-Así que, siendo tan inteligentes como su casa les permite, la mejor forma que se les ocurrió de escaparse fue explotar media sala común de Slytherin.
-¡No fue medi-!
-Con alumnos dentro.
-¡Ninguno salió heri-!
-Con el encantamiento Bombarda.
-Casi pareciera que estuvo ahí, profesor.
La cara de Snape mostraba una frialdad más alta de lo común, tal vez debido a los destrozos que ambas chicas habían ocasionado en su sala común. La idea general del plan no era destruirla, sino robar pertenencias que parecieran importantes y desparramarlas por sobre todo Hogwarts, teniendo el cuidado de encantarlas para que no se pudieran invocar con un simple Accio. Pero como con todo lo que involucra a Carol o Liz, el plan salió desastrosamente equivocado y distinto.
-Me declaro absolutamente inocente, profesor. -comenzó Perse, con una actitud desafiante. Carol suspiró y negó la cabeza ligeramente.
-Y yo la declaro una inútil. -contestó Snape- cincuenta puntos menos a ambas. Y limpiarán las mazmorras por una semana entera.
-¡¿C-cincuenta puntos?! ¡¿Por haber roto un maldito cuadro?!
Carol pateó a Liz en la pierna, tratando de que por una vez en su vida, Liz hablara sólo cuando tenía algo verdaderamente útil que decir.
-Sí, aunque tal vez debería agregarle diez puntos más por, aparte de todo, haber realizado erróneamente el encantamiento.
-¿Y quién dijo que fui yo? Profesor.- desafió la alta. Que parecía no conocer lo bello que podía ser el silencio.
-Pues entonces se los resto a las dos para evitar injusticias.
Carol, aparte de un miedo atroz y un dolor de cabeza, tenía unas increíbles ganas de golpear a su amiga, que parecía haber entendido, al fin, que mejor era aceptar todo sin rechistar, por más injusto que fuera. Con Snape no era muy... beneficioso discutir.
-Fuera, no las quiero ver por tres meses seguidos.
Tentada de responder a aquella afirmación, Liz abrió la boca, pero antes de que pudieran quitarle puntos, Carol la agarró del brazo y salieron del despacho. Subieron algunas escaleras, y Carol espetó:
-¡No puedes permanecer callada por una vez en tu vida!
-Habla la que tira bombas por la varita.
-¿Quieres ver qué tan bien lo hago?
-No, que ya me lo dejaste en claro. -le respondió riendo. -¡Hey, un verso sin esfuerzo!- Carol le dio un manotazo en la cabeza.
-¡Pues a ver como le verseas a nuestros compañeros que acabamos de perder 120 puntos!
-Qué aguafiestas que estás, compañera. Tú no eras así.
-¡Pues estoy en todo mi jodido derecho a estar histérica luego de todo esto!
Perse, ya sin ganas de replicarle a una Coco así, se encogió de hombros. Empezó a caminar, y sin ganas de quedarse sola, su amiga la siguió hasta encontrar un pasillo lo suficientemente alejado y asilado, y se acostó en el piso.
-Sabes. -comenzó Liz.
Carol la miró esperando a que siga. Liz se tomó su tiempo, seguramente del cansancio y la flojera, y no de la posible gravedad del asunto que iba a decir.
-...tengo hambre.
-Sí, por esos comentarios es que te va tan bien por aquí.
-Ese sarcasmo no te va a llevar a ninguna parte.
-Como llevar me lleva, pero yo diría que no por buen camino.
-Que me lo sacaste de la boca, mujer. Por cierto...
-...hmm?
-¿Alguna razón que quieras mencionarme que hayas tenido para echarle un Bombarda al cuadro que estaba al lado de Malfoy y muy peculiarmente, en el mismo lugar que Greengrass?
-...instinto asesino?
-Yo diría que más bien celos.
-Yo diría que mantuvieras tu boca cerrada.
-Sí, eso lo dice más de uno.
Silencio.
-¿De verdad fueron celos?
-¿Y tú que sabrías de celos?
-Vaya, qué humor que tienes hoy.
-Bien merecido.
-Sí, eso no te lo voy a discutir.
Otra pausa.
-¿Será de Hufflepuffs no ir a la Sala Común hasta que todos nuestros compañeros se enteren del desastre? -preguntó Liz.
-Pues sinceramente, no me importaría.
Y, luego de un bostezo, se quedaron mirando al antiguo techo pensando en musarañas, y musarañas rubias.