Fandom: Les Miserables (AU Distopia)
Parejas: Gen (pre-Enjolras/Grantaire).
Notas: Para el
meme:
sara_f_black pidió Les Miserables + Enjolras/Grantaire + Distopias.
Advertencias: Gobierno totalitario. Referencias a ejecuciones y castigos públicos y carceles tipo campo de concentración.
Rating: PG-13.
Palabras: 540
Combeferre escribe en su cuaderno: La libertad de un ciudadano acaba donde empieza la libertad del otro.
Enjolras quema el papel en el patio de su casa. Es la única de toda la ciudad que tiene uno. Courfeyrac llega con una bolsa de patatas y fingen estar asándolas. Su madre felicita su ingenio.
- No hay mucha comida, pero quién sepa hacer de un bocado un festín, nunca pasará hambre - es una de las frases favoritas del Benevolente. Courfeyrac aplaude.
Luego le gritan a Combeferre por tres horas y Courfeyrac lo abraza con la misma efusividad.
Enjolras atiende a sus clases de educación cívica y memoriza cada palabra. Con sus colores y su estatura es la imagen misma del Buen Ciudadano. Los profesores lo usan de ejemplo, constantemente.
Combeferre acaba en Reformación un par de años.
A Courfeyrac lo acusan de sodomía y debe casarse con la hermana menor de Enjolras, Cosette. El novio de Cosette está desconsolado, por supuesto, pero no iban a dejar que Courfeyrac muriera de forma tan horrenda por algo tan imbécil.
- Es la verdad - confiesa Courfeyrac mientras trabajan, pocos días después de su boda, con cautelosa insolencia -. Realmente soy un...
- Lo sé - contesta Enjolras, simplemente.
El resto de Les Amis los va rodeando lentamente como parte de una misma orbita. Jehan sobrevive apedreamiento público por contrabandear libros. Feuilly sufre la misma pena por vender arroz en el mercado negro. Eponine se ríe de un policía y Bahorel sale de un Campo al mismo tiempo que ella. Joly atiende en el mismo hospital que Combeferre y rompe a llorar todos los días, viendo como se les acaban los medicamentos, como se van arruinando los implementos. Bossuet es su compañero de apartamento y el más inocente de todos, pero su padre fue prisionero de guerra y poco puede hacer sobre ello.
Enjolras les habla de uno en uno, comentarios u opiniones que reciben con expresiones de alarma. Combeferre y Courfeyrac son quienes muestran, quienes guían, quienes envuelven y enlazan y sacan risas con milagros.
En la primera reunión, Jehan y Courfeyrac arrastran hasta la sala a un amigo suyo, alguien en quien juran confiar enormemente. Joly lo saluda como si le conociera, aunque admite sólo haberlo tenido como paciente, pero lo comenta con reverencia y alegría irrisorias.
Grantaire huele a alcohol y tabaco. Lo suda en una capa brillante sobre sus mejillas. Tiene los ojos rojos y la voz áspera por algo antinatural. Su cabeza no se sostiene completamente derecha. Su estómago sobresale en redondo de una figura más bien desnutrida. Enjolras le da la mano y debe resistir restregarla en su chaqueta después.
Grantaire es una ejecución pública caminante. Enjolras puede contar las penas en cada una de sus cabellos casi sin pensarlo. Saluda a Courfeyrac con una beso en los labios y besa a Jehan en la frente como si le bendijera. Su insolencia es inocente, torpe.
Enjolras está impresionado. Los ojos de Combeferre reflejan la misma sensación.
- La hora ha llegado, amigos míos - llama, caminando hacia el extremo de la habitación más alejada de la ventana -. La hora de enfrentarse a este régimen insostenible. La hora de levantarse contra un mar de adversidades. La hora de ser por fin libres…
Grantaire brinda hacia él con una botella de vidrio verde.
*
Fandom: Les Miserables (AU Actualidad)
Parejas: Courfeyrac/Marius, pre-Enjolras/Grantaire.
Notas: Para el
meme:
sara_f_black pidió Les Miserables + Courfeyrac/Marius + Silencio.
Advertencias:
Rating: PG-13.
Palabras: 2100
Cosette se detiene frente a él un instante antes de estirar apenas los brazos con expresión cautelosa. Courfeyrac la levanta en un abrazo.
