delincuente. No importaba lo que hubiera declarado Harry o cualquiera, la gente cree lo que prefiere creer.
-¿Y a ti te parece bien? -inquirió Harry.
Hacía tiempo Harry se había convencido de que Malfoy no buscaba hacerle daño a nadie a través de Sirius, como Ron suponía, ya que oportunidades de sobra habrá tenido, y aceptaba que su padrino era un adulto para manejar sus asuntos por sí solo, pero no dejaba de ser claro que calificaba la unión de al menos algo extraño. No lograba ver cómo dos personas tan diferentes podían congeniar de alguna manera. Sirius no podía culparlo por eso. Ni él lo entendía a veces, si hay que ser sinceros.
Se encogió de hombros, dando a entender que no le parecía ni bien ni mal, sólo que así eran las cosas y ya. Luego bebió otro trago.
-¿Te agrada? -preguntó Harry apoyando los brazos sobre la mesa y la cabeza en ellos, empezando a mostrar las señales del adormecimiento.
Para esa respuesta Sirius se tomó su tiempo, ya que requería emplear cierta fuerza mental. En realidad habían sido pocas las ocasiones que había tenido para hablar con Malfoy como dos personas; cuando el trato abarcaba sólo follar no era necesaria otra cosa. Pero de las veces que mantuvieron una conversación, sí, se podía decir que le había agradado. Hasta le divertían un poco sus comentarios sarcásticos y descubrir que, sorpresa, un Malfoy sí podía reír sin tener a alguien agonizando a sus pies.
-Algo -repuso con un vago gesto de la mano, sin darse cuenta de que estaba sonriendo. Pensaba en la primera vez que habían compartido una broma, pasado el recelo mutuo del inicio, y aunque no supo cuál era, emitió una risa por lo bajo.
Cerró los ojos por unos momentos, mareado pero inexplicablemente feliz, y al volver a abrirlo se encontró con la sorprendida mirada de su ahijado. Porque sí, entre la niebla de la borrachera y la somnolencia se vislumbraba la sorpresa todavía.
-Parece que te agrada mucho.
Entonces Sirius se percató de sus labios alzados y procuró regresar a una expresión irritada, aunque el efecto para quien lo viera fuera de alguien que se ofendía porque sugerían que debía parar con el whisky. Algo de ese resentimiento se dejó entrever, muertas las responsables de la inhibición. Una parte de él le susurró que estaba a punto de llevar las cosas a un extremo indeseado, que haría bien en dejarlo estar, pero no por nada Sirius no había reconocido a Malfoy hasta después de cometer su desliz.
-¿Y qué si así fuera? -replicó desafiante. De pronto llegó a su memoria el nombre de Peter y su mirada se revistió de odio, de fuego, de dolor rancio-. Draco no es un santo, pero al menos no se ha convertido en un asesino. Otros en su lugar habrían mandado a Dumbledore a la tumba sin pestañear.
Peter no lo había dudado ni un instante antes de matar a todos esos muggles en mi cara y dejar que me culparan. Ese era el agregado que ambos intuyeron. La alegría de Sirius se había esfumado y decidió cerrar la boca contemplando el techo, porque si seguía hablando sólo iba a abrir heridas que no quería tocar. Diablos, que no podía tocar sin sentir que lo desgarraban.
-Lo sé -dijo Harry haciendo que no se daba cuenta, el bendito-. Lo lamento, no debería meterme. No es mi asunto.
Sirius se sintió como un completo imbécil al recordar con quién hablaba. Precisamente con aquel que le había dado la primera pista para descubrir que Draco Malfoy no era un hijo de puta, que había librado al trasero de éste de Azkaban.
-No, no lo es -concordó con una sonrisa de disculpa que no tardó en ser correspondida-. ¿Qué te parece otra ronda?