[TRAD|VIXXfic] Wonshik/Hongbin { Drown } (6/7)

Aug 27, 2015 10:41



El agua bajo los pies de Wonshik se arremolina rosácea al recorrer el camino hacia el desagüe. Wonshik abrió la boca y dejó que el chorro de la alcachofa enjuagara la sangre de su lengua. Esa noche había sido una mujer, desaliñada y de sabor repugnante por el abuso de las drogas. Jaehwan siempre fruncía la nariz por sus opciones, pero no podía obligarse a coger a alguien que no estuviera ya del camino a la tumba. No cuando no estaba en la agonía de la sed de sangre. La culpabilidad lo estaba matando.

Se apoyó contra la pared de la ducha, el azulejo frío en contraste con el agua caliente, y pensó en todo lo que lo había llevado hasta ese punto, pensó en Hongbin. Lo calmó algo, el dolor del pecho superaba el de la culpa. Joder, Wonshik lo echaba de menos.

Era el momento. Habían pasado tres semanas y Wonshik no había vuelto a caer a merced del hambre como las primeras noches de vampiro. Jaehwan lo había alabado por su control. No era control, era culpabilidad, pero fuera cual fuera el origen, significaba que Wonshik podía mantener la cabeza la mayor parte del tiempo cuando cazaba. Y se alimentaba una vez por noche, con puntualidad, y después bebía periódicamente de bolsas de sangre el resto de tiempo. Estaba decidido a controlarlo lo mejor que pudiera, incluso si eso significaba alimentarse cada noche. Era importante, si quería tener éxito.

Cerró el agua y salió de la ducha, se enroscó una toalla en la cintura y salió del baño para entrar al cuarto. Estaba decorado de forma gótica y elaborada, aunque no tan extravagantemente como el cuarto de Jaehwan, ni el salón, con la mesita de café con patas con forma de talón de dragón y un mantelito con semipiedras preciosas cosidas en él. Según Jaehwan, esa había sido la residencia de su creador y era él quien la había decorado. Aun así, parecía quedar bien con Jaehwan. Con Wonshik, no tanto.

Se acercó al vestidor, una atrocidad de madera de cerezo, y abrió el cajón superior. Hacía una semana habían ido al hotel que Wonshik había alquilado y habían recuperado las pocas posesiones que se había llevado. Toda la ropa cabía en dos cajones. Al final tendrían que volver a su apartamento. Al final.

La estaca de Hongbin estaba en la superficie del mueble, la única decoración que Wonshik no había escondido en el guardarropa. Wonshik contempló la estaca durante unos instantes antes de sacar una camiseta limpia, unos vaqueros y unos calzoncillos del cajón, y después lo cerró algo fuerte.

Mientras se vestía, pensó en lo surrealista del asunto. Ahora era un vampiro y aunque en gran parte era porque a Hongbin lo habían convertido, algo se debía a su amistad con Hakyeon. No había pensado mucho en él desde el cambio, pero era casi cómico que, mirando hacia atrás, tras todo lo que había pasado, él y Taekwoon fueran lo que finalmente lo hicieron reaccionar.

Wonshik sabía que Hakyeon debía estar preocupado por él hasta cierto punto. Había estado desaparecido durante tanto tiempo que probablemente creyera que estaba muerto. Y también que era su culpa. Sí, Hakyeon había sido el último empujón, pero no merecía vivir con ese tipo de culpa. Wonshik no quería que lo hiciera.

Si sobrevivía esa noche, al final tendría que aclarar las cosas con él. Lo echaba de menos, incluso después de todo lo que había pasado. No había sido culpa de Hakyeon, en realidad no. No podía haber predicho lo que provocaría en Wonshik. Él no había predicho ese tipo de locura. Era, como había dicho, surrealista.

Había, en un pequeño resumen, descubierto que su mejor amigo era amante de un vampiro, se había vuelto loco y se había convertido. Era ridículo. Volviendo la vista atrás, todo lo era. Qué cosa al final lo llevó al límite, qué cosa para hacer.

Wonshik se frotó la cara con las manos mientras reía débilmente. Estaba hecho, cualquiera que fuera el catalizador, estaba hecho. No había vuelta atrás, no importaba lo jodidamente dramática y loca que había sido la decisión. Y ahora, al fin, todo el hielo se había derretido, con la mente despejada por primera vez en un año, Wonshik podía ver claramente que era ridículo.

Tan solo continua, pensó.

Una vez se hubo vestido, se había restregado agua en el pelo y se lo había peinado, se fue en busca de Jaehwan, y lo descubrió en el salón, tirado en el atroz sofá de terciopelo marrón.

―Oh, bien, estás vivo; pensaba que te habías ahogado ―comentó Jaehwan.

Wonshik respiró profundamente, olía a sangre y diente de ajo.

