Voy bien, creo Uu.

Jul 10, 2012 02:18

Título: Morceaux. [6/?].
Fandom: Uta No Prince-Sama/Vampire Knight.
Claim: Ruka Souen, Ren Jinguji.
Rating: K+.
Extensión: 3,281 palabras.
Advertencias: Este capítulo si gozó de una revisada ortgráfica, así que no hay de qué preocuparse. Creo que hice bien a Ren, Ruka... De ella si dudo, pero bueno, cof.
Para: El Quinesob.



El día de San Valentín se festejaba con entusiasmo en la Academia Cross. Todas las chicas habían elaborado previamente sus chocolates, algunas los habían comprado. Sin embargo, todos esos presentes no eran para los jóvenes de su clase, no; todos eran para los de la Clase Nocturna, que se encargaban de hacerlas suspirar y patrocinar un revuelo hormonal en ellas.

A Ruka no le agradaba la fecha porque siempre resultaba un desastre, aún peor, las chiquillas inferiores se le acercaban con descaro a Kaname y le regalaban objetos que en su vida consumiría o guardaría.

No pudo dormir en todo el día, los nervios la tenían pendiendo de un hilo hacia la locura. Deambuló por el dormitorio entero en busca de algún consuelo, pero no encontró nada que la hiciese calmarse. Pasó mil veces frente a la puerta de la habitación del sangre pura para tener un pretexto con el cual penetrar e interactuar con él, pero nada se le ocurrió. Terminó en el sofá de la sala de estar con su ropa para dormir aún puesta.

Y, cuando menos se dio cuenta, el ocaso ya coloreaba el cielo. Suspiró porque había llegado la hora de salir a enfrentar una fecha que los vampiros ni siquiera festejaban.

~

Ese día se levantó de mal humor; era su cumpleaños y no tenía motivos para sentirse feliz.

Recién había hecho el examen de admisión para la Academia Saotome porque su padre le había obligado, pues le beneficiaría a la compañía familiar. Ren no deseaba estudiar allí, la música no era su pasión, ¿verdad?

No hay fiesta, no hay regalos, no hay nada. Su padre está fuera del país junto a su hermano por cuestiones de negocios. En su celular sólo hay un mensaje de felicitación: es de Masato.

Sonríe efímeramente para sí porque extrañamente, era del único del que esperaba algo. Lo responde con altanería para que su ánimo no se vea tan reflejado en la estructura del contenido, pero sabe que aquél chico es demasiado perspicaz como para no enterarse que muy dentro de sí no la está pasando nada bien. Después de todo, lo conoce desde la infancia y sabe un poco de su historia de vida.

Rechaza la invitación que éste le hace para salir -que le sorprendió, por cierto-, y hasta llega a agradecer su intención, pero no tan directamente para que su orgullo no se vea afectado.

Le ordena a su chofer preparar el coche; quiere andar por la ciudad sin un rumbo en específico. Su deseo es cumplido, pero se aburre porque no hay nada que le llame la atención, ni siquiera una bella señorita con la que pueda coquetear para pasar el rato.

Observa desde la ventanilla a muchísimas parejas caminar por las calles. Siempre se le olvida que su cumpleaños cae en el día de San Valentín. Al recordarlo, atribuye eso a su promiscuidad y al talento que lleva en la sangre a la hora de ligar. Es como si su madre lo hubiera hecho con intenciones, intenciones de que fuera un perfecto casanova.

Sí, su madre.

Sonríe porque está en sus pensamientos, pero a la vez su corazón es apretado con fuerza y siente que se le saldrá. Mejor se concentra en las tiendas por las que pasa; esas que venden flores, chocolates, muñecos de peluche.

Es tan paradójico que deteste esa fecha siendo él un “Don Juan”.

Seguro que no encontrará más que parejas a donde vaya. Ir con Masato no le apetece para nada, no en su condición. ¿Y qué se le ocurre en su lugar? Decirle al conductor que se dirija a la Academia Saotome para darle una visita al Director -que seguro no estaría, pero nunca se sabe y no perdía nada con intentarlo-, para saludarlo siendo él un miembro de la afamada familia Jiguji.

