You gave me life, not just existence 2º parte primera mitad

Oct 31, 2013 22:25

¿Truco o trato?

¿Preparados para esta noche? Mientras esperais, aquí va la segunda parte del fic...



No nos cabe todo en uno, así que haremos dos entradas hoy para no fastidiar el orden del calendario
Así disfrutamos más del banner de nuestra artista: cellyls.




Título: You gave me life, not just existence
Autor: yvarlcris
Beta(s) : Jenny_anderson
Prompt escogido y autor de la idea: “AU, Steve/Danny: .U; McDanno; Top!Steve; Bottom!Danno; Friendship; Navy SEALS." De destielwinchiDe destielwinchi
Personaje/pareja: Danny/Steve
Clasificación y/o Género: Friendship/Romance; homofobia; First kiss; Angst; AU
Resumen: el prompt ya lo explica todo
Disclaimer: Los personajes de Hawaii 5.0 no me pertenecen, son de la CBS y de Peter Lenkov
Advertencias: referencias homófobas.



Después de la exitosa operación en Corea que había terminado con el encarcelamiento de los hermanos Hesse, Steve disfrutaría de unos días de permiso tras haberle sido concedida una nueva medalla al mérito. El joven sonrió a las primeras filas, en las que su familia aplaudía con entusiasmo. Ahora, después de unas cuantas horas de viaje, le esperaban playas paradisíacas, tranquilidad junto al mar y la inestimable compañía de los primos Chin y Kono, los mejores amigos que había tenido desde… Danny
Muchas veces se había acordado de él desde su ingreso en Annapolis. Había querido llamarle por teléfono pero la vergüenza era más fuerte. Nunca iba a perdonarse aquel empujón, jamás había hecho daño a su amigo, aquella había sido la primera y la última vez. Tal vez Danny había tenido razón cuando le decía que sus arranques de violencia incontrolada eran cada vez más peligrosos. Era cierto que la Marina, y el hecho de haberse convertido en un Navy SEAL; concretamente el primero de su promoción, y uno de los más jóvenes Capitanes de Fragata que ahora estaban en Inteligencia Naval; le habían ayudado con eso y ahora destacaba por su autocontrol, pero no había duda de que el tranquilo y pacífico Daniel Williams estaba mucho mejor sin él.
Pese a todo, no había encontrado a nadie como él. Cierto que había pasado grandes momentos con Chin y Kono, y que dentro de la Marina había forjado una gran amistad con Fred y Catherine, pero nada era lo mismo.
Fred, por su parte, insistía en que Steve y Catherine eran la pareja perfecta, y Cath, pese a parecer conforme con el estatus de “amistad con derechos” que tenían, no dejaba de sonreír ante estos comentarios, dando a entender que confiaba en que, efectivamente, Fred estuviese en lo cierto.
Steve, por su parte, no estaba tan seguro. Algo le decía que no era la elegida. Chin y Kono parecían pensar lo mismo, a pesar de no conocer de nada a la hermosa teniente Catherine Rollins. Los dos primos insistían en que aquello no podía ser. Varias veces les había preguntado por qué estaban tan seguros, ellos se limitaban a mirarse y sacudir la cabeza, resignados.
-Me daré una ducha e iremos a tomar algo al puesto de Kamekona. ¿Vendrás con nosotros, Mary?
-He quedado con Kawika
Steve frunció el ceño
-No me gusta que quedes con él
-Como si me importase
-Mamá…
-Venga, chicos, que ya tenéis una edad- dijo Doris sonriente. En el fondo, hubiese deseado que sus hijos no hubiesen crecido nunca.
-Fijaos, tenemos carta de New Jersey- dijo John comprobando el buzón.
De nada servía que sus hijos intentasen convencerlos de que el email era mucho más rápido. Los Williams y los McGarrett eran unos románticos, y preferían el correo postal.
-¿Cuándo piensan hacernos una visita?- quiso saber Mary, para quien los Williams eran como sus tíos y a quienes tenía muchas ganas de ver. Diez años después de que Steve ingresase en la Academia, había surgido la oportunidad de que los McGarrett regresasen a Hawái. De eso hacía otros diez años.- Tengo muchas ganas de verlos.
-Pues al parecer, los verás pronto- dijo John con una sonrisa-. Daniel se nos casa.
Si a Steve se le cayó el vaso al suelo, era porque estaba húmedo y se le había resbalado.
-¿Casarse?
-Sí. Con James Smith
-¿James? ¿No era aquel muchacho que le insultaba continuamente? La vida no deja de darnos sorpresas.
-¿Eso es lo único que te sorprende, mamá? ¡Danny va a casarse con otro hombre!
-Steve. No me digas que eso te molesta.
-Supongo que su experiencia con Rachel le hizo decantarse por el otro bando- dijo Mary con una sonrisa.
-¿Rachel?
-Ah, claro. Que tú no sabes nada.- Mary le miró con desprecio- Rachel y Danny salieron un tiempo y se quedó embarazada. Su relación no funcionó y Rachel se enamoró de otro hombre. Como Rachel quería estudiar en Inglaterra, Danny se hizo cargo del bebé. Creí que te lo había dicho.
-Danny y yo no hemos hablado mucho.
Mary le miró con intensidad y se fue.
-¿Y ahora qué pasa?
-No te ha perdonado que te fueses sin decirle nada a Danny. ¿Qué pasó con vosotros dos? El pobre estuvo muy triste durante mucho tiempo.
Steve trató de ignorar la punzada de dolor que sintió en el pecho
-Preguntó mucho por ti y se alegró con tus éxitos. Ahora es el momento de que tú te alegres por él. ¡Se va a casar!
-Con otro hombre
-¿Eres un homófobo? ¿Te ha comido el cerebro eso del “No preguntes, no cuentes”? Te recuerdo que se ha abolido ya.
-Debo irme, he quedado- fue lo único que el marine dijo.