―Quiero rescatar a Hongbin esta noche.

Jaehwan parpadeó y se levantó lentamente.

―¿Crees que estás preparado?

―Sí ―respondió con simpleza. Caminó a la cocina, sacó una bolsa de sangre de la nevera y le clavó una pajita. Cuando levantó la mirada vio que Jaehwan lo había seguido con expresión agria― ¿Qué? ―preguntó tras tragar.

Jaehwan torció el gesto de descontento.

―Tan solo creo que vas a conseguir que te claven una estaca. Y hemos estado juntos muy poco tiempo ―suspiró pesadamente―. Vas a dejarme aquí todo solo ―dijo tristemente.

Wonshik resopló.

―Me convertí en vampiro con el único propósito de sacar a Hongbin. No me digas que vas a intentar convencerme de lo contrario ―entrecerró los ojos mirándolo―. Además, no te duele tanto la idea de que muera, tan solo no quieres quedar solo de nuevo.

Jaehwan parecía indignado.

―Lo sentiré si te clavan una estaca. No será agradable para mí. Eres mí… estamos conectados. Te lo dije ―sorbió por la nariz―. Pero, no, no voy a intentar detenerte, es tu decisión. ¿Qué plan tienes?

Wonshik se encogió de hombros.

―Entrar, coger a Hongbin, salir ―acabó con la bolsa de sangre y buscó otra mientras Jaehwan lo miraba con lo que Wonshik creía que era un silencio horrorizado.

―¿Eso es todo? ―preguntó al fin, algo ahogado―. Todo el trabajo que he hecho para mantenerte con vida estas semanas, todo el esfuerzo… malgastado ―se dejó caer dramáticamente en un asiento en la mesa de la cocina―. Oh, rompes mi silencioso corazón.

―No es tan mala idea como parece ―respondió Wonshik, aunque muy en el fondo sabía que no era una buena idea.

―¿Cómo vas a entrar? Está claro que hay… encantamientos y hechizos por el lugar, especialmente para mantener a los de nuestra clase fuera. Y, aunque entraras, ¿cómo pasarás por el lugar sin que te vea alguien y lance la alarma?

Wonshik bebió de la segunda bolsa.

―Hay encantamientos y cosas, pero no de los que esperas. No tenemos un Empujar en el sitio porque metemos a vampiros de vez en cuando y no nos vendría bien que el hechizo los vuelva locos ―sin embargo, los matamos de hambre―. El sitio está bajo un Perdido, pero no hay nada específico para mantener a los vampiros fuera. Debería poder entrar bien. Hay encantamientos en la puerta y esos serán… complicados. Pero me las apañaré.

Jaehwan había apoyado los codos en la mesa y tenía los dedos entrelazados para poder apoyar la barbilla en ellos.

―Y después, ¿qué? ¿Correr hacia tu amante y arrancarle la cabeza a cualquiera que se meta en tu camino? ¿A tus antiguos amigos? ¿Serás capaz de controlarte si ves sangre humana fresca?

Wonshik se encogió y se llevó la bolsa de sangre a la boca para dar otro trago. No pienses en ello.

―Espero no encontrarme con nadie. Ha habido mucha actividad vampírica últimamente en esa ciudad, lo sabes ―después de que el VCF hubiera acabado con el nido de los límites del este, había habido silencio y tranquilidad durante un tiempo. Los vampiros se habían escondido y eran discretos, asustados, y los cazadores y el VCF estaban en su mejor momento. Pero, inevitablemente, la ausencia de un nido cambiaba la jerarquía vampírica en la ciudad. Hizo que los solitarios fueran unos a por otros intentando mostrarse como los más grandes y los peores. Después, otros habían comenzado a inmigrar, llenando el espacio vacío que había dejado el nido. Eso llevó a más disputas territoriales, más humanos muertos. Wonshik sabía que todos tenían miedo de que los vampiros se dividieran en nidos, en alianzas temporales, tan solo para acabar unos con otros. Más mierda que no necesitaban.

―¿Y? ―demandó Jaehwan.

―Probablemente tengan a todo cazador disponible en el campo ―respondió Wonshik. Miró al reloj en la pared, que le dijo que apenas eran pasadas de medianoche―. HQ ya está bastante vacío sobre las dos o las tres de la mañana, pero con el estado en el que está la ciudad, probablemente tengan a la mayoría de los novatos en el campo ―Wonshik pensó en Sanghyuk, un recuerdo breve, y lo apartó―. Evitaré a las pocas personas ahí y… sacaré a Hongbin.

―¿Y si no están todos fuera? ―preguntó Jaehwan con delicadeza, se puso de pie con gracia y se coló en el espacio personal de Wonshik― ¿Serás capaz de matarlos, Wonshik? ¿Incluso a los que solías llamar amigos? ―Wonshik evitó su mirada y la bajó al primer botón de la camisa. La idea era horrible―. Ya no eres uno de los suyos. No verán a un amigo regresar a casa, verán a un vampiro, e intentarán matarte. Debes hacerlo tú primero.

