Los mejor dotados de los conductores suicidas - Helo/Kara
Drabble/¿fic? Helo/Kara (Battlestar Galactica) para adharaphoenix acompañado de chungofanart que intenta imitar el estilo chupigenial y único (único de verdad o.o) de los gráficos de Adh, pero se queda por el camino xD. Los demás llegarán, siriusly.
Sin betear ni repasar ni na:
Empieza como siempre en el peor momento posible, en el mejor momento de Kara. Son las tres de la mañana de su día libre y en los entrenamientos virtuales, sumando las dianas de los dos, han destruido veintitrés naves cylons. Los reyes, pilotos de todo rango y señoras y señores, los reyes de la Galactica hoy tienen nombre y apellido y apodo, pero entre ellos y la ginebra son capaces de llamarse de todo y de balbucearse más cosas.
Por ejemplo.
Son capaces de regresar a los catorce años y retarse a ver quién aguanta más despierto después de tres días de entrenamiento intensivo y de beber frente a frente, chupito tras chupito y pinta tras pinta. Y cuando ni funciona ni deja de funcionar y los dos se arrastran al mismo ritmo por la versión más nebulosa, hilarante y dicharachera de la conciencia borracha, Helo señala a la silla que está junto a la de ella y mientras mira al vacío farfulla un “todostosportuculpa” seguido de un “porqueyossinnuncabebo” y Kara se cae de la silla, ni más ni menos, de pura risa, escapándosele la fuerza por la boca a carcajada limpia.
-Dame las gracias porque hay demasiadas cosas que no harías si no fuera por mí, séptimo enanito.
Y a eso Helo no tiene más remedio que preguntar, aunque sabe que no debe y aunque sabe que no habrá ninguna razón, “¿yporquésséptimo, ah?”, y Kara vuelve a estallar en carcajadas y peligran sus intentos por levantarse del suelo y cuando lo consigue y se deja caer en la silla que hay al lado de la de Helo, le quita con suave habilidad la pinta de entre los dedos, alza una ceja, le mira mientras bebe y es puro desafío cuando dice que la pregunta
-…no es por qué eres el séptimo enanito, novato advenedizo, sino qué otras cosas no harías si no fuera por mí.
-¿Y qué no haría si no fuera por ti?
Empieza así y continúa en dirección al puesto de mando, a las dos de la mañana, perdiendo ropa por el camino. Caen primero las chaquetas y después las botas y se quitan como pueden los pantalones, sin dejar de avanzar, con más equilibrio que el que tienen la mayoría de sus compañeros en su mejor momento. Después tocan las camisetas y cuando llegan a las puertas, sólo piel y ropa interior y una sobriedad que se acerca con pasos tambaleantes cada vez más escandalosos. El frío del espacio se cuela en la Galactica y en ellos y les despabilada poco a poco. A Helo también le devuelve cierta sensatez. A Kara no.
-¿Y ahora qué? -pregunta Helo.
-¿Ahora qué? ¿Qué quieres hacer ahora, novato? -el desafío se desliza de entre sus labios con la naturalidad con que desobedece, insulta y ofende-. Ahora entrar e invitar a los pobres chicos de la nocturna a un trago.
Podría pensar cualquiera (cualquiera que no les conociera) que la apuesta sería esa, y no sería poca cosa: de madrugada, casi desnudos, en el CIC con una de ginebra en la mano ganándose una más que merecida resaca y diez bromas por minuto durante el resto de la semana.
Lo es. En parte.
Entran en el CIC y a Helo se le congela el aliento en el pecho cuando ve a Tigh entre los de la nocturna, y menos mal que está más borracho que ellos, murmura Kara, o la apuesta podría haberse convertido en “quién es capaz de evitar por más tiempo la entrada en la celda”.
-Señoras y señores -comienza Helo.
-Y XO -interrumpe Kara señalando a Tigh con la botella.
-Señoras y señores y XO -recomienza Helo, con una inclinación hacia Kara, hemos venido aquí
-¡A invitaros a ron! -exclama ella con los brazos estirados y el top empapado en alcohol.
-No oléis como si fuera ron -comenta una voz anónima.
Responde al instante:
-¿Me estás vacilando?
Y antes de que continúe, Helo termina su frase:
-¡A mostrarles a Kara Thrace bailando la danza del vientre!
Casi una hora después y como ya tienen por tradición, terminan de vuelta en el área de pilotos apoyados en una pared, en el suelo y todavía en ropa interior, los pensamientos nadando trabajosamente, buscando tierra firme.
Kara interrumpe el primer brote de silencio, como suele pasar.
-Si no tuviera tanto, Agathon, TANTO sentido del humor -Helo se empieza a reír antes de oírla terminar. Kara levanta la voz-: Esto podría valirte una venganza.
Que le derrame los (muy escasos) restos de la última botella por encima no es la venganza; es un movimiento predecible, casi habitual. Helo se sigue riendo hasta que le duele el estómago y Kara también, por qué no. A fin de cuentas -comenta, menciona, balbucea-, ni que no la hubieran visto bailar antes, ni que no la hubieran visto desnuda antes, ni que no la hubieran visto hacer el gilipollas antes.
Tiene razón. Y casi le tiene perdonada la tontería, moviendo la mano en el aire con condescendencia (ni que no lo hubiera empezado ella todo), cuando Helo se gana definitivamente la venganza y el nombre de uno de los enanitos, uno en concreto.