-¡Con el idiota de James, nada menos!
Kono miró a su primo
-¿Y qué hay de malo en ello?- preguntó el hawaiano
-Pues que… que… ¡Danny no puede casarse con otro hombre!
-¿Nos vas a dar una razón de peso o vas a seguir con tu rabieta?- se desesperó Kono.
-James era un homófobo que se pasaba el día insultándolo.
-Bueno, un montón de gays hacen eso para ocultarse.
-¿Por qué ponéis esas caras?
-Steve- dijo Chin, el siempre tranquilo-, durante años hemos estado oyéndote hablar de tu amigo Danny de New Jersey. Tanto que es como si lo conociésemos.
-No he podido hablaros tanto de él
-Constantemente- dijo Kono.
Chin simplemente asintió con la cabeza.
-¡Y tiene un hijo! ¡Danny es padre y yo no sabía nada!
-¿Y quién tiene la culpa de eso, Steve? Durante veinte años no has querido saber nada de él.- le reprendió Kono
-Me sentía avergonzado por aquel empujón
-¿Fue solo el empujón?- sugirió Chin
El marine guardó silencio.
-¿Sabéis qué? Bajo ningún concepto Danny se va a casar con otro hombre.
-¿Y eso por qué? Vamos, Steve, suéltalo. Llevamos veinte años esperando a que dijeses esto- le animó Kono. Chin miró a su prima negando con la cabeza, los primeros años era demasiado pequeña como para esperar tal cosa.
-Porque el único hombre que puede estar con él soy yo- admitió Steve en voz baja.