- Lo cuidaré con mi vida - murmura. Cosette aprieta sus hombros con fuerza -. Disfruta Londres. Impresiona a todo el mundo. Vuélvete rica y famosa. No regreses hasta que puedas comprarme un Lamborghini.
Cosette ríe un sonido sorprendido y húmedo junto a su oreja. Combeferre le da una palmada en la nuca.
- Bueno, bueno. Me basta con un Porsche.
- Buena suerte - interrumpe Feuilly, empujándola con suavidad hacia la puerta. También está llorando -. Recuerda que siempre tendrás un hogar con todos nosotros.
Cosette busca con la mirada en el espacio vacío entre ellos y aprieta los labios en una sonrisa. Asiente.
- Nos vemos.
- Nos vemos - repite Combeferre agitando una mano hacia su espalda.
Courfeyrac la observa alejarse hacia la puerta un minuto entero antes de echarse a correr de regreso a casa. A nadie se le pasa por la cabeza detenerlo.
*
- ... llevaba uno de esos peinados de cuatro o cinco trenzas en un bollo alto. Seguro se lo hizo Fantine. ¿Crees que se lo haría a Enjolras, si logramos convencerlo?
Marius suspira particularmente fuerte, cabeza apoyada entre la pared y sus rodillas. Courfeyrac asiente.
- Bueno, si Feuilly está de nuestro lado seguro no pondrá taaanta resistencia - pausa -. Se veía feliz. Cosette, quiero decir. Se notaba que quería verte, pero entiende lo difícil que es. Todos lo entendemos.
Courfeyrac le da una palmadita en la cabeza y Marius vuelve a suspirar, antes de desanudar sus extremidades y acomodarse contra su brazo. Courfeyrac le besa la coronilla.
*
- ¿Cómo está? - pregunta Combeferre bajo la discusión que Enjolras sostiene con, para variar, Grantaire.
- No ha dicho palabra.
- Es normal que no quiera hablar de Cosette por un tiempo, pero...
- No, quiero decir - Courfeyrac se quita el gorro y lo aprieta entre sus manos -. No ha dicho una palabra. En toda la semana. Apenas sale del cuarto al baño. Ayer llamó su abuelo y me llevó su móvil. Lo tiró en la cama y se acostó en el piso.
- ¿Qué le dijiste? - pregunta, pero Courfeyrac puede ver que está pensando en Marius.
- Que había ido al baño. ¿Qué le iba a decir? - echa los brazos al aire -. Esta es la parte donde me dices como arreglarlo, 'Ferre.
Combeferre cruza los brazo y finge concentrarse en Enjolras, como el resto de Les Amis.
- Trae a Cosette de vuelta - murmura -. Asegurando, por supuesto, la ruina del resto de sus vidas.
- Eres una excelente persona - Courfeyrac entierra la cabeza entre las manos -. Un fantástico doctor. Un magnifico ser humano.
- Todo estará bien - estrecha su codo un instante y se va a separar a sus amigos antes de que alguien (cof, Enjolras, cof) recurra a la violencia.
*
- Hoy se cumplen oficialmente diez días. Te admito que me tienta arrastrarte al parque o al bar y ver qué pasa. ¿O debería llamar una ambulancia? ¿Se considerará esto una emergencia médica?
Marius lo observa los ojos muy abiertos un instante antes de ahogarse con su tostada. Courfeyrac se levanta, riendo, y le sirve un vaso de agua, que Marius traga de golpe, tosiendo. Courfeyrac le golpea la espalda un par de veces y deja la palma entre sus hombros.
- No seas tonto, no te haría eso - le besa la sien y Marius esconde la cara, sonrojado. Courfeyrac se ríe contra su cabello - ¿Quieres más tostadas? Podríamos hacer panqueques.
Marius abre un cajón y señala los cortadores de galletas.
*
- Estamos progresando - admite a Combeferre, sobre un café que es más crema y azúcar que cualquier otra cosa. Combeferre lo juzga sin siquiera mirarlo, con su sensato espresso doble -. Le escribió a Eponine un email el otro día y pasa más tiempo en la cocina que suspirando hacia la ventana con Sara McLachlan de fondo.
- Los discos de Sarah McLachlan son tuyos - apunta Combeferre. Courfeyrac se encoge de hombros.
- La música de fondo es importante, 'Ferre. ¿Qué clase de amigo sería si no pensara en esas cosas?