-Lo mejor será cuando revelen las fotos, con la de corchos que hay por la Galactica.
Charlatán.
Sin betear ni repasar ni na:
Empieza como siempre en el peor momento posible, en el mejor momento de Kara. Son las tres de la mañana de su día libre y en los entrenamientos virtuales, sumando las dianas de los dos, han destruido veintitrés naves cylons. Los reyes, pilotos de todo rango y señoras y señores, los reyes de la Galactica hoy tienen nombre y apellido y apodo, pero entre ellos y la ginebra son capaces de llamarse de todo y de balbucearse más cosas.
Por ejemplo.
Son capaces de regresar a los catorce años y retarse a ver quién aguanta más despierto después de tres días de entrenamiento intensivo y de beber frente a frente, chupito tras chupito y pinta tras pinta. Y cuando ni funciona ni deja de funcionar y los dos se arrastran al mismo ritmo por la versión más nebulosa, hilarante y dicharachera de la conciencia borracha, Helo señala a la silla que está junto a la de ella y mientras mira al vacío farfulla un “todostosportuculpa” seguido de un “porqueyossinnuncabebo” y Kara se cae de la silla, ni más ni menos, de pura risa, escapándosele la fuerza por la boca a carcajada limpia.
-Dame las gracias porque hay demasiadas cosas que no harías si no fuera por mí, séptimo enanito.
Y a eso Helo no tiene más remedio que preguntar, aunque sabe que no debe y aunque sabe que no habrá ninguna razón, “¿yporquésséptimo, ah?”, y Kara vuelve a estallar en carcajadas y peligran sus intentos por levantarse del suelo y cuando lo consigue y se deja caer en la silla que hay al lado de la de Helo, le quita con suave habilidad la pinta de entre los dedos, alza una ceja, le mira mientras bebe y es puro desafío cuando dice que la pregunta
-…no es por qué eres el séptimo enanito, novato advenedizo, sino qué otras cosas no harías si no fuera por mí.
-¿Y qué no haría si no fuera por ti?
Empieza así y continúa en dirección al puesto de mando, a las dos de la mañana, perdiendo ropa por el camino. Caen primero las chaquetas y después las botas y se quitan como pueden los pantalones, sin dejar de avanzar, con más equilibrio que el que tienen la mayoría de sus compañeros en su mejor momento. Después tocan las camisetas y cuando llegan a las puertas, sólo piel y ropa interior y una sobriedad que se acerca con pasos tambaleantes cada vez más escandalosos. El frío del espacio se cuela en la Galactica y en ellos y les despabilada poco a poco. A Helo también le devuelve cierta sensatez. A Kara no.
-¿Y ahora qué? -pregunta Helo.
-¿Ahora qué? ¿Qué quieres hacer ahora, novato? -el desafío se desliza de entre sus labios con la naturalidad con que desobedece, insulta y ofende-. Ahora entrar e invitar a los pobres chicos de la nocturna a un trago.
Podría pensar cualquiera (cualquiera que no les conociera) que la apuesta sería esa, y no sería poca cosa: de madrugada, casi desnudos, en el CIC con una de ginebra en la mano ganándose una más que merecida resaca y diez bromas por minuto durante el resto de la semana.
Lo es. En parte.
Entran en el CIC y a Helo se le congela el aliento en el pecho cuando ve a Tigh entre los de la nocturna, y menos mal que está más borracho que ellos, murmura Kara, o la apuesta podría haberse convertido en “quién es capaz de evitar por más tiempo la entrada en la celda”.
-Señoras y señores -comienza Helo.
-Y XO -interrumpe Kara señalando a Tigh con la botella.
-Señoras y señores y XO -recomienza Helo, con una inclinación hacia Kara, hemos venido aquí
-¡A invitaros a ron! -exclama ella con los brazos estirados y el top empapado en alcohol.
-No oléis como si fuera ron -comenta una voz anónima.
Responde al instante:
-¿Me estás vacilando?
Y antes de que continúe, Helo termina su frase:
-¡A mostrarles a Kara Thrace bailando la danza del vientre!
Casi una hora después y como ya tienen por tradición, terminan de vuelta en el área de pilotos apoyados en una pared, en el suelo y todavía en ropa interior, los pensamientos nadando trabajosamente, buscando tierra firme.
Kara interrumpe el primer brote de silencio, como suele pasar.
-Si no tuviera tanto, Agathon, TANTO sentido del humor -Helo se empieza a reír antes de oírla terminar. Kara levanta la voz-: Esto podría valirte una venganza.
Que le derrame los (muy escasos) restos de la última botella por encima no es la venganza; es un movimiento predecible, casi habitual. Helo se sigue riendo hasta que le duele el estómago y Kara también, por qué no. A fin de cuentas -comenta, menciona, balbucea-, ni que no la hubieran visto bailar antes, ni que no la hubieran visto desnuda antes, ni que no la hubieran visto hacer el gilipollas antes.
Tiene razón. Y casi le tiene perdonada la tontería, moviendo la mano en el aire con condescendencia (ni que no lo hubiera empezado ella todo), cuando Helo se gana definitivamente la venganza y el nombre de uno de los enanitos, uno en concreto.
-Lo mejor será cuando revelen las fotos, con la de corchos que hay por la Galactica.
Charlatán.