Una niña de unos ocho años abrió la puerta para encontrarse con un hombre uniformado de aspecto intimidante.
-Busco a Daniel Williams.
-¡¡¡¡JADE!!!!- el grito de la pequeña penetró en los oídos del hombre, que no pudo evitar hacer una mueca de dolor.
No tardó en aparecer una mujer de pelo castaño y corto que le miró con una sonrisa a modo de disculpa.
-¿Puedo ayudarle en algo, caballero?- dijo tras examinarlo y aprobarlo con la mirada.
El hombre carraspeó.
-Busco a Daniel Williams- repitió.
-En estos momentos no está. Soy Jade Richards, la niñera. ¿Y usted es…?
-Steve McGarrett.
La niña abrió los ojos sorprendida.
-¿Eres el amigo de Danno?
Steve no pudo evitar sonreír al escuchar aquel apodo. Asintió. De forma inesperada, la niña le agarró por el brazo y comenzó a tirar de él hacia el interior de la casa sin dejar de hablar y hacer preguntas. La niñera sacudió la cabeza ante la visible incomodidad del recién llegado.
Pasaron horas interminables- o al menos eso le parecía a Steve, quien estaba a punto de marcharse y volver en otro momento, preferiblemente cuando la niña estuviese en el colegio-, hasta que se escuchó ruido de llaves.
-¡¡Monito!! ¡Ya estoy en casa, listo para mi beso de bienvenida!
La niña salió disparada del asiento en el que estaba y Steve se giró para ver cómo se lanzaba a los brazos de Danny.
Danny…
Poco quedaba ya del rubio delgaducho con gafas que había conocido. Ahora Danny era un hombre de anchos hombros y robustos. En su rostro se dibujaba una casi beatífica expresión, como si abrazar a esa niña le proporcionase toda la paz del mundo.
-Ha venido un señor a verte. No habla mucho.
Ahora Danny apartó los ojos de su hija y por fin vio a Steve. Lo reconoció en seguida, no solo por las fotos que de vez en cuando le enviaba Mary Ann, sino porque jamás olvidaría esa mirada.
Grace tuvo suerte de estar bien agarrada al cuello de su padre, porque se habría caído de no haberlo estado.
Jade aprovechó el momento para despedirse. Danny le dijo un “hasta mañana” de forma automática.
-Papi… Ya puedes dejarme en el suelo- comentó Grace tras unos minutos de silencio.
-Perdona, cielo.
Sin apartar la vista del marine, el rubio se inclinó para permitir bajar a su hija. Después, se acercó, inseguro de qué hacer.
-Steve…
-Hola, Danny.
-¿Qué…? ¿Qué haces aquí?
-He venido a verte… Hemos recibido la invitación.
El rubio pareció incómodo.
-Ah… eso. No hacía falta que vinieses aún. Es dentro de tres meses.
Steve sonrió.
-Coincidió que tuve que venir por aquí por el trabajo, y decidí aprovechar para visitarte. ¿Os apetece cenar? ¿Sigue abierto Grimaldi’s?
Danny abrió la boca para oponerse, pero la niña comenzó a aplaudir entusiasmada.
-¡Sí! ¡Pizza!
Danny no pudo decir que no, no podía negarle nada a aquella alegre expresión de su hija… ni a la mirada suplicante de su amigo.
-Muy bien, vayamos. ¿Volverás a pedir aquella atrocidad?
Steve soltó la que fue su primera carcajada en muchos años al recordar aquel día, hacía muchos años, en que Danny se había escandalizado ante la comanda de su amigo.
-La pizza tropical es una pizza como otra cualquiera- dijo.
-Es una abominación, eso es lo que es.
La noche pasó en agradable conversación. Era como si el tiempo no hubiese pasado. Salvo que sí había pasado y Danny tenía un montón de preguntas que hacer que se estaba callando porque su pequeña niña, la luz de sus ojos, estaba ahí delante.
-Bueno, aquí hay una señorita que debe meterse en la cama ya.
-¿Tan pronto, Danno?
-De pronto nada.
Steve sonrió ante el puchero de la niña. Carraspeó antes de ponerse en pie.
-Sí, es tarde y yo debería buscar un hotel donde dormir.
-¿No tienes donde dormir?
-La verdad es que fui a casa de tus padres en cuanto llegué a New Jersey y luego ya me dirigí a tu casa.
Danny se mordió el labio, en un gesto que Steve reconoció de antes, cuando el rubio no estaba muy seguro de si lo que iba a decir sería una buena idea.
-Si quieres… puedes quedarte en casa. Tenemos una habitación libre.
-Oh. ¿En serio? ¿No le molestará a James?
James le mataría
-No, claro que no- mintió Danny.
-De acuerdo. Pero solo esta noche, ¿eh? Mañana buscaré un hotel
-Deja de decir tonterías. Te quedarás el tiempo que te haga falta.
Cuando nadie pudo verle, Steve esbozó una sonrisa. La primera parte del plan había resultado ser un éxito.