Ya atardecía cuando se le ocurrió esa idea tan descabellada, pero, vamos, estaba aburrido y lo que menos quería era codearse con enamorados en un sitio público. La escuela quedaba alejada de la ciudad, no tanto, pero si lo suficiente como para que se demoraran unos quince minutos en llegar.

Con la cabeza apoyada sobre la palma de su mano, esperó a que llegaran al lugar, ensimismado en sus cosas. Cuando avistó el recinto, comprobó la idea de que no habría nadie; sí, hasta Shining Saotome tenía algo que hacer en una fecha como ésa.

Pensó que el chofer se daría cuenta de que no tenía sentido quedarse en un lugar en donde no habría nadie para recibirte, pero ya estaba buscando un terreno para estacionarse.

Iba a replicar, pero un montón de gritos lo desconcentraron. ¿Qué diablos pasaba?

-Ahora vuelvo -anunció y salió él mismo del auto, dando a entender que no tenían que abrirle la puerta. Fue guiado por la curiosidad y por su ocio, porque el no tener nada que hacer allí y además merodear donde no sabía que acontecía, no estaba en sus planes cotidianos, excepto en los del día de su cumpleaños.

Al caminar por la vereda, se encontró con otra construcción, parecía también una escuela, pero más allá, a la entrada de otro edificio, era donde se aglomeraba la gente. El griterío era inmenso.

¿Un accidente? ¿Una pelea? No, se oía diferente.

¿Actores, cantantes? A lo mejor.

Vio a chicas, muchas chicas, su hipótesis no era tan errónea.

Avistó a unos cuantos individuos con uniformes blancos, quizá ellos eran el centro de atención. Tuvo cuidado y por eso se mantuvo a una distancia segura, o eso hasta que una de las jovencitas se encimó sobre otra para tener una mejor visión o quien sabía, estuvo a punto de caerse de no ser porque él dio una zancada para salvarla.

-Qué descuidada -decía, los aires principescos lo rodeaban de nueva cuenta-. No haga ese tipo de cosas o saldrá lastimada, señorita -luego de sonreír, la bajó al suelo con suma sutileza.

-… -se sonrojó cuando le vio el rostro, la chica estaba avergonzada desde ya y hasta paralizada, pero reaccionó cuando tuvo los pies sobre el suelo, literalmente-. ¡G-gracias!

El barullo, que se había detenido un segundo por el incidente, estalló otra vez cuando ella hubo dicho esa simple palabra.

Ren se exaltó, no lo demostró, pero sí lo sintió. A ellas, a quiénes había visto amontonarse frente a otros tipos, ahora estaban a su alrededor haciendo preguntas y tirándole cumplidos:

“¿Eres un nuevo estudiante de la Clase Nocturna?”, “¿Estrarás a la Clase Diurna?”, ¡Es Jinguji-san, es Jinguji-san!”, ¡No puedo creer que te unirás a la Academia Cross!”.

Acostumbrado a ese tipo de reacciones -pero no de un modo tan único-, les sonrió pacientemente e incluyó su famosa táctica de dejarlas desahogar: porque así se tendría que evitar la molestia de hablar más alto o de repetir todo el discurso.

Con una hipócrita reticencia, dejó que las voces curiosas cesaran para poder anunciar el motivo de su visita. Claro estaba, lidiaba con jóvenes frenéticas y más alborotadas de lo normal.

-Disculpen, damiselas -habló por fin con voz suave-, pero terminé en este lugar por accidente. Vine a la Academia Saotome a resolver asuntos personales, pero admito que no me arrepiento de haber cometido este error.

El final de su explicación se adornó con suspiros y gritos estridentes. Acto seguido, un chico de su edad se hizo paso entre su público para hacerle frente.

- ¿Quién se supone que eres tú? -el tono desafiante sobresalió, su apariencia le llamó la atención, pero dejó eso de lado.

-No quiero volver a repetirlo -respondió, ladeando la cabeza. El semblante vanidoso se le desbordaba en las facciones incluso con la seriedad del rostro ajeno.

Las chicas protestaban porque Zero las había empujado y ordenado que se largaran. Ya tenía suficiente con cuidarlas estando con la Clase Nocturna y ahora con un desconocido de buena fachada.

Intercambiaron una incómoda mirada, pertinaz y retadora.

