Comer, Coger y Cagar.
Edurné Uribe. 20 de Mayo de 2010
Michel Foucault, parafraseando pobremente, dice que hablar de sexo es rico. Es rico porque básicamente es una de las pulsiones humanas de las que no se permite hablar demasiado y porque ese efecto es uno de los grandes defectos y también virtudes de la prohibición; si quieres que se haga algo prohíbelo. Es un tema tabú por excelencia desde hace cientos de años, está visto por la sociedad como algo indigno pero necesario, la raza humana tiene que seguir al menos supliéndose a sí misma y para el común de las masas no existe otro modo de hacerlo que teniendo sexo.
En los textos que hemos revisado en las últimas semanas la línea es muy clara en cuanto al enfoque con el que dicha actividad es abordada y su peso en la sociedad. Entendemos que las pulsiones sexuales en el ser humano son universales y que son en cierta medida un motor para el individuo, igual que su represión no es tan sólo un freno sino además una deformación de la realización plena del mismo.
En un principio es difícil pensar que Freud tiene razón cuando nos habla de estos impulsos, pensar que todo tiene que ver directamente con la presencia o ausencia de sexo. Mientras que los conceptos, teorías y síndromes a los que se hacen referencias parecen ser muy particulares, también sucede que son extensibles. Ejemplo, el conocidísimo Complejo de Edipo que no sólo ‘trabaja’ en funciones literales sino también en situaciones al parecer sin cabida.
En el texto de Psicoanálisis e Investigación histórica lo plantea así, aunque bajo argumentos que difieren en esencia de lo que intento decir, al igual que en el texto que mi mala memoria no me permite nombrar, que leímos la última clase, sobre materialismo histórico y psicoanálisis. Uso este ejemplo porque ambas lecturas lo mencionan; sobre cómo el complejo de Edipo es el desafío al padre y cómo la psicología lo extiende (erradamente, al parecer) a las masas como el principio psicológico de, en este caso, las revoluciones.
Retomando, hablar sobre esta anomalía significa directamente hablar sobre algo que por tal o cual razón no está dado como debiera y que, por lo tanto, es producto de la represión de la que hablaba antes.
“La sociedad modela, transforma y reprime las necesidades humanas” cito del texto de William Reich ‘Sexualidad: Libertad o Represión’. La sociedad, en esta frase, me parece que es un término mal utilizado y que más adelante en el texto rectifica diciendo que no es la sociedad misma la que plantea los lineamientos bajo los cuales las necesidades son emprendidas, habla sobre una minoría (que como casi siempre es la minoría acumuladora de riqueza que retiene el capital que la mayoría necesita y que, por lo tanto, debe atenerse a su voluntad) que elabora la ideología social para propios fines.
Independientemente de cuáles sean estos, tanto la minoría como la mayoría se ven afectados por esta estrategia de represión que es en un principio pensada y en la que después se ven tan inmersos como el resto.
Nuestra estructura actual plantea que todos somos instrumentos, nuestro primer deber es el trabajo y es nuestra mayor necesidad también. Es una necesidad falsa me parece, al menos el trabajo como la definición convencional lo sugiere. El hombre necesita trabajo porque necesita dinero porque necesita subsistir. El tiempo trabajo es en este mundo industrializado lo contrario al tiempo de ocio y este es, casi siempre, el momento en el que los placeres ocurren. Los placeres, cualquier tipo de placeres, distraen al hombre del trabajo, del trabajo que genera capital y que, como fin último, llega a las manos de los primeros que impusieron las reglas.
El ‘progreso’ de nuestro mundo se ha ido dando así, a costa de la salud física y mental de la raza, porque al menos occidente tiene la capacidad de cambiar algunas de sus perversiones por otras con facilidad sorprendente: gesta una sociedad floja y apática que trabaja porque debe hacerlo y porque no requiere de utilizar la cabeza realmente, no más allá de las tareas que debe desarrollar para obtener el sustento.
El progreso, el de verdad, no se trata de hacer crecer las ciudades, de enriquecer a los ricos, de adiestrar a los niños y de dominar el espacio; Se trata de bienestar y de la vida decente, diría La Gran Sociedad, de los individuos. ¿No necesita un individúo realizarse plenamente para ello?
El sexo, por más que esté sobrevaluado, y lo digo así porque aún no me trago las teorías pansexualistas, es una de esas tantas necesidades. Me parece que está tan potenciado su alcance psicológico porque también está potenciada la intensidad con la que ha sido reprimido.
Mi punto es, como creo ya haber mencionado en algunas clases, que como una necesidad básica del individuo, y para su preservación, de la raza debe tener tanta importancia como el resto. Todos los seres humanos tenemos derecho a cosas tan complejas como la expresión y cosas tan aparentemente simples como comer. Igual que podemos y hasta cierto punto debemos dormir y cagar, es por igual aplicable al sexo, idéntico.
No costea eso es todo. Si el trabajador tiene una vida sexual sana, no tiene estrés, no tiene razones para aceptar las condiciones en las que se está viendo obligado a vivir, no tiene problemas que ocupen su cabeza, que ocupen momentos en los que podría estar llegando a reflexiones más útiles.
La represión es un instrumento, esto lo sabemos, la solución es la simpleza.
Si todos comemos, entonces tú puedes comer igual o diferente a mí, según tus circunstancias y gustos. Si todos también tenemos sexo, entonces tú puedes follar igual o diferente a mí, según tus circunstancias y gustos. No es mi papel juzgarte por lo que haces, sino entender con naturalidad que igual que te gusta comer burritos y no sandía, te gusta follar de noche y no de día.
Por supuesto este sueño guajiro es evidente, quienes tienen el poder no te dirán nunca que eres libre, que puedes comer sandía y follar de noche si se te antoja, te dicen que tienes que comer algo que no te dé indigestión y dormir de noche, porque a la mañana siguiente tienes que levantarte en perfecto estado para irte al jale. Posponer tener sexo con tu esposa suena lógico cuando de todos modos tienes que ir al trabajo para darle de comer y que no le duela la cabeza.
In spanish, of course.