Vicio 19. Conejo

Oct 02, 2007 20:15

Ha llegado el momento de pecar de ñoña. Lo siento, pero no puedo evitarlo. Por aquí os dejo una viñeta más.

Autor: // cris_snape
Fandom: Harry Potter
Personaje/Pareja/Trío: Percy Weasley
Tema: #19 - Conejo


Penny tenía una mascota. Era un conejo muy pequeño y con un espeso pelo blanco que cubría todo su cuerpecillo. Tenía el hocico sonrosado y los ojos casi rojos. Penny lo había comprado en una tienda muggle, afirmando que estaba hasta el moño de las criaturas mágicas, y lo cuidaba con devoción. Diariamente, lo alimentaba y acicalaba, permitiéndole correr libremente por el piso para que sus patas traseras se fortalecieran y para que el animal fuera más feliz siendo libre. Aunque Penny no le había puesto nombre (solía llamarle chiquitín o precioso) lo quería tanto que, en algunas ocasiones, no demasiadas, Percy se había sentido celoso de él. Sobre todo cuando Penny lo cogía en brazos y lo apoyaba en su pecho, dejando que el animalito se quedara dormido sobre la suave almohada que formaban sus senos.

Pero, cuando los hombres fueron a buscarla a casa, después de que Penny no se presentara a los absurdos interrogatorios de Umbridge, el conejo desapareció. Posiblemente había muerto durante la trifulca, o, quizá, había huido. En cualquier caso, era prácticamente imposible encontrarlo con vida. A pesar de eso, Percy había ido a buscarlo.

Penny y su madre habían ido a comprar un piano. Unos cuantos días antes, Percy había cambiado los galeones de la indemnización que el Ministerio de Magia entregó a las victimas del gobierno de terror de lord Voldemort, y se lo entregó a su novia esperando que, con esa pequeña ayuda, pudiera empezar una nueva vida. Habían tenido que pasar muchos meses, pero Penny finalmente había recuperado las ganas de vivir. Seguía negándose a regresar al mundo mágico, pero ya se había apuntado a un curso para ser cuidadora infantil e iba a comprarse un piano. Sus dos sueños de la infancia. Penny se había estado preparando para encargarse del cuidado de los niños mágicos antes de que la apresaran. Ahora, enfocaría su carrera a los muggles, y a Percy le encantaba verla tan llena de vida otra vez. Quizá, ya no sonriera tanto, y aún rechazaba el contacto humano, pero Penny estaba mucho mejor, y eso era bueno.

Percy había pensado que buscar a su viejo conejo era una buena idea. Había ido al antiguo apartamento de la chica, descubriendo que su casero se lo había arrendado a nuevos propietarios. Aunque dedicó casi una hora a intentar encontrar un rastro de la mascota de Penny, fue totalmente inútil, pero Percy no se rindió. No sabía muy bien cómo se lo tomaría Penny, pero entró con decisión a la tienda de animales y le consiguió nueva compañía animal. El nuevo conejo no era blanco, ni tenía los ojos casi rojos, pero era precioso y a Percy le pareció simpático, aunque a él no le agradaran demasiado los animales.

Cuando fue a la casa de su novia, la encontró dando instrucciones a un par de mozos. Los jóvenes cargaban con el piano y Penny, con esa paciencia que siempre la había caracterizado, les pedía que lo dejaran en el rincón. Su rincón. Ese día, se había sujetado el pelo y se había atrevido con una falda. Por debajo de la rodilla, eso sí, pero. ¿Cuánto tiempo hacía que no se atrevía a enseñar un poco de su preciosa piel?

En cuanto vio a Percy, fue junto a él, sin perder la sonrisa. Era maravilloso verla así, un poco como la Penny que era antes, y se sintió realmente honrado cuando ella le dio un beso en la mejilla. Normalmente no actuaba de es forma, pero ese día estaba inmensamente feliz. Tanto, que ni siquiera se dio cuenta de que Percy traía algo entre manos.

-Mira, Percy. ¿No es precioso? -Se acercó al piano, acariciando su brillante superficie de madera pulida -Mañana mismo iré a buscar al profesor Dallas. Me gustaría mucho que lo conocieras.

-Sí... -Percy carraspeó. Nunca había sido muy bueno haciendo regalos, así que decidió que no era conveniente seguir con la conversación, o no le daría el conejito -Yo... Te he traído algo.

-¿Tú? Pero si hoy no es mi cumpleaños y, evidentemente, no es Navidad.

Penny rió con suavidad. Realmente debía estar dichosa. Había vuelto a bromear.

-Lo vi y pensé que te gustaría. Ten.

Le entregó la caja bruscamente. Penny entornó los ojos y lo miró con confusión, pero abrió su regalo, intrigada por los agujeritos que plagaban su tapa. Percy optó por girar la cabeza, avergonzado y arrepentido de lo que había hecho. Hasta que escuchó el jadeo ahogado de su novia.

-¡Oh, Percy! ¡Qué mono es! -Penny alzó al pequeño animal en el aire, acercando su nariz al hociquito de su nueva mascota -Muchas gracias.

Y lo hizo. Dejó al conejo en la caja otra vez y, sin decir una sola palabra más, enredó sus manos en el cuello de Percy y lo besó. El primer beso de verdad en muchos meses, demasiados, y Percy sintió que la vida le había dado una nueva oportunidad que no dejaría pasar. Nunca más.

penny, 30vicios, percy

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