Danny entró en la cocina con el cabello revuelto y sin estar despierto del todo, sorprendido por el aroma a café y tortitas.
-¡Danno! Steve ha hecho el desayuno.
El rubio levantó las cejas, sorprendido mientras el marine echaba café en una taza.
-Era lo menos que podía hacer. ¿Leche? ¿Azúcar?
Danny sacudió la cabeza, intentando despejarse.
-Solo. Con dos cucharadas de azúcar. ¿De verdad has hecho tortitas?
-Están muy ricas, Danno. ¿Puedo tomar un par más?
-No, Grace- dijo su padre depositando un beso en su cabeza- Ve a prepararte para ir al colegio.
-Me tienes que peinar.
-Subiré en seguida.
Los dos hombres vieron como la niña corría hacia su habitación.
-Es muy simpática- dijo Steve, y tenía mecho mérito que dijese eso, ya que el marine no se encontraba demasiado cómodo en presencia de los niños.
-Es lo más importante de mi vida.- Danny continuaba con la vista clavada en la puerta por la que su hija había salido. Después de un rato se giró hacia su amigo.- Te fuiste sin decir nada. Y por nada quiero decir que no supe de ti en veinte años. ¡Veinte jodidos años, Steve! ¡Y de repente te presentas en mi casa y actúas como si no hubiese pasado nada! ¿Qué demonios ha pasado para que te acuerdes de mí de pronto? ¿Vienes a darme una paliza por ser gay?
-Jamás haría eso.
-¿En serio? ¿Ni siquiera un poco? Es fácil, solo tienes que empujarme y luego desaparecer otros veinte años.
No sabía si eran las palabras de Danny o los propios recuerdos de aquel día, pero en ese momento Steve sintió que su corazón se encogía dolorosamente. No pudo decir nada, simplemente se quedó mirando a su amigo con expresión dolida. Éste sacudió la cabeza, acabó su café y se dirigió a la puerta.
-No tienes ni idea de lo mucho que me arrepiento de eso, Danny- murmuró el SEAL- ¿Por qué crees que no volví a llamarte?
El rubio le dirigió una mirada sorprendida.
-Debo vestirme para ir a la comisaría. Si llego tarde, le adjudicarán los casos más interesantes a Taylor, y no pienso permitirlo. ¿Nos vemos luego?
Nunca dejaría de sorprenderle cómo Danny pasaba de estar muy enfadado a actuar como si nada hubiese ocurrido. Era algo que hacía desde pequeño.
Eso no quitaba que Steve regresase un poco aterrado esa noche, sin saber muy bien de qué humor estaría. Si lo pensaba fríamente, no tenía sentido que se hubiese presentado en casa de Danny de repente, pero no podía permitir que se casase con ese idiota de James. Él lo había visto primero.
Y no es que hubiese tenido una revelación cuando se enteró de la boda, no. La había tenido mucho antes, el día en que se vio encima de su amigo y sintió unas irrefrenables ganas de besarlo. Por supuesto, como era un idiota y un fanfarrón, decidió que lo mejor sería evitar cualquier tipo de contacto con el rubio, y eso había sido muy difícil, ya que continuamente se estaban dando toques afectuosos. El día del empujón se había asustado, porque supo que si Danny seguía así, no iba a poder controlarse.
Después de veinte años supo que nunca había sido capaz de vivir sin su amigo.
Cuando entró en la casa, le sorprendió un aroma a deliciosa comida. Danny se encontraba en la cocina, atareado entre tarteras, mientras Grace le contaba cómo había ido su día.
-Y Tommy dijo que eso no podía ser.
-Tommy no dice más que tonterías, cielo.
-Creo que repite lo que escucha de sus padres- decía la niña muy seria. Y a Danny le costó contener la risa.
-¿Tú crees?- el hombre levantó la vista y se encontró con la divertida expresión del marine-¡Hola, Steve! ¿Qué tal en el trabajo?
-Es clasificado
-Con decir “bien” o “mal” era suficiente, Steven.
El moreno sonrió.
Esa noche no tenían que arreglar ninguna habitación y pronto se encontraban los dos amigos sentados en el sofá, bebiendo cerveza y con la televisión de fondo. Por fin, Steve sacó el tema.
-¿James?
-Sí, James. ¿Algo que objetar?
-No, no, claro que no. Simplemente me sorprende. James te insultaba en el instituto. Te llamaba “marica”
-Bueno, tú decías que yo hacía cosas de gay. La gente cambia, y a veces el matón es simplemente una persona que oculta su verdadero yo- comentó Danny mirándole fijamente. Steve no estaba seguro de si seguían hablando de James.
-¿Y cómo empezó todo? ¿Lleváis mucho saliendo?- dijo en un intento de cambiar de tema.
-No mucho, la verdad. Un día tuve que declarar en un juzgado como detective encargado de un caso y ahí estaba James. Como abogado de la acusación. Supongo que me invitó a un café porque había ganado gracias a mi declaración, si el fallo del jurado hubiese sido otro, probablemente no habría querido saber nada de mí- sonrió.
-Papá está muy orgulloso de que hayas decidido hacerte policía. No dejó de hablar de ello.
-Tu padre no cabe en sí de orgullo cuando habla de su hijo, el primero de su promoción SEAL- dijo Danny callando que él no había estado nada contento con las decisiones de Steve. Tal vez el moreno había decidido cortar el contacto, al menos hasta ese momento, pero Danny siempre había tenido un lugar en su corazón para Steve. Verlo ahora no le estaba ayudando nada, pues se había convertido en un hombre impresionante, con aquel musculoso y bronceado cuerpo, aquellas largas pestañas y una sonrisa que haría que el polo se derritiese. No necesitaba acordarse de él cuando en las noticias salían imágenes de los soldados en cualquier guerra de algún país perdido.
-Ya sabes cómo es. Entonces, James es abogado. No está mal. Buen sueldo.
-No soy tan superficial.-O sí, porque la “superficie” de Steve le estaba acelerando el pulso.
-Lo decía pensando en el futuro, Danny. Tienes una niña en la que pensar.
-Sí. Precisamente en eso pienso- ahora el rubio parecía abatido.
-¿Ocurre algo, Danny?
-No- dijo incorporándose-. Es tarde. Mañana hay que madrugar, será mejor que vayamos a dormir.
El rubio agarró las botellas vacías y las llevó a la cocina mientras el SEAL le seguía con la mirada y una expresión ceñuda. Algo pasaba y pronto averiguaría qué.

