Verguenza (Full metal Alchemist Fic)
Vergüenza
Llovía…lo hubiera tomado como una excusa para no ir. La humedad, el agua que caía a cantaros desde el cielo, le dificultaría llegar a donde se encontraban usualmente.
Estaba absolutamente dispuesta a no salir, ni tenia ganas de ello, siempre se sentía perezosa los días nublados. Aun así, cuando faltaban menos de quince minutos para la hora, una sensación de urgencia la invadió. Tomo su saco sin preocuparse de buscar un paraguas, y empezó a correr bajo el diluvio…
…Y entonces allí estaba, completamente empapada la ropa pegada al cuerpo, tiritando de frió…y también de nervios… En la puerta del galpón gris y desvencijado observando a la figura recostada tranquilamente en una vieja mesa…esperando hacer lo que el le dijera que hiciera…temblando…
_ ¡Sabes que odio esperar!_ Le dijo con la voz chillona y demandante.
Por toda respuesta ella se saco el abrigo mojado que pesaba una tonelada, y lo tiro al suelo con la mirada baja.
El la observo con su sonrisa cínica y torcida, la delgada blusa de algodón que la cubría adherida al cuerpo, dejando traslucir sus pechos bien formados, la falda corta y negra que parecía parte de sus muslos apretados por la incomodidad. Pero lo que más lo provoco fueron sus ojos azules, llenos de humillación. El hecho de tenerla completamente a su merced.
Ella intento acomodarse el cabello rubio, no sabia para que, con que objetivo se arreglaba para el. Ese ser sádico que la había obligado a caer a lo mas bajo…a decir y hacer cosas que nunca hubiera pensado…Lo vio acercándose, orgulloso, erguido con terrible lentitud. Cerró los ojos.
Que apetecible se veía así, rociada por la lluvia, pensó el mientras la acechaba paso a paso, tomándose su tiempo, pensando en cosas le haría esta vez y como torcería su voluntad. ¿Que podría molestarla mas?
Las orbes azules se abrieron confundidas, espantadas por la sensación de los dedos finos y helados en su entrepierna…como podía despreciarla tanto, ni un beso, ni siquiera la tomo por la cintura para alertarla de lo que pensaba hacer…los dedos abandonaron la anterior posición y se restregaron frente a la cara de ella.
_ Estas mojada…y no solo por la lluvia…_Le dijo riéndose.
Sintió sus mejillas arder, su sangre hervir, su estomago revolviéndose de asco, lo golpeo en la cara segada por el odio. El se recupero rápidamente del golpe, se lo esperaba…
La tomo de las muñecas, empujándola contra las paredes cubiertas de hollín, apretándose contra su cuerpo.
_¡Golpeame de nuevo! ¡Vamos golpeame otra vez!_ la provoco.
Ella se retorcía impotente ante su poderoso agarre. Unas lágrimas frías le corrían por el rostro libido.
_ ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! _grito desesperada mientras seguía resistiéndose.
_Porque tu cuerpo me lo pide…le susurro al oído _y porque si no lo haces, voy a matarlo…
Se rindió…aflojo las muñecas, dejo que su mente vagara muy lejos mientras las manos de el se metían de nuevo por debajo de su falda. Solo actuó por reflejo cuando sus brazos se asieron de su espalda, las uñas clavándose en su carne, soportando el roce violento de la pared contra su espalda, los jadeos guturales en su oído…
Pero lo más terrible, no era el dolor, las amenazas, las cosas denigrantes que se veía forzada a hacer.
Lo que mas la atormentaba era tener que soportar cada día la vergüenza de saber que lo disfrutaba.
Llovía…lo hubiera tomado como una excusa para no ir. La humedad, el agua que caía a cantaros desde el cielo, le dificultaría llegar a donde se encontraban usualmente.
Estaba absolutamente dispuesta a no salir, ni tenia ganas de ello, siempre se sentía perezosa los días nublados. Aun así, cuando faltaban menos de quince minutos para la hora, una sensación de urgencia la invadió. Tomo su saco sin preocuparse de buscar un paraguas, y empezó a correr bajo el diluvio…
…Y entonces allí estaba, completamente empapada la ropa pegada al cuerpo, tiritando de frió…y también de nervios… En la puerta del galpón gris y desvencijado observando a la figura recostada tranquilamente en una vieja mesa…esperando hacer lo que el le dijera que hiciera…temblando…
_ ¡Sabes que odio esperar!_ Le dijo con la voz chillona y demandante.
Por toda respuesta ella se saco el abrigo mojado que pesaba una tonelada, y lo tiro al suelo con la mirada baja.
El la observo con su sonrisa cínica y torcida, la delgada blusa de algodón que la cubría adherida al cuerpo, dejando traslucir sus pechos bien formados, la falda corta y negra que parecía parte de sus muslos apretados por la incomodidad. Pero lo que más lo provoco fueron sus ojos azules, llenos de humillación. El hecho de tenerla completamente a su merced.
Ella intento acomodarse el cabello rubio, no sabia para que, con que objetivo se arreglaba para el. Ese ser sádico que la había obligado a caer a lo mas bajo…a decir y hacer cosas que nunca hubiera pensado…Lo vio acercándose, orgulloso, erguido con terrible lentitud. Cerró los ojos.
Que apetecible se veía así, rociada por la lluvia, pensó el mientras la acechaba paso a paso, tomándose su tiempo, pensando en cosas le haría esta vez y como torcería su voluntad. ¿Que podría molestarla mas?
Las orbes azules se abrieron confundidas, espantadas por la sensación de los dedos finos y helados en su entrepierna…como podía despreciarla tanto, ni un beso, ni siquiera la tomo por la cintura para alertarla de lo que pensaba hacer…los dedos abandonaron la anterior posición y se restregaron frente a la cara de ella.
_ Estas mojada…y no solo por la lluvia…_Le dijo riéndose.
Sintió sus mejillas arder, su sangre hervir, su estomago revolviéndose de asco, lo golpeo en la cara segada por el odio. El se recupero rápidamente del golpe, se lo esperaba…
La tomo de las muñecas, empujándola contra las paredes cubiertas de hollín, apretándose contra su cuerpo.
_¡Golpeame de nuevo! ¡Vamos golpeame otra vez!_ la provoco.
Ella se retorcía impotente ante su poderoso agarre. Unas lágrimas frías le corrían por el rostro libido.
_ ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! _grito desesperada mientras seguía resistiéndose.
_Porque tu cuerpo me lo pide…le susurro al oído _y porque si no lo haces, voy a matarlo…
Se rindió…aflojo las muñecas, dejo que su mente vagara muy lejos mientras las manos de el se metían de nuevo por debajo de su falda. Solo actuó por reflejo cuando sus brazos se asieron de su espalda, las uñas clavándose en su carne, soportando el roce violento de la pared contra su espalda, los jadeos guturales en su oído…
Pero lo más terrible, no era el dolor, las amenazas, las cosas denigrantes que se veía forzada a hacer.
Lo que mas la atormentaba era tener que soportar cada día la vergüenza de saber que lo disfrutaba.