-Cuanta seriedad, yo no frunciría tanto el ceño si estuviera en tu lugar, delegado -mencionó cuando se fijó en la banda que llevaba atada al brazo.

-Te hice una pregunta -recalcaba el chico con aspereza.

-Vamos, vamos. No hay que ponerse tan duros -su actitud despreocupada hacía de las suyas nuevamente. En sí, ¿qué había hecho para ser recibido tan maleducadamente?

-Hey, Zero, dijo que fue a la Saotome -explicaba Yuuki a unos metros de distancia. Se encargaba de formar una barrera. El intercambio ya había terminado y todavía tenían problemas.

-Lo escuché -la miró por encima del hombro-, pero quiero saber qué demonios hace aquí.

-Es justo como dice la señorita de allá -suspiró entre cansado y decepcionado-.. Sin embargo, no encontré lo que buscaba y terminé aquí, echándole un vistazo al alboroto.

-Déjalo ya -infló las mejillas aún con los brazos extendidos para que nadie la sobrepasara-. Qué poco amable eres, por eso cada año se inscriben menos personas.

-Yo sólo cumplo con las ordenes del Director -se excusó. Le asestó otra mirada intimidante al extraño, pero al fin y al cabo regresó al lado de la chica para calmar a las fieras que no paraban de gritar y amontonarse-. Te tendré vigilado.

El rubio sonrió victorioso. Caminó hacia su defensora y se inclinó para susurrarle algo al oído:

-Gracias, princesa. Te debo una -esquivó los nuevos ataques femeninos, se fijó en los de la Clase Nocturna, que lo observaban con interés.

Yuuki mientras tanto, con las mejillas rojas y el corazón saliéndose de su pecho, tuvo que batallar con las siniestras intenciones de las chicas. Sí, porque primero había sido Kaname y ahora él, ¿por qué todo en un mismo día?

- ¿Cuál es tu relación con él, Cross? -inquirieron repentinamente con ojos sentenciadores.

- ¡N-no lo conozco! Él vino y… Y…

- ¡Ya basta! Váyanse a sus dormitorios -acudió a su rescate Zero, con sus aires autoritarios.

- ¡Pero todavía no anochece!

- ¡El día de San Valentín aún no termina!

Ante las protestas, el chico no tuvo que exigirles; terminó amenazándolas.

- ¡LARGUENSE O YO MISMO ME ENCARGARÉ DE QUE NO LOS VEAN JAMÁS!

-Z-Zero -oficialmente, exageraba.

Y en tanto que Zero libraba una pelea cotidiana -aunque más fuerte que las normales-, Ren se codeaba con los seres de uniformes blancos y ribetes negros, que jugueteaban con los chocolates en sus manos, o simplemente conversaban entre ellos, esperando a que las cosas se tranquilizaran.

En esos apacibles rostros reconoció a unos cuantos; hijos de empresarios millonarios, políticos importantes e intelectuales que acudían a las fiestas donde los anteriores se reunían para regocijarse en el reconocimiento. Otros eran celebridades mismas. Pero a ella la recordó al instante; sí, era Souen, Ruka Souen.

Jugaba con Masato y él cuando se aburrían de tanta formalidad. Ella era mayor, pero eso no importaba. Sin embargo, empezó a faltar a las fiestas y se le veía menos a su padre. Con el tiempo, se les perdió la pista.

Representaron e hicieron alegre su niñez. Volver a verla era como un regalo improvisado del destino.

Supuso que lo reconoció, pues también le clavó la mirada cuando estuvo lo suficientemente cerca.

-Sé que mis ojos no me mienten -dirigirse hacia ella significó la atención de parte de todos los nobles allí presentes; hasta Kaname posó su atención en la escena antes de retirarse momentáneamente de allí-, y estoy frente a Souka-chan.

~

Sí, el intercambio había sido todo un lío. Por poco le regalan un chocolate, pero lo rechazó. Kain no paraba de consolarla con palabras que no servían y se sintió bien cuando la multitud se fue a concentrar a otro punto. A pesar de ello, cuando regresaron, el humor se le cayó.

- ¿Hasta a qué hora vamos a poder irnos?

-No lo sé -Aidou suspiró. Le quitaba la envoltura a un caramelo con suma delicadeza para tener con qué entretenerse, ya se había cansado de atender a sus fans-, pero esto ya se está tornando molesto.

