Para: el
quinesob.
reto_diario Título: Con la condición de que te abstengas.
Fandom: South Park.
Claim: Craig/Tweek.
Rating: K+.
Extensión: 736 palabras.
Advertencias: ¿Lenguaje? ¿OOC? Sí, quizá esas sean dos buenas advertencias.
Con la condición de que te abstengas
Sus labios sabían a café, a esa bebida amarga. Craig estaba cansado de tener que lidiar con aquél problema que, en primera instancia, no le desagradaba tanto. Sin embargo, el patrón seguía repitiéndose tan descontroladamente que llegó un punto en el que dijo:
─Hasta aquí, ¡me jode el sabor a café que me dejas después de besarte!
─ ¿E-el qué? ─su voz, temblorosa como de costumbre, se quebró todavía más por el temor que implicaba dicha queja─. ¡ACK! ¿Me vas a d-dejar?
Entendió muy bien el mensaje, no era tan tonto como se lo demostraba a diario.
Craig meditó unos pocos segundos, dejarlo sería un desperdicio, sin duda. Pero, ¿y si solucionaban el problema de manera divertida?
─ ¿Eso quieres? ─le sujetó de la barbilla con brusquedad, tal y como le gustaba hacer en ocasiones en las que le demostraba su interés; un amor que radicaba en una idea equivocada del aprecio.
─ ¡N-No!
Jaque mate.
─Bien ─le soltó, le observó y sonrió─, deja de tomar café.
Tweek, entre tanto, se puso más nervioso, el temblor corporal aumentó; unas gotas de sudor resbalaron por su cuello. ¿Así que a eso se referían las personas al decir que amar implicaba sacrificar? ¡Jesucristo!
─Lo… L-lo intentaré ─y los ticks, esos que revelaban su estado, también aparecieron, como respondiendo a un maldito llamado─. ¡GAH!.
Su tortura comenzó. Tweek no bebería café, de lo contrario, se perdería de los crueles besos de Craig. Extrañaría el dolor en los labios por cada mordida recibida y los sangrados que lo mataban del susto en repetidas ocasiones ─pero con los que después de saber el origen, se… ¿Tranquilizaba? Y sólo se preocupaba en limpiar.
¿Qué hay entonces con su vicio de toda la vida? Ambas eran obsesiones difíciles de superar; tanto el café, como Craig y sus jodidos besos.
Después de que se fue, la abstinencia se encargó de hacerlo sufrir. Tendría que rechazar las insistentes propuestas de sus padres a beber aquél líquido prohibido.
No, no resistiría. Se iba a suicidar. ¡No! ¿En qué estaba pensando? Mejor se enterraría vivo. Oh, ¿pero y Craig?
Tweek no pudo dormir, se pasó toda la noche frente a su computadora mirando imágenes de granos de café, marcas de distintas partes del mundo, gente tomando café, ¡era tan insoportable!
─Tweek… ─alguien lo llamo, una mano le apretaba el hombro.
─ ¡¿AH?! ¡¿QUÉ?! ¿QUIÉN?! ¡ACK!
Cayó en la cuenta de que se había quedado dormido ─y pensar que lo de la computadora fue una pesadilla enfermiza que lo terminó mojando de un sudor frío. Estaba en el piso, Craig lo movía insistentemente para despertarlo.
─ ¡No he tomado café, l-lo juro! ¡AH! ─aclaró antes de que al otro se le ocurriese terminarlo.
─Lo sé ─se encogió de hombros─, escondí una cámara antes de irme.
Sí, un chico como él debía estar preparado para todo. Además, verlo desnudo era una fantasía que necesitaba cumplir y, de hecho, ésa era la función inicial de la cámara, aunque terminó sirviendo para darle un escarmiento a su pequeño vicioso.
─ ¡EL GOBIERNO! ─alzó la voz─. ¡OBAMA ME VIGILA!
─No es el gobierno ─lo abrazó para que no se exaltara y su continencia no le hiciera más mal del que ya.
─ ¿E-entonces quién fue? ¡GAH!
─Fui yo ─repitió. La paciencia era su aliada en casos como aquellos.
─ ¿Por-por qué?
─Quería asegurarme de que en verdad cumplieras tu palabra porque… ─se detuvo porque vio resbalar unas lágrimas de su rostro. ¿Tan mal se había puesto? Suspiró con la ternura disfrazada de fastidio y terminó por besarle en la frente.
Al final, terminó por comprender que sólo él, SU Tweek poseía el sabor más delicioso de todo el mundo: café. ¡Seguro que el culón de Eric Cartman no gozaba de tal placer con su desgraciado judío! Se sintió el más afortunado del mundo, pero lo hizo en secreto porque no quería darle méritos a su pareja.
El rubio sollozaba en sus brazos, vaya martirio el de tan sólo unas pocas horas, fue suficiente para que bebiera trece tazas de café a lo largo del día. A pesar de la abstinencia, Tweek no se arrepintió de haberla experimentado, pues, si perder a Craig estaba de por medio, no necesitaba pensarlo dos veces.
Al despedirse, se besaron y ambos lo disfrutaron como jamás lo había hecho. Ya no era amargo, era dulce, un dulce sabor a café.