Deseo…

Sep 24, 2013 16:48

Algunos lo definen como una fresca brisa de verano, otros como el infierno que alberga el cuerpo, yo prefiero definirlo como una medida.
La luz se filtraba por la ventana de la habitación, todo el dolor y la pena no era más que el eco de un pasado, que aunque difícil nos trajo hasta aquí.
Sin abrir si quiera lo ojos tumbado en la cama, estire mi mano derecha y sentí tu espacio vacío, no me gusta sentirlo así, después de todo habían sido muchas horas, muchos días en que deseaba tu presencia y tu ausencia en la cama me lo recordaba.
Aun cansado y con sueño, me estire un poco y agudice mis sentidos, pude escuchar el agua caer y supe que te duchabas, raro siempre soy yo el que te saca la cama y que te fastidia hasta llevarte al punto del mal humor. Diré que ese es el efecto positivo que tienes en mi vida, dormir profundamente, descansar plácidamente.
Mis pies descalzos toco el frio piso de la habitación, estirándome y mal peinado camine hacia la ducha y pude ver tu silueta dibujadas en las betas de la puerta corrediza de la ducha y el vapor que se desprendía por el agua caliente de la regadera. Contemplarte era uno de esos privilegios que había adquirido desde que vivimos bajo el mismo techo, a veces solo te miraba, cuando hablabas miraba tu sonrisa, solo a veces pensando que por unos instante pude perderte….
Quema y arde, todo mi cuerpo cuando te veo, es como si todas las sensaciones dormidas dentro de mí se despertara… deseo, como te deseo..
Camine, abrí la puerta de la ducha y entre, rodee con mis brazos tus cintura, me aferre a ti y sentí las primeras gotas tibias de agua correr por mi cuerpo, contrastando con el tuyo húmedo y tibio.
Bese tu cuello y tu inclinaste tu cabeza ahogando un suspiro, no eres del tipo que suspira. Susurre a tu oído un pequeño reclamo, porque para mí era una osadía que te levantaras sin avisarme y te ducharas sin mí. Sonreíste de forma maliciosa, a diferencia de mí, siempre sabes lo que haces, sabes cómo manejarme y me gusta que lo hagas tú.
 Es fácil caer en la tentación de lo prohibido pensé cuando mis manos descendía más y más por tu cuerpo y el mío se acercaba más al tuyo, mientras mordía tu hombro y el agua tibia se impregnaba de tu sabor.
Hablaste, me dijiste que era muy temprano que mi cuerpo y el tuyo merecía un descanso y en parte era verdad, no perdía ocasión, para tocarte, para besarte, para abrazarte, porque durante mucho tiempo me sentí un preso, que se le negaba la luz del sol o el aire para respirar, que se me negaba tenerte. Me rehusé, no quise detenerme, cuando mi mano dejo tu entrepierna y subió hasta tu cuello mi mano se estiro  hasta tu mentón y con la punta de mis dedos toque tus labios, que entraron a tu boca y sentí el calor húmedo de su interior.
Placer, deseo, amor,  mi sangre hervía dentro de mis venas, mientras sentía que las gotas de agua se evaporaban al entrar en contacto con mi cuerpo y el tuyo.
Te empuje levemente y tu apoyaste tus manos contra la pared, deje que mi mano se alejara de tus labios y siguieran su camino hacia tu cabello y tire un poco de el para dejar que tu boca tocara la mía.
Recuerdo cuando me dijiste que tirar de tu cabello te gustaba yo no lo entendía, pensaba que te lastimaría, que yo lo haría, pero con el tiempo no solo te descubrí, si no me descubrí, descubri que puedo darte mas que palabras bonitas y caricias timidas, que puedo darte todo lo que desees…
Tu espalda se arqueo y sentí tus glúteos firmes chocar contra mi cuerpo. Desnudos es el estado más frágil que podemos tener, desnudos es donde toda la pena el pudor o la vergüenza se esfuma y se puede dar por completo.
Era más que evidente estaba excitado ya no aguantaba las ganas, tenía que sentirme dentro de ti, así que tratando de no lastimarte lo hice de la forma más rápida posible, una mueca de dolor se dibujó en tu rostro y dejaste caer pesadamente tu cabeza, mientras con tus manos arañabas las baldosas de la ducha. Siempre me asusto en este punto, pero tú me logras calmar cuando logro escuchar tu primer gemido de placer.
Con una de tus manos tomaste mis glúteos y me empujaste hacia ti, no había más perfección que sentir tu cuerpo.
Comencé a moverme rápidamente, más duro, más fuerte, te vi cerrar los ojos y el sudor se mezcló con las gotas de agua.
Una de mis manos te sujetaba firmemente por tu cintura y la otra ascendía hasta llegar a tu pecho, donde con la puntas de mis dedos pude sentir la fuerza de tu corazón latir. Aun con tu espalda levemente arqueada te empuje hasta que tu espalda toco mi pecho y así pudieras sentir la fuerza de mi corazón latir.
Me acerque a tu cuello y con una voz ronca te susurre al oído “te amo”, sonreíste, mientras tu rostro se dibujaba una mueca de placer.
Era más rápido, más intenso, nuestros gemidos ocultados por el agua que corría que dejo de ser caliente, sintiéndose fría al contacto de nuestra piel. Con la última envestida sentí que me desborde dentro de ti.
Aun con la respiración agitada abandone tu ser y te abrace lo más fuerte que pude. Giraste y vi tus ojos, lleve  mis manos hacia tu rostro y tomándolo, te lo repetí otra vez, te amo.
Deseo.. algunos lo definen como una fresca brisa de verano, otros como el infierno que alberga el cuerpo, yo prefiero definirlo como una medida de cuanto puedes amar a alguien, de cuanto puedes ofrecer por ese alguien, de cuanto deseas pasar el resto de tu vida con esa persona…Nunca confundir el deseo con lujuria…
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