-Kaname-sama se ha desaparecido un buen rato, imagino que ya no tardará -comentaba Kain.

-Mientras, los demás sienten curiosidad por el de allí -señalaba el rubio con un ademán-, me parece conocido, pero no sé de dónde.

Al fijarse en el chico del que hablaba Hanabusa, identificó el color de sus cabellos y de sus ojos; la versión que el tiempo modeló para hacer a un nuevo Ren Jinguji -por lo menos físicamente.

Su pasado la atavió con el dolor y la añoranza.

Ren y Masato fueron sus dos únicos amigos mortales, los dejó de tratar porque su padre la castigó, pues no era apropiado que una noble hiciera tales actos impropios.

Encontrarse con él le sacó una sonrisa igual o más efímera que su amistad. El apodo aún lo recordaba. Quizá el día no era tan desgraciado después de todo.

-No te equivocas -trató de mantener sus facciones habituales-, Jinguji.

Éste rió, absolutamente nadie le llamaba así. A lo mejor Masato cuando se enojaba, pero sabía a la perfección que era un juego que denotaba burla o sarcasmo.

Ruka le examinó con autosuficiencia, comprobando los cambios que se perdió. Encontró la belleza que sólo veía en vampiros; un chico con los mismos dotes seductores y con la fragancia de siempre perfumándolo. La sangre que corría por sus venas era tan prohibida como la sangre de Kaname.

- ¿Qué haces aquí? -retomó la conversación y dejó de lado sus pensamientos.

-Nada, perder el tiempo. Hasta que te encontré, por supuesto.

-Como podrás ver, esta no es una fiesta -dijo con molestia.

-Para esas corderitas sí lo es -refiriéndose a las jovencitas que parloteaban a unos metros─, ¿qué es lo que tanto ven?

─Nada ─evitó el tema. Lo hizo con obviedad porque hasta sus compañeros cercanos se dieron cuenta.

─Oye, ¿quién es? ─le murmuró Aidou secretamente.

─Qué modales, ¿ni siquiera puedes presentarte? ─alzó la voz, delatando lo que le preguntaba el chico, que se alejó con el arrepentimiento y la vergüenza de la curiosidad.

─Lo siento, pensé que no tendría que ser tan formal estando contigo ─se encogió de hombros y le sonrió afable a los dos presentes─. Jinguji Ren, estoy encantado de conocer a los amigos de Souka-chan.

─ ¿Por qué “Souka-chan”? ─Shiki metió la cuchara en la conversación junto con Rima, que también le prestaba atención al discurso de presentación.

─ ¿Ése es tu novio de la infancia? ─Aidou aprovechó para contribuir a las preguntas bochornosas.

─Ahora que lo veo mejor, se parece a Kuran-san ─pensó en voz alta Rima.

─Creo que tienes razón ─hasta Kain intervino.

─ ¡CÁLLENSE! ─estalló Ruka. La sangre se le subió al rostro, a todo el rostro.

Ren soltó otra risotada. El ambiente le empezaba a gustar, de modo que asintió efusivamente.

─Ella es el amor de mi vida ─le guiñó un ojo a la susodicha, que no estaba para nada contenta─, y he venido a pedirle matrimonio.

La broma funcionó. Más vampiros se aglomeraron para comprobar lo que su agudeza auditiva había captado. Y es que, ante sus ojos, Ren era un humano que bien podía ser uno de ellos, pero al conocerlo ya varios de allí y estar seguros de su mortalidad, la impresión de que dos seres distintos se casarían armó un revuelo entre los de la Clase Nocturna.

─ ¿Quieres hacerme el favor de cerrar la boca? ─amenazaba con una aura oscura rodeándole, el ceño fruncido y el puño levantado.

─Un beso serviría para que deje de proclamar mi amor hacia ti ─más pesado que nunca, Ren la tomó del mentón con la misma delicadeza que haría con otra chica a la que se estuviera ligando.

Pero lo que recibió fue un golpe en la cara. Cayó al suelo, consciente, pero con la nariz sangrándole.

─… Bien hecho Ruka ─miraba desde arriba al desdichado casanova. Después, Aidou se pasó una mano por los dorados cabellos─, puedes darlo por muerto.

