Título: El olor es el problema.
Fandom: Ao No Exorcist.
Claim: Renzou Shima/Okumura Rin.
Rating: K+.
Extensión: 739 palabras.
Advertencias: ¿OOC?
El olor es el problema
Bostezó porque la tarea era más aburrida que de costumbre. Su compañero no paraba de quejarse acerca de lo difícil que le resultaban los deberes; él mismo maldecía a su hermano por haber dejado algo tan complicado, seguro que por eso los asignó en parejas.
A Rin se le terminó secando el cerebro y a Shima lo mató su incompetencia.
- ¿Y ahora qué hacemos? -preguntó el pelinegro después de darse por vencido.
-No lo sé -se encogió de hombros-, ¿qué tal si lo dejamos un rato?
En realidad no iban a pausar el trabajo, más bien lo dejarían por la paz y le darían una horrible y mal planeada excusa al cuatro ojos de su profesor.
Rin apartó los libros de su vista porque le ensuciaban el panorama, la mente inexperta y su impotencia se lo ordenaba desesperadamente antes de que los destruyera.
Se fue a recostar sobre la cama que le correspondía a Rin, se puso las manos detrás de la cabeza y cerró los ojos para tranquilizarse y aclarar sus idead, quizá la voluntad de querer hacer algo -ojo, que no fuera la tarea-, llegaría sólo así.
-Hey -llamó el Okumura-, al menos ten la decencia de pedirme permiso -refiriéndose a los malos modales de Shima, se levantó de la silla y le fue a clavar la mirada aunque éste no se percatara de aquél gesto inquisitivo.
-Oye Rin -empezó, el sarcasmo protagonizaría la petición, seguramente-, ¿puedo acostarme un rato? -no se movió ni un ápice.
-No -contestó con obviedad-. ¡Fuera!
-Ah, sólo es un segundo…
-Ya pasó un segundo, ¡fuera! -repitió.
- ¿Qué tiene de malo?
-Vas a dejar tu maldito olor sobre mi almohada.
- ¿Sabes cuántas chicas morirían por ese privilegio? -su ego volvía a hacer de las suyas.
-Ninguna -lo contrarió. Mientras, su cola se balanceaba con desesperación.
-Apuesto a que cuando me vaya extraerás todo mi aroma de este cojín y dormirás como un bebé -abrió un ojo y le sonrió con sarna, sólo para molestar.
-… -el comentario le afectó hasta el punto de colorearle ligeramente las mejillas, Rin solía ser susceptible a situaciones como ésas. Maldito Shima-. ¿Q-quieres largarte de una vez?
-Pareces una chica -confesó, hipnotizado por los movimientos de su cola-, una chica con un buen cuerpo -siguió burlándose.
- ¡¿Y por qué una chica?! Te voy a…
-Porque te sonrojaste igual que una -salió de la cama de un salto y terminó parado en frente de su compañero, de hecho, cayó muy cerca de él-. ¿Y qué vas a hacer? ¿Confesarme tu amor?
No sólo le nació jugar, también coquetear un poco. Shima experimentó la necesidad de pasarse de listo con su amigo con el pretexto de que le daban ganas. Rin le pareció entonces una jovencita avergonzada a la que debía besar que el momento fuera romántico.
El pelinegro, mientras tanto, retrocedió cuando la proximidad ajena lo sorprendió. No supo cómo actuar, pero si se molestó, tanto que se quedó paralizado. ¿En verdad esa fue la razón?
-Aléjate -ordenó cuando le sujetaron de la barbilla.
- ¿Qué? -se hizo el que no escuchaba. Chocó su mirada con la contraria y la correspondencia fue inmediata, aunque indirecta, Rin le dio un consentimiento sumamente importante al no responder con agresiones que ya veía venir.
Dudó, pero de todas formas no resistiría el quedarse sin besarle.
Lento, muy lento alcanzó a rozar sus labios; la diestra la deslizaba hasta su cintura y entonces se percató del temblor que advertía su víctima. A pesar de ello, continuó hasta que el beso se hizo posible y…
- ¡Nii-san! -Yukio golpeteó la puerta, seguro que se le había olvidado la desgraciada llave.
Los toquidos los despertaron de su embeleso; un instante que aseguraba la victoria de Shima en una conquista arruinado por la mala memoria de su profesor.
- ¡Y-ya voy! -se apresuró a contestar y a separarse para ir y abrir.
El de cabellos rosados se sentó sobre la cama con un terrible odio dirigido hacia Yukio. Suspiro y se recostó de nuevo.
También lo regañaron otra vez una vez que los dos hermanos regresaron después de discutir la problemática de la llave. Pero Shima quería asegurarse de dejar su aroma tanto en la almohada como en las sábanas para que, al acostarse en la noche, Rin recordara lo que estuvo a punto de pasar y que, si se descuidaba, regresaría a tomar venganza.