[hp] - Hermanas Black - Drabble
English: Twilight Icons in some minutes LOL
Español: Iconos de Twilight en unos minutos xD!
Lo importante ahora! No toy segura de que se ataña al reto, pero es lo que ha salido, y si no se entiende, puesh, enga, lo he escrito en 20 minutos o.o!
Comunidad: drabbles_30min
Fandom: Harry Potter
Personajes: Hermanas Black.
Advertencias: PG13? || Femslash
Título: Llegar a brazos.
Palabras: 488.
Reto: Los crueles métodos de los mortífagos para obtener información de sus víctimas resultan extenuantes. ¿Quienes, como y donde liberan esa tensión?
Llegar a casa es como llegar a una prisión maldita. El silencio oscuro del agujero que adquirió como propio al llevar un apellido que siquiera es suyo propio. No, su sangre es otra, su sangre es única y como única que es prefiere reservarla para quienes saben apreciarla. Entregarla a su esposo es únicamente un placer que ejecuta por deber.
Tiene sangre en las ropas, gritos alentando en sus oídos, desespere temblando en sus manos. La varita se le hace una daga que ha cruzado los corazones de la desdichada familia a la que han visitado en la tarde. Parias, burros muggles sin fin ni existencia. Está eufórica y el vacío del hogar se le hace lamentable y hueco.
Entremezcla el vino, vino de sangre desconocida, y se sienta frente a la estufa. Sonríe cuando la ve allí, en blanco, pálida y la sonrisa tibia y juguetona que se dibuja en sus labios hacen que la pequeña tiemble y se pregunte que la ha llevado a visitarla.
- Detesto verlo llegar. -explica su hermana, excusando su presencia como cada día. Se sorprende no le espante el propio aspecto que la mayor ostenta. Sangre aún dibujada en sus labios, robadas del inocente rostro de un infante. Supone que lo inexplicable es lo que delata la mentira, lo contradictorio, pero lo cierto es que no le importa. Su esposo disfruta de otras formas el descanso de la casa, y ella nunca preguntará que hacen él y Rosier luego de una redada. Tampoco pregunta él como calma la euforia ella luego de una batalla. - Su malhumor me exaspera.
- Propio del pequeño Lucius, con lo bien que ha salido el asunto… -dibuja una mueca maquiavélica, y se levanta hasta el pequeño bar. Una copa más en sus manos y pronto en la de su pequeña hermana.
- No podría saberlo. No deseo hacerlo tampoco. -aclara antes que Bellatrix pueda expresar entusiastamente los pormenores de las torturas que han ejercido.
- Nunca lo deseas. -la copa ya está vacía, su sangre corriendo como nunca acelerada, y su respiración rozando el oído entre la rubia cabellera. - Cissa, tampoco necesitas saberlo… -posa los labios en cuellos de ángel que se derriten. La copa cae de entre sus manos como tantas veces. Devora sangre de su sangre pues es la única que es propia. A eso ha venido, y eso ella ha llegado buscando.
Llegar a casa a brazos infieles y conocidos. Llegar a la prisión negra de la sangre pura, el recorrer de la desgracia ajena por la piel que es conocida como suya propia, porque nadie está más cerca ni nadie brilla tanto como esa estrella en el local dónde su esposo vendrá a tomarla una vez satisfecho de su descarga y donde la encontrara desnuda con dos copas de vino, descansando, esperando, para imaginar los últimos minutos en brazos que volverá a desear sean blancos, suaves y delicados. Como la sangre propia.
Teh End
Español: Iconos de Twilight en unos minutos xD!
Lo importante ahora! No toy segura de que se ataña al reto, pero es lo que ha salido, y si no se entiende, puesh, enga, lo he escrito en 20 minutos o.o!
Comunidad: drabbles_30min
Fandom: Harry Potter
Personajes: Hermanas Black.
Advertencias: PG13? || Femslash
Título: Llegar a brazos.
Palabras: 488.
Reto: Los crueles métodos de los mortífagos para obtener información de sus víctimas resultan extenuantes. ¿Quienes, como y donde liberan esa tensión?
Llegar a casa es como llegar a una prisión maldita. El silencio oscuro del agujero que adquirió como propio al llevar un apellido que siquiera es suyo propio. No, su sangre es otra, su sangre es única y como única que es prefiere reservarla para quienes saben apreciarla. Entregarla a su esposo es únicamente un placer que ejecuta por deber.
Tiene sangre en las ropas, gritos alentando en sus oídos, desespere temblando en sus manos. La varita se le hace una daga que ha cruzado los corazones de la desdichada familia a la que han visitado en la tarde. Parias, burros muggles sin fin ni existencia. Está eufórica y el vacío del hogar se le hace lamentable y hueco.
Entremezcla el vino, vino de sangre desconocida, y se sienta frente a la estufa. Sonríe cuando la ve allí, en blanco, pálida y la sonrisa tibia y juguetona que se dibuja en sus labios hacen que la pequeña tiemble y se pregunte que la ha llevado a visitarla.
- Detesto verlo llegar. -explica su hermana, excusando su presencia como cada día. Se sorprende no le espante el propio aspecto que la mayor ostenta. Sangre aún dibujada en sus labios, robadas del inocente rostro de un infante. Supone que lo inexplicable es lo que delata la mentira, lo contradictorio, pero lo cierto es que no le importa. Su esposo disfruta de otras formas el descanso de la casa, y ella nunca preguntará que hacen él y Rosier luego de una redada. Tampoco pregunta él como calma la euforia ella luego de una batalla. - Su malhumor me exaspera.
- Propio del pequeño Lucius, con lo bien que ha salido el asunto… -dibuja una mueca maquiavélica, y se levanta hasta el pequeño bar. Una copa más en sus manos y pronto en la de su pequeña hermana.
- No podría saberlo. No deseo hacerlo tampoco. -aclara antes que Bellatrix pueda expresar entusiastamente los pormenores de las torturas que han ejercido.
- Nunca lo deseas. -la copa ya está vacía, su sangre corriendo como nunca acelerada, y su respiración rozando el oído entre la rubia cabellera. - Cissa, tampoco necesitas saberlo… -posa los labios en cuellos de ángel que se derriten. La copa cae de entre sus manos como tantas veces. Devora sangre de su sangre pues es la única que es propia. A eso ha venido, y eso ella ha llegado buscando.
Llegar a casa a brazos infieles y conocidos. Llegar a la prisión negra de la sangre pura, el recorrer de la desgracia ajena por la piel que es conocida como suya propia, porque nadie está más cerca ni nadie brilla tanto como esa estrella en el local dónde su esposo vendrá a tomarla una vez satisfecho de su descarga y donde la encontrara desnuda con dos copas de vino, descansando, esperando, para imaginar los últimos minutos en brazos que volverá a desear sean blancos, suaves y delicados. Como la sangre propia.
Teh End