[Hamlet]
Fandom: Hamlet
Pairing: Hamlet/Ofelia
Rating: triste pero inofensivo.
Resumen: Hamlet neoyorquino del siglo XXI recuerda a Ofelia.
Notas: Esto va de una profesora que quiere hacer escritura creativa en clase. Y elige el suicidio de Ofelia. Y yo no quiero, de verdad que no, porque I'm not worthy (I'm really not worthy, Sir) de escribir a los personajes de Shakespeare. ¡Que es Shakespeare, por Dios! Y luego escribo cuatro párrafos horrendos, tirando un poco de Lolita y un poco de Nueva York y otro poco de Quique y Belle & Sebastian. (Billy, again, I'm so sorry). Y sale esto y mi profesora lo lee en clase. Y ahora lo publico aquí. Espero que sepáis perdonarme.
Sin título
Ofelia. Si pensaras en ella un poco más fuerte, una de sus piernas te saldría por la oreja. O-fe-lia. La punta de la lengua haciendo el mismo viaje que la de Nabokov, hasta el paladar, para acabar sobre los dientes. Señorial y loca. Joven y gastada. Un guiño entre las cortinas de aquel garito del Soho, pies descalzos sobre el mármol del salón. Pies pequeños que se deslizan hasta tu habitación, y nudillos que llaman a la puerta, toc-toc, que no esperan respuesta para abrir.
Te duele como sólo duele ella. Ofelia de noche, con el vestido blanco, y sonrisa que muerdes en algún punto entre el escritorio y la cama. Ofelia de día, con aire trasnochado de Brigitte Bardot, y la luz naranja colándose entre sus rizos, entre las sábanas, entre vosotros. Ofelia por la tarde, sonrojada por el frío, leyendo en una habitación con vistas al jardín.
Cuando por fin te das cuenta, es uno de esos días cuya perspectiva asusta, pero te montas en el metro igual, y aunque no hay sitio, escuchas Lazy Jane de pie y, entonces, te ataca el pasado con artillería pesada. Ofelia, extrañamente fría, en su cajita de madera, mientras todos la miran y te recuerdan qué buena chica era, y tú piensas quién demonios es este tío que huele a sudor y tiene el traje mal planchado. Quién la conocía, porque tú no, y te preguntas cuánto tiempo más podrás aguantar sin salir corriendo y buscar el estanque más cercano, tal vez en Central Park, y reunirte con ella aunque sólo sea al tocar la misma agua.
Son las ocho de la mañana, la línea E de Brooklyn a Lexington Avenue está a reventar y tú lloras, porque las luces de Times Square jamás la sorprendieron y porque este recuerdo no pertenece aquí, sino a esa otra vida en la que te preocupabas. Y a veces lo echas de menos, lo que solías ser, pero sobre todo, lo que solíais ser juntos.
Pairing: Hamlet/Ofelia
Rating: triste pero inofensivo.
Resumen: Hamlet neoyorquino del siglo XXI recuerda a Ofelia.
Notas: Esto va de una profesora que quiere hacer escritura creativa en clase. Y elige el suicidio de Ofelia. Y yo no quiero, de verdad que no, porque I'm not worthy (I'm really not worthy, Sir) de escribir a los personajes de Shakespeare. ¡Que es Shakespeare, por Dios! Y luego escribo cuatro párrafos horrendos, tirando un poco de Lolita y un poco de Nueva York y otro poco de Quique y Belle & Sebastian. (Billy, again, I'm so sorry). Y sale esto y mi profesora lo lee en clase. Y ahora lo publico aquí. Espero que sepáis perdonarme.
Sin título
Ofelia. Si pensaras en ella un poco más fuerte, una de sus piernas te saldría por la oreja. O-fe-lia. La punta de la lengua haciendo el mismo viaje que la de Nabokov, hasta el paladar, para acabar sobre los dientes. Señorial y loca. Joven y gastada. Un guiño entre las cortinas de aquel garito del Soho, pies descalzos sobre el mármol del salón. Pies pequeños que se deslizan hasta tu habitación, y nudillos que llaman a la puerta, toc-toc, que no esperan respuesta para abrir.
Te duele como sólo duele ella. Ofelia de noche, con el vestido blanco, y sonrisa que muerdes en algún punto entre el escritorio y la cama. Ofelia de día, con aire trasnochado de Brigitte Bardot, y la luz naranja colándose entre sus rizos, entre las sábanas, entre vosotros. Ofelia por la tarde, sonrojada por el frío, leyendo en una habitación con vistas al jardín.
Cuando por fin te das cuenta, es uno de esos días cuya perspectiva asusta, pero te montas en el metro igual, y aunque no hay sitio, escuchas Lazy Jane de pie y, entonces, te ataca el pasado con artillería pesada. Ofelia, extrañamente fría, en su cajita de madera, mientras todos la miran y te recuerdan qué buena chica era, y tú piensas quién demonios es este tío que huele a sudor y tiene el traje mal planchado. Quién la conocía, porque tú no, y te preguntas cuánto tiempo más podrás aguantar sin salir corriendo y buscar el estanque más cercano, tal vez en Central Park, y reunirte con ella aunque sólo sea al tocar la misma agua.
Son las ocho de la mañana, la línea E de Brooklyn a Lexington Avenue está a reventar y tú lloras, porque las luces de Times Square jamás la sorprendieron y porque este recuerdo no pertenece aquí, sino a esa otra vida en la que te preocupabas. Y a veces lo echas de menos, lo que solías ser, pero sobre todo, lo que solíais ser juntos.