Al día siguiente, se repitió la escena matutina del día anterior, Steve hizo tortitas y café, sabiendo que la pequeña Grace ya estaba entusiasmada con la presencia del amigo de su padre.
-Grace, acábate eso, que llegamos tarde.
-Sí papi.- la niña se metió un gran trozo en la boca y se levantó a por su mochila.- Hasta la noche, tío Steve.
Los dos hombres se miraron, Danny sonrió mientras que el marine sintió un calor en el pecho cuando la emoción se apoderaba de él.
En todo el día no había sido capaz de borrar la sonrisa estúpida que se dibujó en sus labios en aquel momento.
-¿Steve?- Danny dio un par de golpes en la puerta
-¡Pasa, Danno!
-¿Aún insistes en llamarme de…?- al entrar en la habitación, el rubio se quedó sin respiración. Allí estaba Steve con simplemente una toalla cubriéndole la parte inferior del cuerpo. Su torso, aún mojado, estaba repleto de tatuajes.
-¿Danny?- la sonrisa del marine en aquel momento era una mezcla entre divertida y triunfal. Su plan había sido bajar así para pedir cualquier cosa, pero Danny le había ahorrado el viaje, y la excusa.
El policía continuaba recorriendo con su mirada el cuerpo del moreno mientras se mordía el labio inferior. Sus manos ansiaban pasearse por aquellos pectorales.
Sacudió su cabeza intentando borrar todos los pensamientos que en ese momento acudían a su mente.
-Grace quiere saber si prefieres la pasta a la carbonara o a la bolognesa, digamos que sería terrible para ella que yo no preparase la cena al gusto del héroe que le hace tortitas todas las mañanas. Por cierto, deberías dejar de hacerlo, o la acostumbrarás mal.
Steve no comentó que su amigo había dicho todo eso sin apartar la mirada del borde de la toalla, como si con el poder de su mente pudiese lograr que se escurriese.
-Carbonara está bien.
-De acuerdo.