Porque un hilillo de sangre, por más insignificante que fuera, representaba para ellos, los vampiros, una pequeña y segura fuente de alimento. Consumir tabletas no les gustaba para nada; la nariz sangrante de Ren llamó la atención de todos.

─Sigues igual de agresiva, querida Souka-chan ─incorporó medio cuerpo mientras se limpiaba aquél líquido carmesí con la zurda. Seguía tan sonriente como siempre.

─… ─la sed también hacía estragos en ella, pero con un efecto más nocivo. El aroma tan dulce intensificado; el único amigo mortal y al que deseaba hacer suyo más que a nada, sangraba.

La tentación estuvo frente a sus narices, los vampiros de la Clase Nocturna estaban sujetos a un acuerdo con el Director al que no debían faltar o se las verían con los cazadores o con el sangre pura que tenía cierto poder sobre ellos: Kaname Kuran.

- ¿Por qué ese silencio tan preocupante? -mascullaba Ren, llevándose las cosas a la ligera.

-… Vete -la atronadora sed que despertó ése mínimo gesto la incitó a evitar una tragedia innecesaria. Había sido su culpa, ahora tenía que hacerse cargo ella misma-. ¿Podrían calmarlos un poco?

Kain supo que la petición iba para ellos y obedeció. Aidou frunció los labios, enfurruñado y fue a distraer a un par de nobles. Shiki y Rima le imitaron, aunque el interés -porque su sed no era tan potente-, seguía vivo en sus miradas.

- ¿No me habrás querido decir eso a mí, verdad? -continuaba sobre la hierba, sintiendo como el sol se ocultaba a sus espaldas y el cielo se oscurecían de a poco. La mandona expresión de su amiga no atisbaba lo contrario. Se levantó rápido y con gracia, alzando las cejas, esperando una respuesta que le aliviara la intriga-. ¿Souka-chan?

-Dije que te fueras -recalcó.

-… Pero… -la típica seguridad de lograr siempre lo que quería se desvaneció. Jinguji Ren supo que hablaba en serio; la severidad de sus ojos, no, ¿esas eran lágrimas?

Y Ruka, con intenciones que no estaban en sus planes, le dio un empujón, que a la vez sirvió para intercambiar unas últimas palabras:

-No sé cómo llegaste aquí, pero… -dijo, con la voz extremadamente baja, a eso no se le podía llamar un susurro-. Nos volveremos a ver, Jingu. Sólo… Vete.

Su estilo no era sollozar o lloriquear, pero un sentimiento familiar al verle más de cerca le trajo melancolía. Se había olvidado de qué tanto significaba él en su desesperada vida inmortal. Él y Masato, sí. Una delgada línea entre su rutina junto a los vampiros y al amor imposible que resultaba siendo Kaname, y lo que le hubiera gustado ser y hacer si fuese una humana; parlotear y ser feliz.

Así se despidió, enseguida se dio media vuelta para reunirse con los suyos, dejando al de orbes azules con la mirada plantada en el piso.

No supo por qué le hizo aquél tipo de promesa, quizá porque sabía que ese chico obstinado no dejaría las cosas así como así.

De a poco, los de su clase empezaron a penetrar en el recinto de la escuela, pues su líder ya había terminado de tratar sus asuntos y regresaba para imponer el orden que se requería. Ruka no volteó a ver a su amigo ni una vez.

Y Ren, Ren sonrió porque no había sido derrotado. Tenía un regalo aún en las manos que no desperdiciaría.

Ya era de noche. Cuando regresó a su auto, no vio ni al delegado malhumorado, ni a la bella flor que le ayudó, ni a las chicas que se amontonaban. La vereda había quedado desierta.

Se metió al coche, se disculpó con el chofer por su tardanza -porque le gustaba ser educado hasta con la servidumbre-, y le pidió regresar a casa.

En el camino hizo una llamada para concluir de buen modo el día.

- ¿Masayan? -inició con tono divertido-. Adivina con quién me encontré.

o.o, comm: quinesob, a: utapuri, rarezas, multifandom, a: vampire knight, reto, ff, p&c: ren jiguji, p&c: ruka souen

Previous post Next post
Up