Wonshik asintió algo abatido. Jaehwan tenía razón hasta cierto punto. Todo había salido tan mal, todo estaba del revés. Aunque en todo momento Wonshik recordaba que era un vampiro, la falta de latido, el hambre (por el amor de Dios, estaba bebiendo sangre de una bolsa), aún no lo había asimilado por completo. Era difícil pensar en sí mismo de esa forma. Difícil recordar que los vampiros ya no eran los otros.  Era un otro ahora.

Sabía que intentarían matarlo. La mayoría de ellos. Tal vez era inocente, pero no creía…

―Tienes razón ―susurró.

Jaehwan suspiró.

―La tengo, pero no lo harás. Aún eres blando, aunque intentes tan duramente ser fuerte ―se alejó llamándolo por encima del hombro―. Tengo algo que podría ayudarte. Ven.

Wonshik lo siguió por el pasillo hasta su habitación, que aparentemente era la de su difunto marcador. Era la habitación más espléndida en el lugar, la gigantesca cama de postes, más grade de lo que jamás había visto, las sábanas y almohadas teñidas de azul marino oscuro con brocado de oro. Jaehwan caminó directo a un alto gabinete de madera con dos puertas verticales y tiró de ellas para revelar filas de finos cajones. De ellos salía una especie de castañeo.

Mientras buscaba entre ellos, Wonshik curioseó los alrededores, la decoración. Cada mueble estaba esculpido, pulido, y muchos incrustados con joyas. En serio, el creador de Jaehwan debía haber robado varios reyes tacaños en vida. O comido. O comido y robado.

Jaehwan comenzó a hablar mientras buscaba por los cajones.

―Si consigues encontrar a tu novio, estará bastante débil, lo cual te ayudará sobremanera. Incluso así, la sed de sangre podría hacerlo, para decirlo suavemente, poco colaborador, especialmente si siente cerca un humano.

―Me lo suponía ―murmuró Wonshik mientras daba golpecitos con el dedo a una fea estatua de una serpiente.

Jaehwan cerró con fuerza el cajón y abrió otro.

―Sí, bueno, puedes usar tu propia sangre para disuadirlo. La sangre de vampiros es… no es tan buena como la humana, pero su visión debería distraer a Loco, lo suficiente para evitar que cause problemas.

―¿No sería mejor llevar auténtica sangre humana? Tenemos suficientes bolsas.

―Sangre muerta en bolsas de plástico no tiene el mismo que la que sale de una vena abierta. Aunque la sangre humana, embolsada como está, probablemente lo saciara más, en realidad no lo distraería.

―Anotado ―repitió Wonshik.

No tenía mucho tiempo para pensar en esos bocados de conocimiento porque entonces Jaehwan exclamó.

―Ah ―sostenía un amuleto con una especie de cadena dorada. Se acercó a Wonshik, la cadena le colgaba de los dedos. El amuleto era una pieza redonda, también de oro, con una inscripción en ella que no pudo leer, y una gema roja oscura en medio. Jaehwan se la colocó por encima de la cabeza y el amuleto brilló cálidamente durante un momento, pareció  susurrar mientras se ponía cómodo y después se quedó en silencio. Era extraño tener un encantamiento contra él cuando había pasado las últimas semanas sin ninguno.

―¿Qué es esto? ―preguntó mientras cogía el disco para mirar más de cerca la gema. Creyó que era un rubí o tal vez granate, no tenía ni idea de piedras, pero no lo parecía. No parecía una piedra. Por algún motivo, parecía pegajoso, líquido, pero cuando lo tocó, era, definitivamente, sólido y muy suave, pulido.

―Está encantado con un Repeler dirigido a humanos ―respondió Jaehwan sacándolo de sus manos y metiéndoselo bajo la camisa. Wonshik parpadeó de sorpresa. Tan solo había escuchado de Repeler contra vampiros, pero estaba claro que habría un equivalente para humanos―. Es uno sutil y solo puede valer hasta cierto punto. Aunque te será útil. Si bajas por una escalera, los humanos en esa área sentirán que tienen que ir por otra, ese tipo de cosas. Pero si estás en una habitación un humano tiene que entrar específicamente en esa habitación, o si es una escalera que deben tomar y estás ahí, no los detendrá. Así que ten cuidado.

―Gracias, Jaehwan ―dijo con sinceridad. El amuleto era reconfortante, descansaba contra su esternón.

―Lo quiero de vuelta ―añadió con el ceño fruncido―, así que, que no te maten.

―Lo intentaré ―susurró Wonshik.

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