En los últimos meses he aprendido muchas cosas sobre mí. Antes de la muerte del abuelo creía que le tenía aberración a la muerte en general; luego descubrí que no era así. Mi abuelo tenía ochenta y nueve años, cuando lo vi en el hospital días antes de su muerte me alegré de que por fin iba conseguir estar bien, y no me dolió nada verlo partir,
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