-¿Algo más, Danny?
-No, no… nos vemos abajo- el rubio salió y soltó el aire que había estado reteniendo. ¿En qué estaba pensando? Cierto, su primer; y tal vez único; gran amor siempre había provocado un cortocircuito mental en él cuando estaba sin camiseta, pero se había comportado como un idiota.

-Bueno, y ¿Dónde está James?-Nuevamente se encontraban en el sofá bebiendo unas cervezas y Danny no podía evitar distraerse contemplando a Steve, que se encontraba recostado en el sofá con actitud relajada.
-Ha ido a un congreso en Boston.
-¿Estará mucho tiempo fuera?
-No lo sé.
-Pues no te veo yo muy preocupado. Ayer dijiste que no llevabais mucho tiempo.
-¿Qué te preocupa, Steve?
-Nada. Solo siento curiosidad. Dices que llevabais poco tiempo y te vas a casar. No es como si os hubieseis quedado embarazados, ¿no?
Danny le dirigió una dura mirada.
-Vale, perdona, ha sido un mal chiste. ¿Por qué os casáis con tanta prisa?
-Nos queremos y estamos bien juntos. ¿Hace falta algo más?
-¿Por qué te molesta que te pregunte? Me interesa saber cosas sobre tu vida.
-¿Ahora te interesa? En serio, Steve, ¿a qué has venido?
Steve suspiró.
-A decirte que esta boda es un error
-¿Pero tú que sabrás de todo esto? ¿Te presentas en mi casa para decirme que mi boda es un error después de no haber dado señales durante veinte años? ¡Veinte años, Steve!
-Ya te he dicho que estaba avergonzado por cómo te traté.
-¿Qué ha cambiado?
-Nada. A pesar de todo he seguido preocupándome por ti. Mis padres me mantenían al corriente.
-Tus padres- Danny soltó una risa amarga- ¿Te crees que me consuela eso? No quería que supieses cómo me iba a través de tus padres, lo que yo quería era…- el rubio se detuvo y miró al suelo, en un ejercicio de autocontrol.
-¿El qué, Danny?
-Quería que no dejases de hablarme por lo que pasó. Quería que todo fuese como antes… Buenas noches, Steve.
El marine cerró los ojos para no ver cómo un Danny abatido subía las escaleras. Bonito plan, el suyo, el de seguir haciendo daño a su amigo. Se preguntaba si tal vez hubiese tenido razón al haberse apartado del hombre aquella primera vez. Sin embargo, ahora que había vuelto, no podía dejar de intentarlo. Necesitaba aquellos azules ojos que le miraban con cariño. Danny había sido un nerd, pero Steve siempre supo lo que se escondía bajo aquellas gafas y aquella ropa que nunca le había hecho justicia. Ahora era un hombre extraordinario en todos los sentidos. Hermoso y vital.
Justo lo que siempre había sido.

