This isn't Hogwarts, this is a concrete box, and the people on the wall are never gonna talk(8)
Liz tenía que admitir que esta vez habían roto un récord. No las castigaría McGonagall, ni Snape, si no que lo haría el mismo Dumbledore. Bueno, tal vez sacara provecho y se llevara alguno de los cachivaches de su despacho.
Carol estaba lejos de sentirse como Liz. Estaba tan pálida que podría haberse hecho pasar por un fantasma. ¡Ella había iniciado todo! ¡Su insignia, su amada insignia de prefecta! ¡Si se la sacaban...! ¡Y castigada ni más ni menos por Dumbledore!
Mientras las chicas pensaban esto, seguían al profesor Dumbledore a su despacho. Atrás de ellas venían los dos Slytherins, con cara de malhumorados. Los cuatro juntos parecían que se habían batido a duelo al lado del Sauce Boxeador, con el pelo y las túnicas empapadas de sopa y jugo de calabazas, algunos moretones y rasguños en la cara. Tenían una pinta horrible.
Caminaron en silencio. Carol le agarraba el brazo a Liz tan fuerte que hace rato que no lo sentía, y agarraba su insignia de prefecto como si fuera su propia hija.
Subieron las escaleras, y entraron al despacho. Liz ojeó con mucha curiosidad los artilugios de Dumbledore, pero de repente aparecieron cuatro sillas y el profesor indicó con la mano que debían sentarse en ellas. Liz, fresca como una lechuga, fue la primera. Carol, que se moría por dentro pero trataba de mostrarlo lo menos posible, fue lentamente a la suya. Los dos Slytherins se sentaron y miraron a Dumbledore desafiantes.
-Señorita Blair -comenzó el anciano-, ¿sería tan amable de explicar por qué lanzó una pata de pollo a la Greengrass?
-Yo... -comenzó Carol, sin saber muy bien qué decir-hum, ¿me sentía rebelde?
Liz ahogó una risa, y Draco bufó.
-¿Le parece esa razón una razón convincente?
-Pues... masomenos.
Dumbledore, dándose cuenta de que Carol no pensaba explicarse más, pasó a Liz.
-¿Qué me dice usted, Turner?
-¿Yo? Yo estaba comprobando la calidad de las copas -pero al ver la cara que puso Dumbledore, se rectificó-, bueno, ¿qué clase de Gryffindor sería si abandonara a mi amiga cuándo más me necesita?
Dumbledore suspiró, dándose cuenta de que el motivo de haber iniciado aquella guerra era simple rebeldía. Luego, miró a los Slytherins.
-Ellas comenzaron... pero ustedes las siguieron.
-Profesor, ¿esperaba que luego de eso no me defendiera? -le dijo Greengrass-. ¡Me lanzan una pata de pollo, cuando estaba bes-! ocupada, quiero decir.
Una diminuta sonrisa se asomó al rostro de Dumbledore, y a Carol se le oscurecieron los ojos. Estaba abriendo la boca para responderle, pero Liz le pegó una patada y la calló.
-Lo mismo digo, señor.
Dumbledore cerró los ojos y negó con la cabeza. Luego de permanecer un brevísimo momento callado, dijo:
-Blair, Malfoy, tratándose de prefectos, con ustedes es otro caso. El profesor Snape me dijo que, además, tomaban provecho de la capacidad de quitar puntos, y les sacó dicho poder hasta su castigo el sábado. ¿Me equivoco?
Ninguno de los aludidos dijo esta boca es mía.
-Su castigo será distinto al de Greengrass y Turner, pero el suyo, Blair, más largo. No les voy a quitar la insignia porque ambos cumplen, y muy bien, con sus tareas de prefectos -Carol estaba casi por llorar de la felicidad, y Draco hizo una mueca ante la perspectiva de castigo-. Los dos ayudarán al profesor Flitwick durante sus clases con los de primer año. Últimamente, me ha dicho que ha tenido muchos problemas con esos niños... Además del castigo del sábado, claro. Creo que tenían que encargarse de la limpieza de la mazmorra de Pociones sin magia.
-¿Bromea, verdad? Yo no pienso ayudar a ningún mocoso de primer año. -dijo Malfoy, ignorando lo último dicho por Dumbledore.
Carol no dijo nada, pero ese castigo no le era ningún paraíso. Dumbledore ignoró a Draco.
-El tiempo de duración será indefinido. Y usted, Blair, por haber iniciado la guerra, también ayudará a Hagrid con el cuidado de esas nuevas y curiosas criaturas que consiguió -a Carol la idea de cuidar los bichos nuevos de Hagrid no le hacía ninguna gracia, pero sabía que lo tenía merecido-. Y con respecto a ustedes dos, ayudarán a Filch por dos noches con el cuidado del castillo -Liz lanzó unos tacos por lo bajo y Greengrass puso cara de asco-. Ahora, a clases.
Los cuatro alumnos salieron del despacho, y se alejaron en silencio. Luego, se pararon y se miraron entre sí.
-Están muertas, sangre sucias. -siseó Draco, mirando primero a Liz y luego a Carol. Los cuatro sacaron la varita.
Pero antes de que cualquiera dijera 'Desmaius', Carol exclamó:
-¡Sean inteligentes, manga de inútiles! ¿Nos acabaron de castigar y ya vamos a matarnos?-ahora, Carol miró a Liz-. Me lo esperaba de dos Slytherins idiotas, pero no de tí.
Daphne ya había abierto la boca para partir a la castaña al medio, pero Draco le tomo la mano.
-Descuida, Daphne. Me encargaré de ella luego. -siseó, mirando amenazadoramente a Carol, que no desvió la mirada ni se mostró nerviosa.
-Cuídense, impuras. -dijo Greengrass, y ambos Slytherins se fueron.
Las dos chicas se los quedaron mirando. Carol suspiró y Liz se rascó la cabeza.
-Bueno, tienes que admitir que todo esto fue una experiencia. -dijo Perse, luego del silencio.
-Hmpf. Como digas. Al menos, conservo mi insignia.
-Pues eso a mí no me tranquiliza.
-Cinco puntos me- oh, no puedo quitar puntos aún. Estúpido Snape. Hablando de Snape, ¿qué hora es? ¡Maldición, hace cinco minutos que deberíamos estar en Encantamientos!
Y ambas chicas comenzaron a correr.