- Eres un excelente amigo - asiente, con una expresión llena de subtexto.
Courfeyrac se sonroja por ninguna razón en absoluto. Ninguna. Nada. Cero.
- Por supuesto - entierra la boca en crema para no tener que hablar más.
*
- Creo que a Grantaire le gusta Enjolras.
Marius hace un sonido como risa y Courfeyrac se gira en la cama para apoyarse en un codo. Marius, sentado en el suelo con la espalda en el colchón, levanta la cabeza y las cejas.
- Ya, ya, si hasta tú te has dado cuenta... Todos sabíamos que se lo quería tirar, pero eso no es lo mismo. No, hey - Marius está sonrojado hasta las orejas. Courfeyrac pone una mano en su hombro -. Mi elección de palabras es terrible. Quiero decir que creo que Grantaire siente algo más complicado por Enjolras.
Marius lo vuelve a mirar, ceño fruncido.
- No me digas que ya lo sabías. Combeferre no lo sabe, creo que no. Enjolras definitivamente no tiene idea.
Marius lo sigue mirando.
- ¿Te han dicho que te pareces a bambi cuando haces eso? - Courfeyrac imita su cara y Marius se deshace en risitas que trata de contener con ambas manos frente a su cara.
*
Courfeyrac abre la puerta con la cara más arrugada que su pijama. Jehan le sonríe más brillante que las luces del pasillo.
- Son las seis de la mañana - se queja -. Ni siquiera ha salido el sol.
- Tengo que ir a trabajar después de esto - Jehan pasa de largo y Courfeyrac nota que lleva una bolsa llena de libros bajo el brazo -. El cuarto de Marius sigue siendo el mismo, ¿verdad?
- Pondré la cafetera - contesta, asintiendo y cerrando la puerta con la sensación de que un rebaño acaba de pasarle por encima.
Mientras saca huevos y queso del refrigerador, y considera agregar algunas verduras por eso de la variedad, oye un grito sorprendido y carcajadas que no había oído en demasiado tiempo.
Aprieta los puños sobre el mesón, sonriendo como un tonto, hasta que Jehan exclama en voz suave que necesita un tonel de café, algo de sustento y dos plumas de cuervo, porque es Jehan. Courfeyrac lo adora. Adora al mundo entero.
Marius sale a empujones de su cuarto en una polera y ropa interior, aleteando los brazos, alarmado, con Jehan tras él. Courfeyrac empuja la taza sobre su pecho y Marius le sonríe un poco nervioso, pero agradecido.
Jehan les besa las mejillas y sale por la puerta con una venia elegante y una taza que probablemente les regaló Cosette, purpura y tintineante.
Marius mira a Courfeyrac un instante de sorpresa antes de echarse a reír a sacudidas, sosteniéndose el estómago.
*
Más tarde, Marius saca galletas quemadas del horno con una mueca mientras Courfeyrac finge leer un trozo de periódico que aún envolvía una de sus tazas.
- Esto lo dejó tu abuelo, ¿verdad? Es acerca de unas elecciones australianas. Además es de muy buen gusto, la taza. Mi madre no habría comprado algo así. Quizá Combeferre. ¿Debería darle las gracias? No recuerdo en qué momento apareció. Este periódico es de... 1983, vale, tu abuelo. O no, aún podría ser Combeferre - arruga la nariz. Combeferre tiene problemas.
- La echo de menos.
La taza es preciosa, incluso hecha pedazos en la alfombra, dorado y blanco y detalles en rosa. Marius y él se miran un momento, y Marius parece asustado, así que Courfeyrac pasa encima de la cerámica rota con los pies descalzos para abrazarle con fuerza.
- Lo sé, amor, lo sé - le besa la frente, las mejillas. Marius entierra la cabeza en su cuello, como tratando de esconder la cara, porque a veces Marius es un poco estúpido.
- La echo tanto, tanto de menos - su voz se quiebra, pero no parece estar llorando. Courfeyrac acaricia su espalda, su cabello.
- Todo estará bien.
- ¡Pero no es como debería! - Marius lo empuja abruptamente y ahora Courfeyrac no puede evitar maldecir cuando un pedazo de taza se incrusta en su piel -. Oh, no, lo siento, Courf, Courfeyrac...