Cuando Steve llegó a la casa de los Williams esa tarde esperaba encontrarse a Grace charlando animadamente mientras Danny hacía la cena.
Lo que no esperaba era ver a James comiéndole la boca a su Danno en el salón.
Carraspeó, y los hombres se separaron.
Y Steve no pudo apartar la vista de los enrojecidos labios de Danny, ni de la forma en que su respiración indicaba que aquel beso había removido el interior del hombre.
El marine supo que quería ser él quien dejase sin aliento a su amigo, quien ahora le miraba con algo parecido a ¿culpa?
-Steve- la voz de James sonaba forzada-. Dan me ha dicho que estabas por aquí.
¿Dan? ¿Qué clase de nombre especial era ese? Al menos no le llamaba Danno, Steve estaba seguro de que no habría podido soportarlo.
-Sí, hacía tiempo que no venía por New Jersey. Ya era hora de volver.
James seguía con aquel aspecto de universitario deportista que siempre había tenido. Buen cuerpo, cabello castaño y muy corto. Ojos negros. No podía negarse que estaba bastante bien.
A Steve no le parecía suficiente para Danny.
El recién llegado pasó su brazo por los hombros de su prometido de forma posesiva.
-Y que, ¿vas a estar mucho tiempo?
-James…
-Vamos, Dan. Tengo que saber si voy a tener que contenerme mucho tiempo. Ya sabes que podríamos estar recuperando el tiempo perdido ahora mismo.
Al menos Danny tuvo la decencia de sonrojarse, pensaba Steve mientras su visión se teñía de rojo.
-Cállate ya, anda. Voy a buscar a Grace.
Los dos rivales se quedaron solos.
-No voy a negarte que no me sorprende tu visita. Sabía que intentarías algo en cuanto supieses lo de la boda.
-¿Cómo dices?
-Esa forma  de defender a Danny siempre, el modo en que os mirabais… cuando me hice mayor y pensé en ello, no me hizo falta mucho más para darme cuenta. Éramos un poco gilipollas de pequeños.
-Lo dices por ti, ¿no?
-No fui yo quien huyó con el rabo entre las piernas.
Aquel había sido un golpe bajo.
Esta vez eran tres los que estaban sentados en el sofá después de cenar. Y dos de ellos estaban francamente descontentos con el número.
James no dejaba de consultar el reloj.
-¿Tienes que irte a algún sitio James?- quiso saber Steve
-No. Pero tal vez sea hora de irse a dormir. ¿No tienes que madrugar mañana?
-No. ¿Y tú?
-¿Podéis estaros calladitos los dos?- dijo Danny, incómodo.
-Perdona, pero es que…- James se inclinó y susurró algo al oído de su prometido. Este se ruborizó y Steve sabía que no quería saber de qué estaban hablando.
Esa noche Steve no pudo dormir ya que la imagen de Danno en la cama con otro hombre lo asaltaba sin piedad. Incluso se acercó a hurtadillas con la intención de escuchar algo a través de la puerta, solo para ser descubierto por la pequeña Grace, que se había levantado para ir al baño y le dirigía una mirada interrogante. El marine se llevó un dedo a los labios y se dispuso a regresar a su habitación.
-Chssst. ¿Has oído eso?- dijo la voz de Danny al otro lado de la puerta. El corazón de Steve comenzó a latir con fuerza.
-Probablemente no sea nada. Céntrate en esto, por favor.
-¿Y si es Grace? ¿O Steve?
-No hay nadie ahí fuera. Y si estás más atento a los ruidos que a esto…- Steve escuchó un gemido suave-, es que no estoy haciendo bien mi trabajo.

Ya está, suficiente, no necesitaba escuchar más. Se dijo Steve, abatido.

- festival: primer, - publicaciones: fanfictions, fandom: hawaii five-0

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