- Está bien, está bien, quédate allí, ouch - salta en un pie mientras Marius va y vuelve con un paño y se agacha frente a él, agarra su tobillo. Courfeyrac se equilibra con una mano en su hombro y se sonroja, para su disgusto.
- Lo siento. Oh, Dios mío - Marius deja el trozo de cerámica a un lado y se levanta como desenredándose, un hato de huesos y pecas y Courfeyrac mueve la mano hasta el espacio entre su cuello y su hombro. Marius tiene los ojos hacia abajo, en ninguna parte -. He sido un terrible amigo últimamente. Debes haber estado muy preocupado. Lo siento.
- Lo estaba, lo estoy, pero está bien, entiendo. No se supera al Verdadero Amor con menos de una experiencia traumática. Tienes todo el tiempo del mundo para colapsar dramáticamente. Lo prometo. Estamos contigo - lo sacude un poco, apretando su mano sobre él para énfasis.
Marius sonríe. Y le besa la mejilla, en lo que es visiblemente un impulso. Y ambos se sonrojan tanto que probablemente se corta la luz en diez kilómetros a la redonda o algo explota por ninguna razón en alguna parte. A Courfeyrac al menos le parece que algo así está pasando.
- Hace mucho tiempo que la echo de menos - murmura Marius, enredando los dedos entre ellos.
Courfeyrac descubre que no logra dejar de mirarle las manos. O hacer mucho más que eso.
- No van dos semanas - dice. Ahogado y torpe, como adolescente -. Eso no es mucho tiempo.
- ¡Han sido mucho más que dos semanas! - exclama Marius y le agarra las manos, con los ojos cerrados -. Cosette... tú... es... es complicado.
Courfeyrac por fin encuentra sus ojos, y Marius parece tan triste, tan solo, lo que es realmente estúpido, porque Courfeyrac está aquí mismo, estrechando sus manos.
- Eso es estúpido - se le escapa y le besa los labios para que no llegue a pensar en las cosas que Marius piensa cuando nadie lo detiene -. No tiene porqué ser complicado.
Marius abre y cierra la boca tres veces antes de gemir y lograr hablar. Es adorable.
- No lo entiendes. Cosette. La voy a querer para siempre.
- ¿Me quieres a mí? - Courf levanta sus manos unidas hasta sus mejillas y respira sobre su boca -. No para siempre. Quizá sólo por ahora. Hasta mañana.
Marius no contesta en palabras, pero asiente, como si le doliera moverse. Courfeyrac se ríe contra su boca.
- Eso no tiene nada de complicado.
- Por supuesto que...
- Poco ortodoxo, quizá. ¿Te puedo dar un beso?
Marius asiente, expresión de ciervo otra vez y Courfeyrac se ríe tanto que no logra atinarle. Marius acaba riendo con él hasta que lo abraza con fuerza.
- No sabía qué decirte, pero no quería hablar con nadie más - confiesa, como si fuera un vergonzoso secreto.
Courfeyrac los separa, para darle una mirada de proporciones.
- ¿Por eso no hablabas?
- ¿Más o menos?
- Si Joly pregunta mejor finge tener una recaída. No soy el único que estaba preocupado - cuando Marius parece más alarmado que escéptico, Courfeyrac le besa los labios -. Estoy bromeando. Siempre asume que estoy bromeando. Ya, sí, no me conociste ayer.
Marius sigue entornando los ojos y Courfeyrac lo empuja contra el mesón de la cocina. Donde las galletas se han enfriado. Le parece que Marius tiene todos los músculos tensos, así que le lame el cuello hasta la oreja.
- Por mucho que mi cuerpo está reclamando sus necesidades, prefiero escucharte hablar un rato.
Le besa la mejilla antes de que Marius se gire a abrir la llave para limpiarse, con expresión asqueada, pero sonriendo.
- ¿De qué quieres hablar? - murmura, enrojeciendo del cuello hacia arriba.
Courfeyrac se concentra en las galletas para no sucumbir a sus bajos instintos. O los altos.
- De todo, de nada - parpadea en el recuerdo de algo que estira su sonrisa -. Tus pensamientos acerca de Grantaire eran particularmente interesantes. Cuéntame más.
Marius vuelve a entornar los ojos, pero coge la galleta junto a su mano y apoya la cadera en el mesón antes de empezar a hablar.
*